Las elecciones generales del 20-D supusieron un antes y un después en la vida política española.
Como tuiteó el periodista Ignacio Escolar durante la noche electoral, fue la primera vez que los españoles se acostaron sin saber quién será el presidente del Gobierno. Con las declaraciones de campaña y programas electorales de todos ellos en la mano, no hay una solución fácil para ninguno.
Analicemos algunas mayorías posibles
PP y Ciudadanos no puede salir, no con 163 diputados. El resto de fuerzas, en su mayor parte de izquierdas o nacionalistas simplemente no lo aprobaría. Descartado, por el momento, salvo en un proceso rarísimo con investidura en segunda vuelta.
PSOE y Podemos están aún peor, con 161 diputados. Aunque tienen menos enemigos y la posibilidad de algún acuerdo con IU y los independentistas, Pedro Sánchez fue ayer bastante claro al señalar que dejaría a la fuerza más votada, el PP, buscar en primer lugar un posible gobierno. ¿Es posible que el mismo Sánchez de la enorme bandera de España firme con PNV, ERC o DL y se avenga a cambiar el modelo territorial nacional y a apoyar el proyecto de la formación de Pablo Iglesias y sus asociados más nacionalistas? No parece muy probable. Aunque tampoco parecía razonable que Eduardo Madina se quedase fuera del Congreso.
Paradójicamente, a su favor cuenta con una clara capacidad del PP a la hora de bloquear cualquier posible cambio constitucional. Si es imposible hacer cambios, que sea por culpa de los de siempre. También hay que decir que sería raro que PNV o ERC aceptasen una reforma electoral que para Podemos es prioritaria. En todo caso, parecen encajes de bolillos demasiado complicados como para salir bien.
¿Una combinación PSOE-Podemos-Ciudadanos? Tres partidos, tres modelos de Estado. Algo así sólo parece posible si es mucho más táctico que estratégico. Si el PSOE pasa por una reforma de la ley electoral, quizá podrían llegar a algún arreglo, probablemente con Podemos y Ciudadanos apoyando sólo para la investidura, presupuestos y demás, y sin las marcas territoriales de los de Iglesias. Difícil, pero máss sencillo que el pacto con nacionalistas, con la ventaja adicional de vender como baza principal el acuerdo para la regeneración. Pedro Sánchez sería presidente/teleñeco.
PP y PSOE. Una opción muy comentada la noche electoral, quizá por el morbo de ver reunidos a los viejos amigos «Ruiz» e «Indecente». Tan fácil o difícil como cualquiera de las anteriores. Y también con serias consecuencias.
En suma, ningún acuerdo está cerca siquiera de ideal para ninguno de los partidos. Todo lo contrario. No hay pactos posibles que no supongan traicionar los compromisos o las proclamas vertidos durante las elecciones, por ninguna de las partes. Hemos titulado nuestro reportaje de apertura ‘España, ingobernable’, no porque sea imposible llegar a un acuerdo. Pero sí porque es difícil de narices. Porque nada en el pasado nos ha permitido ver que los participantes tengan altura de miras suficientes como para pensar en el bien de su país por encima del partidista y porque, incluso si se llega a un pacto de investidura y se elige un Gobierno, nuestra vida política estará dominada por la incertidumbre.
Estaremos, en todo caso, encantados de equivocarnos…