El semáforo con figuras con falda está ya instalado en la calle Xàtiva de Valencia, después de haber provocado una polémica realmente idiota sobre si es una forma de luchar contra la desigualdad, gastar dinero público en campañas ideológicas o, mi favorita, festejar la llegada de turistas escoceses.
Si digo que me parece una conversación de besugos es porque, no lo olvidemos, estamos hablando de las figuras en los semáforos. El pagafantas de la iconografía urbana. La figura que siempre está ahí pero a la que apenas prestas atención.
No entiendo que pueda haber el menor grado de controversia por algo así, especialmente porque no somos siquiera innovadores. Ciudades como Dortmund han hecho ya cosas parecidas, con una versión femenina de los icónicos Ampelmännchen con sombrero de la antigua RDA, y porque en Viena incluso hay una versión con parejas gays que se instalaron para Eurovisión el año pasado y que fueron un éxito instantáneo.
Pero si me dejo arrastrar a este debate, me pregunto hasta qué punto la figura tradicional en España representa, realmente, a un hombre.Los semáforos madrileños son de todo menos representaciones de género. En realidad, la representación de una figura neutra, en este contexto particular, viene a significar «persona» más que «hombre». Un hombre con coleta o una mujer con pelo corto y pantalones encajan perfectamente en un diseño perfectamente intercambiable.
No faltará quien diga, con cierta razón, que los retretes del mundo entero utilizan para distinguir entre hombres y mujeres la falda de marras. Pero la muñeca en la que están pensando no es un símbolo universal de la mujer, es un símbolo muy generalizado de los lavabos de señora y una prueba de que muchas personas somos incapaces de acordarnos, mientras intentamos llegar a toda prisa al lavabo, de si los hombres somos el círculo con la flecha hacia arriba o la cruz que apunta hacia abajo.
Sorprendentemente, los pictogramas de los retretes no son tan universales como pensamos. Aunque las clásicas figuritas que todos asociamos están universalmente reconocidas, hay países con excepciones. En Polonia, por ejemplo, hay lavabos en los que el lavabo de caballeros está marcado por un triángulo y el de señoras con un círculo. Si queréis una interesante colección de variables os puedo recomendar esta página.
¿Es una forma de discriminar menos cambiar la figura del semáforo? Ahí tengo dudas. En cuanto empiezas a meter faldas en las señales de tráfico no estás solucionando un problema, estás creando uno nuevo: «¿Hay igualdad en la representación hombre-mujer en los semáforos? ¿Estoy representando adecuadamente al colectivo transgénero?».
Pero es debatir por debatir. En realidad, la iniciativa de Valencia me sirve sólo para sorprenderme de la capacidad de enfadarnos por chorradas que tenemos en este país. Sólo superable por mi propia capacidad de sumarme a la conversación por idiota que ésta sea.
Teniendo en cuenta que el Día de la Mujer Trabajadora nos ofrece menos alegrías de las que nos gustaría y una desigualdad terriblemente resiliente, es justo afirmar que hay cosas más importantes y urgentes por arreglar.