La compañía de la manzana no vive sus mejores días. Se ha abierto el melón para cuestionar a Apple y su rendimiento en el mercado. La extrema dependencia del iPhone para su facturación, provoca dudas sobre su presente y, sobre todo, sobre su futuro.
Ser analista en el sector de la tecnología móvil es complicado. En 12 meses todo puede cambiar. Tanto, que las previsiones de enero pueden no valer en diciembre, justo cuando la campaña de Navidad entra en juego.
Pese al riesgo, según recoge Bloomberg, los analistas de Barclays esperan que las ventas de iPhones no tengan crecimiento positivo los dos próximos trimestres. El motivo para esta conclusión es que el iPhone 7 no traerá una mejora sustancial con respecto al iPhone 6, y que por lo tanto no será un gran incentivo para elevar el ciclo de sustitución dentro de los seguidores de Apple.
Así, los analistas de Barclays pronostican una disminución del 1,8% en las ventas del terminal estrella de la compañía para 2016. Aunque las cifras siguen oscilando con cada nuevo informe que surge.
En este contexto, estiman que el verdadero problema para Apple, como ya se avisó en sus últimos resultados, es que los demás productos de la compañía no están teniendo el éxito esperado. Por eso, que haya una caída en las ventas de terminales es un problema de difícil solución. En estos momentos ese segmento representa 6 de cada 10 dólares que entra en la compañía. Por lo tanto, si cae la venta de iPhones, caerán los ingresos.
Lo que tienen claro estos analistas es que el gran salta llegará con el iPhone 8. Primero porque la compañía lo necesita y, segundo, porque sus mejoras tecnológicas supondrán otro cambio disruptivo frente a los dos últimos modelos.
Los accionistas esperan una respuesta rápida. La curva de caída no se puede mantener mucho más tiempo dentro de la compañía.