En número de licencias, el rugby no figura entre los deportes preferidos de los españoles. Fútbol y baloncesto acaparan la principal atención pero, incluso en licencias federadas, está claramente superado por otras disciplinas. El ‘oasis’ del rugby en España está en Valladolid. Con dos clubes dominadores en la División de Honor, la final de la Copa del Rey que se disputará este domingo 17 es el mejor ejemplo. Por primera vez se disputará en el estadio José Zorrilla y registrará un récord de afluencia con 25.000 espectadores.
La razón de esa excepción vallisoletana reside en su tradición. Los clubes El Salvador y VRAC (Valladolid Rugby Asociación Club) acumulan una historia colegial, fraguada en los patios donde los niños conviven con el balón oval. El desaparecido colegio El Salvador, en una zona céntrica de la ciudad en cuyos terrenos el Ayuntamiento quiere ubicar la Ciudad de la Justicia, ha sido la auténtica cantera de Valladolid durante muchos años. Fue un club precursor no solo en acumular títulos de Liga en España, sino en abordar la transición entre el puro amateurismo que sigue imperando ahora y una mezcla profesional al sumar jugadores extranjeros que refuerzan su plantilla.
Años después nació el VRAC, a la vera del colegio Lourdes pero con un concepto más directo en cuanto a la gestión del club en cuanto a presupuesto y confección del primer equipo. Desde prácticamente su nacimiento le acompaña como patrocinador principal la firma Quesos Entrepinares, una empresa local interproveedora de Mercadona, que ha ligado el desarrollo de su marca al deporte del rugby con evidentes resultados a la vista de su fidelidad.
A ambos le une una eterna rivalidad pero también la filosofía de cuidar la cantera como expresión de base en la que fundamentan su criterio como club. No suelen alimentarse de demasiados jugadores nacionales ajenos a la casa, aunque los tengan. Esencialmente se componen de los ‘productos’ que forman año a año más los comentados refuerzos que llegan de ligas extranjeras con mayor nivel.
En los últimos años, ‘chamizos’ (apelativo de los jugadores de El Salvador) y ‘queseros’ (por su patrocinador), dominan el rugby en España y son una fuente inagotable de jugadores para la selección española. Entre ambos se reparten diez copas del Rey (6 El Salvador y 4 el VRAC) y el palmarés de las últimas ligas también está copado por ambos.
En Valladolid, llenan espacios de prensa, radio y televisión como si fueran clubes de fútbol. El campo municipal que comparten, llamado Pepe Rojo en honor a uno de los históricos impulsores del rugby local, es un auténtico templo con sabor de antaño donde se mezcla este deporte en estado puro hasta su prolongación en el habitual tercer tiempo tan característico. Cuando hay derbi local, las colas de coches son interminables y el ambiente, sano, razona el matrimonio Rugby-Valladolid. Pero no puede acoger más de 5.000 apretados espectadores, repartidos en dos gradas y buscando huecos donde no los hay. Por eso se pensó en el estadio de fútbol y las previsiones se desbordaron.
Propuesta del Ayuntamiento
La idea del Ayuntamiento de Valladolid enseguida cuajó. Con la colaboración del Real Valladolid que, en apenas una noche, debe adaptar el terreno de juego porque el día anterior juega partido de Liga en Segunda División contra el Zaragoza, se montó un operativo de organización y comenzó el proceso de venta de entradas. La localidad, única, cuesta 10 euros. Costaba, porque ya están todas agotadas. En principio, se pensó en llenar el primer anillo del estadio para conseguir un aforo de unas 15.000 personas pero la demanda se disparó y el estadio estará a rebosar. Con ese cartel de aforo completo, será el partido de rugby más visto en directo de la historia de este deporte en España con 25.000 espectadores y un ambiente propio de otras citas deportivas de mayor calado.
Valladolid, que ha tenido equipo de fútbol en Primera División y jugando competición europea, que ha disfrutado de la élite del baloncesto en la ACB y en Europa, que ha ganado competiciones continentales con su equipo de balonmano, presume ahora de la pureza del rugby con sus dos emblemas y una final repetida en cuanto a los contendientes pero inédita por todo lo que le rodea. Incluso, el alcalde de la ciudad, Óscar Puente, ha conseguido la asistencia en el palco del rey Felipe VI para presenciar la final de la competición que lleva su nombre.
Fuera del estadio habrá carpas de ambos clubes, pero dentro no se podrá beber cerveza pese a los denodados intentos de conseguirlo porque… rugby y cerveza también forman un binomio especial por su tradición británica. Será un partido histórico que la Federación Española también quiere exportar como escaparate para relanzar su producto, que busca espacios mediáticos que ahora no tiene. Salvo en Valladolid, que es el oasis del rugby español.