Más allá de las apariencias: el negocio de la compraventa de seguidores en Twitter

José Antonio Rodríguez Salas cuenta con más de 400.000 seguidores en Twitter

Cada vez son más los personajes públicos que pagan un servicio para engordar rápidamente su lista de followers. El alcalde socialista de Jun se encuentra en el “top ten” de los políticos más seguidos, por delante de Pedro Sánchez o Ada Colau.

El mecanismo es muy sencillo: ¿quieres conseguir que miles de personas te sigan en tan sólo pocos días? No hace falta que te pongas a ello, existen empresas que por un módico precio conseguirán relanzar tu popularidad en las redes sociales. Fijas un número, fijas un plazo y comienza el juego. El sistema empieza a seguir a miles de personas en tu nombre y espera la respuesta de cortesía de buena parte de la audiencia. Los que no responden son automáticamente eliminados, con su correspondiente unfollow, pero sólo durante un tiempo. Y vuelta a empezar, se inicia el proceso desde el principio hasta que se consigue la cifra pactada.

Esto fue lo que descubrió el periodista Pablo Herreros tras observar un comportamiento bastante sospechosos de algunos individuos en Twitter. Ciertos perfiles comenzaban a seguirle para después borrarle alternativamente durante siete u ocho veces. Tras investigar un poco, descubrió que estas personas tenían una auténtica legión de fans en Twitter de forma inexplicable, mientras que ellos sólo seguían a un grupo mucho más exclusivo y reducido. ¿Magia? No, pura ciencia, se trata de un sistema basado en un simple algoritmo matemático.

La ambición por la fama

A pesar de que el protagonista de la historia no quiere desvelar nombres propios -de una larga lista recopilada a lo largo de los años- sí que pone dos ejemplos de perfiles muy por encima de sus posibilidades: José Antonio Rodríguez Salas, alcalde de Jun por el PSOE, y Juan Francisco Escudero, concejal de Ciudadanos en Alicante. No obstante, el alcalde Jun ha querido matizar el texto de Pablo Herreros. Mediante un mensaje directo le ha expuesto su influencia es real y para ellos se compara, mediante herramientas de medición, con Albert Rivera o Mariano Rajoy. Además, asegura que no ha comprado ningún usuario, y que el movimiento de sus follows y followers se debe a la gente que deja de seguir por falta de actividad.

El primero cuenta con un total de 403.000 seguidores en Twitter y su pueblo no cuenta con más de 3.600 habitantes. Si no cuadran las cifras, aún es más sorprendente que supere en followers al secretario general de su partido, Pedro Sánchez (302.000), o a Ada Colau (380.000). El caso de Escudero es más de lo mismo; un concejal de un partido que ni siquiera gobierna en su ayuntamiento pero que cuenta con la friolera de 459.000 seguidores.

El principal atractivo en ambos casos es que de cara al público parece que estos personajes tienen algo muy importante que decir, ya que tanta gente les sigue de manera aparentemente espontánea. “El número de seguidores de ambos está por encima de su fama y sus responsabilidades, pero a la altura de su ambición”, sentencia Pablo Herreros.

Todo bajo control

¿En qué criterios se basa la máquina para elegir a tu legión de followers? Básicamente en lo que tú quieras, si te dedicas a la política o a la economía buscará personas afines a tus intereses y con la máxima influencia posible, con el propósito de atraer a nuevas adquisiciones relacionadas con tu sector profesional.

¿Twitter no penaliza estas prácticas? En principio no se da ni cuenta, el sistema funciona de forma tan sutil –respetando los plazos, planificando las tandas de follow-unfollow- que la red no tiene por qué registrar ningún comportamiento sospechoso. Sin embargo, tampoco existe ningún motivo legal por el que podría ponerse en riesgo este negocio. Al fin y al cabo, se trata de un servicio de community manager pero a lo bestia.

“Me parece una forma de aparentar ser lo que no eres”, señala Pablo Herreros en su blog. Y es verdad que, por el momento, sólo se puede juzgar desde la ética el mercado de los seguidores en Twitter. Otras cuestiones inquietantes son si estas campañas de marketing se financian de forma privada o por medio de fondos públicos, en el caso de los políticos, o si realmente existen líderes de opinión ficticios en todas las formaciones y sectores. No hay datos concretos sobre este fenómeno que puedan arrojar algo de luz. Sin embargo, sea más o menos justo, es una forma “fea pero efectiva” de entrar por la puerta grande en las redes.

[* Actualización] Un día después de que Herreros haya destapado el asunto, en el que no culpa de comprar followers a nadie, sino que habla de unas posibles prácticas que contravienen las normas de Twitter, según publica ‘El Confidencial Digital’, el alcalde de Jun tendría pensado demandar a Herrros por lo publicado en su web. Asegura que no se puede acusar a nadie de eso.

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