En la batalla de Asculum (279 a.C.) Pirro, rey de Epiro, derrotó a las tropas romanas con un alto coste entre sus propias filas. Al ver tamaño desbarajuste, pronunció la siguiente frase: «Otra victoria como ésta y volveré solo a casa». Daba lugar al concepto de «victoria pírrica», aquella que se consigue a coste muy alto y sin que ofrezca ventaja estratégica ninguna sobre el rival en una guerra. Pedro Sánchez sabe de lo que estamos hablando.
El secretario general del PSOE ha vencido esta batalla con solvencia. Más de la mitad de los votantes socialistas, muchos más de lo que nadie se atrevía a predecir, acudieron finalmente a votar, y un 78,97% respaldó su propuesta.
La pregunta era tan ambigua que se entendía como un juicio genérico a la gestión de Sánchez y, como tal, es una victoria sin paliativos. «El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un Gobierno progresista y reformista», rezaba la papeleta, en la que sólo se podía dar el visto bueno o censurar al líder.
La militancia socialista apuesta por seguir adelante, por un gobierno progresista y reformista #L6Nhorasánchez pic.twitter.com/KYSdPrUbDs
— PSOE (@PSOE) February 27, 2016
Sin embargo, las buenas noticias sirven de poco. No hay perspectivas de que la investidura pueda salir adelante en primera instancia, debido al bloqueo claro que ambos partidos tienen desde la izquierda y la derecha. Nadie imagina a día de hoy un escenario en el que Pedro Sánchez vaya a ser elegido Presidente del Gobierno y parece claro que, salvo que ambos partidos se saquen una paloma del sombrero, Sánchez será el primer candidato en no conseguir el aprobado en una votación de investidura.
Orgulloso del @PSOE y de sus militantes. Orgulloso de este gran partido. Gracias por vuestro apoyo. El cambio está más cerca. #ConsultaPSOE
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) February 27, 2016