El Gobierno ocultó que ya sabía antes de las elecciones que no cumpliría el objetivo de déficit

El ministro de Economía, Luis de Guindos, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

El Gobierno remitió el pasado 15 de octubre un reporte de las cuentas públicas a Bruselas en el que anticipaba que España no cumpliría el objetivo de déficit marcado para ese año, sino que habría una desviación de dos décimas, hasta el 4,4% del PIB desde el 4,2% fijado por la UE. Rajoy esperó hasta febrero para confirmar que se sobrepasaría incluso esa previsión y que en 2015 el déficit fue al menos del 4,5%.

Tanto antes como después de aquella notificación de octubre -a la que ha tenido acceso Europa Press– y a dos meses de las elecciones generales del 20 de diciembre, el Gobierno sostuvo en reiteradas ocasiones que los compromisos se cumplirían, y solo después de los comicios, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, admitió el 11 de febrero que, efectivamente, el saldo negativo de las cuentas rondaría el 4,5% del PIB. Habrá que esperar a ver la cifra definitiva de esa desviación cuando el Gobierno publique los datos definitivos a finales de este mes, entre el 28 y el 31 de marzo.

El documento enviado a la Comisión Europea, el más reciente según han confirmado fuentes del Ministerio de Economía, anticipaba que el saldo negativo del conjunto de las administraciones se redujo el pasado año en casi 14.000 millones de euros, desde los 61.319 millones en 2014 (dato ratificado por Eurostat) a los 47.614 millones de euros, un recorte insuficiente en unos 2.000 millones de euros.  Y es que, el Gobierno adjuntaba a estas cuentas una previsión de PIB de 1.080.217 millones de euros, con lo que la ratio de déficit resultante era del 4,4%.

Posteriormente, el PIB español cerró 2015 con un crecimiento del 3,2% en el consuperior a esa referencia, del 0,8% respecto al trimestre anterior, hasta los 1.081.190 millones de euros, frente a los 1.080.217 millones que se tomaron como referencia en dicho documento.

El Gobierno lo negaba

Echando la vista atrás, España trasladó a Bruselas los Presupuestos de 2016 en septiembre y no en octubre, como es habitual, para dejar la cuestión zanjada antes de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre.  También de forma poco habitual, el Comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, no esperó a que la Comisión Europea diera a conocer su valoración del plan presupuestario español, sino que se adelantó y el 5 de octubre alertaba del riesgo de incumplimiento de los objetivos de déficit por parte de España, tanto en 2015 como en 2016.

Estas declaraciones despertaron un gran revuelo y la respuesta del Gobierno no se hizo esperar. Al día siguiente, el ministro de Economía, Luis de Guindos, respondió tajante: «El Gobierno está convencido de que se van a cumplir los objetivos de déficit público este año, que va a estar en el 4,2% del PIB, y que el año que viene estará por debajo del 3%». En todo caso, antes de verse sorprendido por las declaraciones de Moscovici, Guindos afirmó que las divergencias entre la Comisión Europea y el Gobierno en cuanto a las cifras de 2015 eran «muy muy pequeñas», y las achacó a diferencias en las tasas de crecimiento.

Diez días después, el Gobierno remitió a Bruselas el documento en el que admite la desviación del déficit hasta el 4,4% del PIB. Lo cierto es que el PIB español cerró el pasado año con un crecimiento del 0,8% respecto al trimestre anterior, hasta los 1.081.190 millones de euros, frente a los 1.080.217 millones que se tomaron como referencia en dicho documento. Sin embargo, poniendo en relación el saldo previsto de déficit público con esta ambas cifras de PIB la desviación hasta el 4,4% es la misma, con una variación de apenas milésimas.

Más aún, cuando la Comisión Europea evaluó finalmente en el mes de noviembre el plan presupuestario de España para 2016, ahondaban en las palabras de Moscovici. Bruselas estimó entonces que el déficit de 2015 alcanzaría el 4,7%, cinco décimas más que lo comprometido, y el 3,6% este año, cuando deberían limitarse al 2,8%. Ese mismo día, el ministro de Economía español, con el reporte ya en poder de Bruselas, defendió una vez más que España cumpliría. «El Gobierno está convencido de que se van a cumplir los objetivos de déficit público este año, que va a estar en el 4,2% del PIB, y que el año que viene estará por debajo del 3% del PIB».

Ya en el mes de febrero de 2016, Rajoy admitió esta desviación, habló de un déficit del 4,5% del PIB,  e incluso dejó la puerta abierta a pedir a Bruselas una flexibilización de la senda de consolidación presupuestaria.

¿Dónde está la desviación?

Sin embargo, Bruselas sigue pidiendo mano dura a España en la reducción del déficit, e incluso el pasado 9 de marzo remitió una recomendación fiscal autónoma reiterando esta postura y poniendo el acento en la necesidad de controlar los presupuestos de las comunidades autónomas.

Volviendo a las cuentas que España le había remitido previamente en octubre, el Gobierno preveía que dos décimas de desviación del déficit sobre los objetivos marcados por el mal comportamiento de las comunidades autónomas y la Seguridad Social. En el caso de las primeras, el Ejecutivo anticipaba un déficit del 1% del PIB, frente al 0,7% previsto, hasta los 11.012 millones de euros. Para la Seguridad Social preveía un saldo de 10.777 millones de gastos sobre ingresos, con un déficit del 1% también, sobre el 0,6% comprometido.

En total serían siete décimas de desviación, de las que cinco se verían compensadas por el mejor comportamiento del Estados y los entes locales. Así, el Estado cerraría 2015 con un déficit del 2,8% del PIB, hasta los 29.946 millones de euros, una décima mejor de lo previsto, y la administración local con un superávit del 0,4%, con 4.121 millones de saldo positivo, frente a la previsión de equilibrio.

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