Da igual que en las zonas más empobrecidas del mundo el teléfono móvil se haya convertido en una forma de dinamizar la economía, o que la tecnología inalámbrica permita llevar Internet a donde antes no lo había. El mundo no está lo bastante conectado. Según los últimos datos arrojados por el Banco Mundial en su reciente informe Dividendos Digitales , el 60% de la población mundial no tiene Internet y no puede participar en la economía digital.
Para el Banco Mundial, existe la «prioridad global» de «hacer llegar a Internet a precios razonables. En todo el mundo, 4.000 millones de personas no tienen acceso a Internet, 2.000 millones no tienen un móvil y casi la mitad de la población del planeta vive en zonas sin cobertura. ¿Cómo cambiarlo? «A través de una mezcla juiciosa de competencia en los mercados, asociaciones público-privadas y regulación efectiva de Internet y del sector de las telecomunicaciones» es la receta del organismo que preside Jim Yong Kim.
«Los pobres capturan sólo una parte modesta del dividendo digital», subraya el informe, según el cual, «aunque la mayoría tienen un móvil, no pueden acceder o permitirse Internet». En América Latina, por ejemplo, menos de uno de cada diez hogares está conectado. En la República Centroafricana un mes de Internet cuesta más de 1,5 veces el ingreso anual per cápita. Incluso los móviles son caros: el dueño medio de un teléfono en África gasta más del 13% de sus ingresos mensuales en llamadas y mensajes de texto. Y a muchos pobres les falta la educación básica y las habilidades necesarias para dominar Internet. En Mali y Uganda, cerca de tres cuartas partes de los niños de tercer curso no pueden leer. En Afganistán y Níger, 7 de cada 10 adultos son analfabetos.
Para colmo, algunos de los beneficios de las tecnologías digitales se ven eclpisados por los riesgos, como «mercados laborales polarizados y una creciente desigualdad –en parte porque la tecnología favorece las habilidades superiores y sustituye los trabajos rutinarios, obligando a muchos trabajadores a competir por empleos mal remunerados–«.
Además, la inversión en Internet puede utilizarse con fines oscuros. Según el organismo, «las inversión del sector público en tecnologías digitales, a falta de instituciones responsables, amplifican la voz de las élites, lo que puede resultar en un mayor control estatal y de las políticas». Este tipo de actuaciones favorecen monopolios naturales y, en ausencia de un entorno competitivo terminan apareciendo mercados más concentrados que benefician a los incumbentes.
¿Y en lo social? «Pocas sorpresas, los mejor educados, bien conectados y más capaces han recibido la mayor de los beneficios de la revolución digital», explica el informe.
Según el Banco Mundial, el día medio de la vida de Internet implica el envío de 207.000 millones de correos electrónicos, el visionado de 8.800 millones de vídeos de Youtube, 4.200 millones de búsquedas de Google, 2.300 millones de gigas de tráfico web, 803 millones de tuits, 186 millones de fotos en Instagram, 152 millones de llamadas a través de Kype y 36 millones de compras en Amazon.
En todo caso, el informe del organismo deja bien claro que el acceso a Internet es crítico pero no suficiente: son necesarias otras bases del desarrollo económico en general: «un clima favorable para los negocios, buen gobierno y capital humano preparado».
Sin embargo, la tecnología digital aporta dos nuevas dimensiones. La primera es que aumenta el coste de oportunidad de no llevar a cabo las reformas necesarias. «Amplifica el impacto de las políticas (las buenas y las malas), de manera que cualquier fallo a la hora de reformar te hace quedar muy por detrás de aquellos que sí lo hacen bien. Y los países en desarrollo se juegan más que nunca: tienen mucho que ganar pero también mucho que perder».
La segunda es que, aunque las tecnologías digitales no son un atajo para el desarrollo, pueden facilitar y acelerar las cosas: «El registro de empresas online facilita la entrada al mercado de empresas nuevas e innovadoras; la formación basada en Internet, si está bien diseñada, ayuda a los trabajadores a mejorar sus capacidads; las nuevas plataformas de medios pueden aumentar la participación ciudadana, y los facilitadores digitales –finanzas digitales, medios sociales, identificación digital y elopen data— son beneficiosas para toda la economía y la sociedad en general.
Buenas noticias para España
Justo después de que la fundación Fundetec, capitaneada por El Corte Inglés, Telefónica, Indra y HP, haya anunciado su cese de actividad, al considerar cumplida «su misión de impulsar el desarrollo de la Sociedad de la Información en España por encima de sus expectativas iniciales, y tras haberse convertido en un referente tecnológico y en un caso de éxito pionero de colaboración público-privada en nuestro país”, lo cierto es que los datos del Banco Mundial respaldan en buena medida esa afirmación.
El Banco Mundial, en dos mapas muy gráficos, demuestra cómo el acceso a Internet está incluso peor distribuido que la riqueza. ¿Lo bueno del gráfico? España ocupa una posición muy relevante en ambos casos.
Imagen | Flickr – Robert Couse-Baker