‘La casta gana’: La fiesta de la democracia

'La casta gana'

La casta gana nace, muy claramente, a rebufo de ‘Orgullo y Satisfacción’, la revista de humor creada por dibujantes rebotados de ‘El Jueves’ y que, a la vista está, en poco más de un año anda dejando huella.

Como ella, hereda el estilo satírico y progresista de publicaciones de tremenda solera y tradición en nuestro país. También como ella solo aparece en formato digital y ofrece a sus lectores un buen puñado de páginas (en este caso aproximadamente la mitad que su modelo, unas sesenta) a cambio de un precio mínimo, aquí 99 céntimos de nada. La casta gana es una publicación mucho más modesta que ‘Orgullo y Satisfacción’, pero igualmente necesaria: el humor contundente, politizado o directamente incorrecto nunca está de más.

La casta gana supone un esfuerzo encomiable por parte de un grupo de artistas y redactores comandados por Nacho MG y Danda. Los mejores son los que asumen una tarea más decididamente de combate, los que no creen que están en un diario de tirada nacional: curiosamente, uno de los artistas más conocidos, Juarma, rubrica la historia más radical, incorformista y plásticamente atractiva del conjunto.

Otro de los más conocidos, Michael Perrinow, firma una burrada que parece salida de un fanzine anarco. Los textos de gente como Álvaro Arbonés, Elisa McCausland o Otis B. Driftwood también sortean los típicos ensayos coyunturales y se meten en arriesgadas e interesantes digresiones analíticas, algunas infinitamente más contundentes (si bien arriesgadamente crípticas en algún caso) que las de las aportaciones de gente como Raquel Gu o Maribel Carod. Así, La casta gana cojea continuamente entre aportaciones que necesitan algo más de nervio, los que van sobradísimos de actitud y resultados visuales, y alguna que otra inesperada sorpresa, como el Juancar superheroico y lúbrico de Jetpack y Pancracio Peláez o la ingeniosa y emotiva Derechos humanos de Nacho MG y Manuel Area.

El resultado no por irregular es menos apreciable: el experimento funciona y a poco que afine el tiro y sea más exigente con el plantel de humoristas, La casta gana puede evolucionar y convertirse en un proyecto consistente y que ofrezca alternativas consistentes a lo que ya tenemos. No solo será bueno para ellos: será bueno para todos los que creemos que el humor es, en serio, una de las mejores armas de concienciación política que tenemos a mano.

ficha

La casta gana
VV.AA.
www.lacastagana.com
2015

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