Como propio “ de una caldera a presión contra Mariano Rajoy y su falta de estrategia y pulso político” calificó a SABEMOS un importante directivo -que exigió respeto a su anonimato -, el estado de ánimo de los miembros de la cúpula del Think Tank oficioso del PP, que preside y controla férreamente José María Aznar. Dicha fuente, próxima a Javier Zarzalejos, secretario general de la Fundación FAES desde enero del 2012, precisó que “El desaliento y el mal rollo viene desde bastantes meses atrás, pero alcanzó un límite insoportable al conocerse el resultado de las recientes elecciones generales”. Este confidente, aunque se negó a analizar cuál es, en la situación actual, la capacidad del exmandatario para alterar el complicadísimo rumbo de la situación institucional y política , remató: “ Para nuestro líder, el 20-D fue un: ¡hasta aquí hemos llegado!”
La pregunta del millón, sin embargo, es: ¿qué puede hacer Aznar para propiciar esa transición? Vale que ya no oculta -como le sucede a más del 40% de los seguidores del PP, según una reciente encuesta- que hay que desplazar a Rajoy de su sillón si se convierte en un obstáculo insuperable para cerrar con el PSOE unos pactos razonables que faciliten una estabilidad que España necesita para sobrevivir. Pero quizá sólo con hablar y amagar no sea suficiente, conocida la tenacidad del mandatario gallego cuando practica del cuerpo a tierra. Y Aznar sigue siendo, sin duda, un icono de la derecha. Pero hoy no es como ayer, cuando un pronunciamiento suyo inclinaba con facilidad el fiel de la balanza en un sentido u otro, sino que las filias y las fobias hacia su persona entre la militancia del PP parecen medirse por mitades.
De momento, y sin duda, seguirá con lo que ya está haciendo: ponerse en marcha y tomar la temperatura en sus filas de cara a una posible Opción B en el caso de Rajoy no obtenga los apoyos necesarios para gobernar, ni siquiera en minoría y gracias a concesiones pactadas, algunas dolorosas.
Al parecer, en sus conversaciones privadas muestra una firme convicción de que si el actual impasse se resuelve finalmente en una nueva convocatoria electoral sólo saldrían beneficiados Podemos –en menor grado- y el propio PP de librarse de su lastre actual y hacerse un completo retoque facial mediante cirugía pura y dura. El gran partido de la derecha, según su creencia, únicamente podría crecer recuperando el voto “prestado” que se ha ido a C´s, para lo que Rajoy debería retirarse y permitir emerger a una candidatura joven, preparada y no contaminada por las lacras que arrastran buena parte de los veteranos de la calle Génova. De llegarse a una nueva justa, si Rajoy se niega a ceder el testigo empeñándose en repetir y Albert Rivera se ve ante una segunda oportunidad con la lección de sus recientes errores bien aprendida, el resultado sería entonces probablemente catastrófico para el PP.
LA JUVENTUD PRESIONA
Nadie entendería que quien fue el referente del mandato popular de 1996 a 2004, calificado por sus seguidores como su “edad de oro” salvo en la etapa final de gobierno, siga silenciando lo que su sentido del patriotismo –guste éste o no a una mayoría de la derecha actual- le exige decir en público. Lo ha venido haciendo de un par de años a esta parte, salvo cuando ciertos gestos hacia su figura y legado le transmitieron faltas de respeto. Entonces avisó con algún amago, pero se quedó en eso.
Ahora es distinto y mucho más grave. Aznar ve a España en una coyuntura en la que arriesga verse con un Gobierno de coalición entre PSOE, Podemos y unos separatismos decididos a aprovechar la presente coyuntura de debilidad de Madrid para terminar con la nación y hasta con el Estado español, tal y como los recoge el ordenamiento constitucional en vigor.
Dirigentes y exdirigentes históricos del PP, pero también una parte de las jóvenes promesas populares que han ido madurando en los últimos años, esperan que el jefe supremo de FAES pegue un puñetazo sobre la mesa y señale unas reglas de juego claras para no perderse en el actual laberinto con los ojos vendados. Quieren disponer de una opción de recambio por si cabe la posibilidad de entendimiento con un PSOE teledirigido por Felipe González –partícipe regular de las confidencias inquietas de Felipe VI por la situación vigente desde antes de las generales-, Susana Díaz, García Page y un destacado etcétera de dirigentes regionales, además de la llamada vieja guardia al completo, para una abstención socialista en tercera o cuarta votación en aras de una gobernabilidad que pende de un hilo.
Piensan muchos cabezas de huevo del PP, entre ellos Aznar, que la exclusión de Rajoy, visto como enemigo más que como adversario, será una condición sine qua non que pondrá la otra parte, a cambio del apartamiento –y, quizás, el relevo a corto plazo- que tal acuerdo significaría para Pedro Sánchez. Y creen que el Presidente en funciones deberá hacerse a un lado, aceptar así la parte de sacrificio que le corresponde por sus reiteradas torpezas y carencias y dejar paso a un sucesor no implicado en la marea de la corrupción que ha rodeado sus años de gobierno ni en sus constantes actitudes de displicente cacique ajeno a la realidad que se vivía en la calle, por mucho que los resultados macroeconómicos de su gestión parecieran y parezcan aún avalarle.
REUNION EN ÁVILA
En FAES, el agua está en ebullición, lista para echar en el caldero al centollo gallego que hoy manda, si resulta imprescindible para que las primeras semanas del 2016 den una tregua al enloquecimiento de un pueblo español que con sus decisiones del 20-D ha puesto a todo el Estado en el disparadero donde se encuentra. Aznar, mitad por sentido del deber de quien se cree –probablemente, con razón- una referencia de buen gobierno liberal, mitad presionado a tope por muchos correligionarios que auguran al país una inminente catástrofe, parece haber iniciado los movimientos necesarios para inspirar una alternativa.
El miércoles, 22 de diciembre, SABEMOS conoció que tuvo lugar en un restaurante de Ávila un almuerzo convocado por el expresidente, al que asistieron más de 20 personas de su plena confianza. En apariencia, era como una de las típicas comidas de empresa que tienen lugar en vísperas navideñas, pero los convocados entendieron que se iba a hablar de otras cosas.
De hecho, se aludió a la posible coyuntura de transar con la cabeza de Rajoy en aras de alcanzar una fórmula estabilizadora para el inmediato futuro de España. Se estaban manejando nombres para un relevo en el liderazgo del PP cuando se produjo un imprevisto que aplazó una formulación seria: apareció inesperadamente Javier Arenas, acompañado por otro dirigente de Génova proclive a Rajoy, y la conversación derivó hacia el tiempo, el fútbol y otros recursos dialécticos usuales en situaciones de apuro. Arenas tomó asiento y ya no se fue, con lo que el análisis ya no se retomó. Al menos, allí.
Apenas había habido tiempo para sacar la conclusión, aunque sí se obtuvieron indicios, de que Aznar tiene dos favoritos para un urgente cambio generacional: uno es Pablo Casado, secretario de Comunicación del PP, experto en redes sociales y el hombre que obtuvo escaño por Ávila el 20-D con más un 40% de los votos, marcando réecord en su partido; el otro, Lucía Fígar, ex secretaria de Educación del Gobierno de la Comunidad de Madrid, con fama de eficaz aunque también de excesivamente conservadora. Afectada por un sumario municipal en la “operación Púnica” dimitió al instante para no estorbar el acuerdo entre PP y Ciudadanos que llevó a Cristina Cifuentes a la Presidencia de la Comunidad. Dejó claro que no sabía de qué se le acusaba, pero que no quería aforamientos ni ser un estorbo. Al parecer son muchos en el Partido Popular que creen en su inocencia, Aznar entre ellos.
SORAYA S.S, EXCLUIDA
Ambos parecerían a Aznar excelentes herederos del legado del centro-derecha- derecha pura. Son jóvenes y suficientemente preparados. Fígar aportaría, además, el hecho de ser mujer, lo que marcaría un hito en la dirigencia de las formaciones políticas españolas con posibilidad de tocar poder, adelantándose a la paridad e igualdad de oportunidades que han abanderado por sistema las diversas izquierdas. En su contra, la sombra de la sospecha de “Púnica” que no salpica en cambio a Casado, hombre más abierto y dialogante.
Aznar sí tuvo tiempo, según las confidencias recibidas por SABEMOS, de dejar claras tres cosas: una) que no se cuente con él para volver a la política activa y encabezar una alternativa; dos) que es imprescindible prever una opción distinta de Rajoy, por si ésa es una condición esencial que plantee el PSOE para abstenerse; y, tres) bajo ningún concepto la persona que encabece la posible alternancia ha de ser vista como una incondicional del optimate gallego, lo que excluiría de entrada a alguien que por edad, eficacia y aceptación general respondería, en principio, a ese perfil: la actual Vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría.
A no olvidar la frialdad que ha marcado siempre su relación con el ex Presidente.