Los últimos presupuestos confirman que existe un trasvase de fondos públicos a favor de los conciertos privados, que ya acaparan 120 millones más que en 2011.
La justificación de los recortes en la educación madrileña no se debe tanto a la tan recurrida austeridad de la que todos presumen, sino a una apuesta encubierta por la enseñanza privada que lleva años llevándose el trozo más grande del pastel. Más allá de las apariencias, con una subida de los fondos destinados a esta materia del 2,75% (4.373 millones) en 2016, la realidad es que son cifras muy inferiores a las presupuestadas en 2009, cuando alcanzaron los 4.753 millones de euros. La diferencia en tan sólo siete años asciende a los 341 millones de euros, algo que podría deberse al periodo de crisis, pero que coincide con el intercambio de partidas en detrimento de los centros públicos.
La prueba de ello es el 0,9% menos que la comunidad destina este ejercicio a la Educación Infantil, Primaria y Especial en comparación a 2015. De los 856.8 millones presupuestados en este ámbito, se recortan casi 4,3 millones en plantillas y otros 4 millones en ayudas directas a los centros. En el otro extremo, la partida Becas y ayudas a la educación se incrementa un 5% respecto al año pasado, en un total de 50,78 millones hasta alcanzar los 1.073.8 millones, de los cuales 970 estarán dedicados a conciertos. Es decir, del incremento interanual de más de 50 millones casi 36 se destinan a la enseñanza privada. El resultado es que entre 2011 y 2016 un 10% de los fondos se han redirigido de la enseñanza pública a los conciertos, un total de aproximadamente 120 millones.
En el mismo tramo dedicado a las ayudas, el incremento de 23 millones en las becas para familias no es todo lo solidario que a primera vista parece. Del montante total de 98,1 millones, la mayor parte va destinada a la escolarización en centros privados en el tramo 0-3 años, mientras que sólo 2 millones financiarán la apertura de comedores escolares en periodos no lectivos para los centros de titularidad pública.
Otro punto negro dentro de los presupuestos madrileños es la partida dedicada a construcciones, que se redujo hasta un 28% respecto a 2015, de los 57 a los 41 millones de euros. En la misma línea, las mejoras en equipos se mantienen congeladas en 24 millones, mientras que el programa de infraestructuras sufre un recorte de casi el 60% respecto a 2011, pasando de los 148,5 a los 65,15 millones.
Universidad no es igual a calidad
El batiburrillo de reformas llevadas a cabo por la Administración en los centros universitarios madrileños ha dado pie a un reajuste presupuestario total de cara a que cuadren las cuentas. Aunque es verdad que la cuantía ha crecido hasta 73 millones en este sentido, de los 907,2 millones previstos para cubrir este ejercicio; 39,5 serán destinados a compensar la bajada de las tasas y 23 millones al cumplimiento de sentencias que reconocen una deuda de la Comunidad de Madrid con las universidades públicas que supera los 300 millones.
En relación a los estudiantes, las ayudas vinculadas a los resultados académicos ascienden a los 6,8 millones de euros, mientras que aquellas dedicadas a paliar las situaciones de desigualdad se quedan en tan sólo 2 millones.
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