En el camino de Cuba hacia el aperturismo, la llegada a la isla del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, supone un hito notable. Que un “comandante en jefe” del gigante norteamericano ponga sus pies en el país por vez primera en 88 años abre la puerta a la normalización de su sistema político y económico, con las oportunidades de negocio que ello conlleva.
Muchas cosas han cambiado desde que el republicano Calvin Coolidge visitó Cuba en 1928. En Estados Unidos la ínclita Ley Seca impedía a los ciudadanos beber alcohol, mientras en la isla corría el licor durante el mandato de Gerardo Machado. Coolidge fue el último presidente de EEUU en entrar en la isla y lo hizo en un buque militar, algo que sería considerado como una provocación -si no un acto de guerra- en la actualidad. Porque la situación ha cambiado radicalmente.
El viaje que hoy emprende Barack Obama pretende desatascar de manera definitiva la situación cubana y augura una nueva era para los negocios en la isla, un mercado en el que España ya ha puesto sus ojos.
Mientras los últimos 88 años han supuesto la consolidación de Estados Unidos como gran potencia capitalista, Cuba se ha quedado aislada. No sólo desde el punto de vista político, como uno de los pocos experimentos comunistas que han sobrevivido al derrumbe de la Unión Soviética, sino también desde el punto de vista económico, con un embargo que lastra al mercado cubano desde 1960.
Precisamente las carencias derivadas de la congelación de las relaciones comerciales entre los dos vecinos han generado una serie de oportunidades para las empresas que quieran hacer negocios en el país caribeño.
La escasez de plazas hoteleras en Cuba actúa como cuello de botella para el sector turístico
“Tienen la necesidad de poner al día sus infraestructuras básicas, el embargo ha pesado como una losa”, confirma el director general de Llorente & Cuenca en Cuba, Pau Solanilla. La consultora ha comenzado hace unas pocas semanas a operar en la isla para asesorar a compañías que quieran establecerse en el nuevo mercado que se abre al mundo.
Las empresas españolas pueden beneficiarse de las oportunidades de inversión identificadas por el Gobierno cubano, que se concentran en un puñado de sectores, según Solanilla: el transporte; la minería; los servicios; el abastecimiento de recursos fundamentales, como el agua y la energía; la construcción y rehabilitación de edificios; la producción agroalimentaria, desde la avícola al chocolate; y, cómo no, el turismo.
El sector turístico cubano tiene un “cuello de botella”, indica el director general de la consultora en la isla, ya que Cuba debe aumentar su número de camas en hoteles “hasta tener una capacidad de absorción mucho mayor”.
No basta con mejorar la capacidad cuantitativamente sino cualitativamente, puesto que los visitantes van a buscar cada vez más los destinos con cuatro o cinco estrellas: “El vecino estadounidense va a ser el gran cliente, pero ese turismo hay que gestionarlo con calidad”, explica Pau Solanilla.
El sector está llamado a ser uno de los que más atención reciba por parte de las empresas españolas, no sólo por el elevado número de multinacionales hoteleras y turísticas con sede en la Península sino porque muchas de ellas ya hacen negocios en Cuba.
Oportunidades y riesgos
“España ya tiene una gran tradición en Cuba; nosotros ya estamos con un pie en la isla, tenemos el puente abierto”, afirma Solanilla. “Las empresas españolas, aquellas que ya han tomado posiciones o que tienen un ojo puesto en Cuba, van a ser las grandes beneficiadas del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y EEUU, incluso más que las norteamericanas”, añade.
Esta paradoja se produce porque por mucho que los gestos políticos por parte de la Administración estadounidense se sucedan a iniciativa de Obama, la legislación de EEUU todavía secunda el aislamiento de Cuba. De hecho, para revocar la Ley Holms-Burton, que sanciona la actividad comercial en la isla, hace falta el respaldo del Congreso y el Senado de Estados Unidos. El cambio, aunque esté a la vuelta de la esquina, va a tardar en consumarse.
Así pues, las compañías estadounidenses se van a ver perjudicadas mientras el resto se aprovecha del mensaje de confianza que envía el presidente con este viaje.
“La visita de Obama en sí misma es una señal muy fuerte que indica que el camino está abierto y que no hay marcha atrás. El deshielo de Obama ha pintado las líneas en la carretera sobre las que hay que transitar”, asegura Solanilla.
Pau Solanillas: “No nos podemos confiar; los éxitos del pasado no garantizan los del futuro”
Ahora sólo es cuestión de aprovechar la oportunidad, así que “hay que mover las caderas”, según este directivo. “No nos podemos confiar; los éxitos del pasado no garantizan los del futuro”, subraya Pau Solanilla, quien advierte de que el proceso de normalización diplomática entre Cuba y EEUU ha desencadenado una “cascada de visitas de alto nivel” a la isla por parte de mandatarios de países de todo el mundo, acompañados de delegaciones empresariales.
Tanto es así que el Gobierno de Francia ha comenzado a dar un “trato preferente” a Cuba, mientras que algunas compañías italianas de hoteles y cruceros han comenzado una “ofensiva comercial” dirigida a la isla.
Las empresas españolas que todavía no están en la isla ya se han interesado por el nuevo escenario económico. Sin embargo, la actual incertidumbre política en España impide que el país se involucre más.
“Cuba está negociando la condonación de la deuda. Ya hay acuerdo con España en este sentido, con el Ministerio de Economía, para condonar la deuda y así convertirla en inversión privada. El problema es que eso no puede acordarlo un Gobierno en funciones. Este Ejecutivo no puede culminar el proceso”, indica Pau Solanilla.
Foto: Flickr – Natalie Maynor