En la nueva película de Charlie Kaufman, el momento más emotivo es también deliciosamente extraño -y hablamos de una película de marionetas animadas por stop-motion donde sale una geisha robótica y todos los personajes salvo dos tienen la misma cara- y, sin embargo, incómodamente cotidiano: Lisa, objeto sentimental del protagonista, canta con la voz de Jennifer Jason-Leigh y sin acompañamiento instrumental de ningún tipo Girls just wanna have fun de Cyndi Lauper.
El clásico del pop jovial de los ochenta recibe una interpretación descarnada y emotiva que resume la idea que se agazapa detrás de esta pequeña maravilla: del mismo modo que Kaufman escoge muy bien un hito del pop frívolo y ya carente de sentido después de todos estos años de sobreexposición, también decide que para contar las historias más humanas de todas hay que emplear las herramientas más frías que se tienen a mano. En este caso, muñecos sustituyendo a los actores.
Y sin embargo, Anomalisa es una de las películas más sinceras y cercanas que se pueden ver en salas ahora mismo gracias a su acercamiento metafórico, pero también sencillo y sin subterfugios, a las relaciones humanas, a la monotonía como ese inevitable asesino de las emociones y a las dudas existenciales que nos abordan cuando nos preguntamos por qué todo este esfuerzo en confortables y monstruosas habitaciones de hotel.
Anomalisa es una especie de versión de cámara, sin estridencias épicas, del debut de Kaufman como guionista, Cómo ser John Malkovich: un escritor de libros de autoayuda -que no se sabe si es la última frontera de la Humanidad, pero debe estar cerca-, con la voz de David Thewlis, lleva un tiempo viendo que todos los seres humanos que le rodean tienen la misma cara (y la inquietante, melosa y algo repulsiva voz de Tom Noonan). Lo lleva con ese estoicismo de quién está convencido de que no le quedan más sorpresas con las que cruzarse, pero esa sorpresa llega: una mujer a la que conoce casualmente, Lisa, que hace que todo se desmorone a su alrededor por su demoledora inocencia y porque no tiene la misma cara de los demás.
¿Está loco el protagonista, es un iluminado, el único que -en modo un poco Philip K. Dick- se da cuenta de lo que sucede a su alrededor? ¿Es Anomalisa un cuento moral o una fantasía simbólica de androides y marionetas torturadas?
Kaufman no da demasiadas respuestas a todo ello, pero plantea las preguntas de la mejor manera posible: como unas cuestiones universales con las que, marionetas o no, crisis de los cincuenta a cuestas o no, es imposible no identificarse.Y con Girls just wanna have fun, claro. Con ese bálsamo para el alma que es Girls just wanna have fun.
Anomalisa
Charlie Kaufman y Duke Johnson
2015