Desde hace unos meses la posición de la Comisión Europea ha sido muy clara respecto al sector telecos: tiene que haber cuatro compañías por país para que el mercado sea eficiente. Eso prácticamente no sucede en ningún lugar, y con la posible unión de Orange y Bouygues Telecom, parece que en Francia tampoco.
No hace falta cruzar los Pirineos para darse cuenta de que el cuarto operador (real) apenas existe en ningún país. Por ejemplo, en España, el mercado se lo reparten entre Telefónica, Vodafone y Orange. En fijo tienen más del 90% de la cuota, mientras que en telefonía móvil está por encima del 75%. Pese a los intentos de Yoigo y MásMóvil por penetrar en ambos segmentos, el mercado español es cosa de tres.
Francia seguirá el mismo camino. Actualmente, con cifras más o menos aproximadas, en la parte móvil Orange domina el mercado con una cuota del 35%, seguida por SFR (27%) y ya bastante alejadas se sitúan Bouygues (14%) y Free (10%), con un 12% por parte de los virtuales. Por lo que respecta a la parte fija, Orange eleva su cuota hasta el 40%, siendo en este caso Free (22%) y SFR (21%) las que siguen. De lejos Bouygues (8%) y el resto de operadores.
Así pues, el panorama puede cambiar mucho. Y es que en las últimas horas Orange y Bouygues Telecom confirmaron que mantienen «discusiones preliminares» con vistas a su fusión. Bouygues ha explicado en un comunicado que esta misma semana ha firmado un «acuerdo de confidencialidad» con Orange para el desarrollo de esas conversaciones, antes de puntualizar que por ahora «no se ha tomado ninguna decisión y nada garantiza el término de esas discusiones preliminares».
En una línea similar y también para no pillarse los dedos, Orange señala en otro comunicado que en sus contactos con Bouygues no hay obligación de ningún «calendario particular» y que no se están realizando con «un esquema predefinido». El incumbente galo señala que «explora las oportunidades del paisaje francés de las telecomunicaciones» y puntualiza que «sus inversiones y sus posiciones le permiten una total independencia». Añade que «no actuará más que en el solo interés de sus accionistas, de sus asalariados y de sus clientes» y que estará «particularmente atento a la creación de valor» del proyecto de fusión con Bouygues Telecom.
Por su parte, Bouygues ha hecho hincapié en que «sigue convencido de que su actividad en las telecomunicaciones crea valor para el futuro en un contexto marcado por el rápido desarrollo» de las tecnologías de banda muy ancha en el móvil y el fijo. Una forma de dejar claro que no tiene intención de simplemente ceder Bouygues Telecom, sino que estará en el capital del nuevo conjunto si se lleva a cabo la operación.
Bruselas no está de acuerdo
A mediados de octubre de 2015 el vicepresidente de la Comisión Europea para el Mercado Único Digital, Andrus Ansip, manifestó durante un encuentro europeo organizado por el diario Financial Times y la ETNO (Asociación de Operadores de Telecomunicaciones Europeos) que la “relajación” en las normas de competencia no es la solución para alcanzar los objetivos que se propone la Unión Europea en cuanto a la conectividad de banda ancha. Es más, el mensaje que lanzó resulta muy similar al argumento de las organizaciones de consumidores: cuantas menos compañías haya, menos opciones hay para los usuarios y el precio se puede elevar.
De hecho, hay procesos que se están mirando con lupa. Es el caso de la compra de la filial en Reino Unido de Telefónica, O2, por parte de Hutchison, para fusionarla con su filial Three. Aquí hasta el propio regulador británico lo ve con malos ojos, por lo que la Comisión Europea puede que lo tenga sencillo para vetar la adquisición. O bien puede volver a poner una serie de exigencias que finalmente provoque que no sigan adelante.
Así pues, en el caso francés habrá que ver cómo se implica Bruselas en el proceso de fusión, y cuáles son los condicionantes que pone para que la operación se lleve a cabo. Se trata del punto más delicado. La prensa francesa ha avanzado que se estudia la cesión de activos por unos 5.000 millones de euros. Eso significaría que los otros dos operadores que compiten por el mercado francés (Altice-SFR y Free) se quedarían con algunas de las antenas, frecuencias, tiendas y clientes actuales de Orange o, sobre todo, de Bouygues Telecom.