El gobierno del gigante asiático ha decidido reducir las subvenciones al vehículo eléctrico, más de lo que estaba previsto, lo que podría forzar a los fabricantes de todo el mundo a bajar los precios para seguir siendo competitivos y no perderse el crecimiento en un mercado tan prometedor.
En una economía globalizada, el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo, como dice el proverbio chino que da nombre al “efecto mariposa”. Del mismo modo, las subvenciones de China al coche eléctrico pueden marcar el devenir de la industria en los próximos años.
El Ministerio de Finanzas de la superpotencia oriental ha anunciado en su web que va a recortar los subsidios a la compra de vehículos eléctricos un 20% entre 2017 y 2018, y un 40% entre 2019 y 2020. Una faena para los productores de automóviles que, además, supera con creces la reducción del 10% prevista en un principio, tal y como adelantó el propio ministerio.
Todo porque China tiene un serio problema con la contaminación. Las boinas de porquería en suspensión en las ciudades adquieren dimensiones y densidades que no se ven en otras partes del mundo. Para hacernos una idea de la magnitud del problema, aquí va un mapa.
Dentro de sus planes quinquenales -qué concepto tan maoísta-, el Estado liderado por Xi Jinping tenía el objetivo de llegar a los 5 millones de vehículos eléctricos en 2020. Por ahora, las ventas no van tan bien como para alcanzar el objetivo, con 74.763 unidades suministradas al mercado en 2014, según los productores nacionales de automóviles, pero las subvenciones públicas han provocado una mejora sensible en los datos.
La influencia en el mercado mundial
Al calor de las ayudas públicas, muchas compañías occidentales han acudido a la llamada china. La mayoría de ellas lo han hecho mediante joint-ventures o empresas conjuntas con otras firmas del país, debido a las restricciones legales para la operación en este particular mercado.
Es el caso de Daimler (grupo de la marca Mercedes-Benz) y también de Volkswagen, compañía que llegó a anunciar el lanzamiento de 20 modelos eléctricos para el país. Mientras estas se han posicionado en un mercado emergente con las garantías que aporta el respaldo del Estado, el gobierno chino ha conseguido que el tejido industrial de automoción reciba un empujón innovador.
Lo que busca China al retirar progresivamente las ayudas públicas es forzar una mayor competencia en los precios de los vehículos limpios, que todavía tienen un coste elevado para el consumidor. Frente al aletargamiento que provoca en los productores una economía subvencionada, los fabricantes van a tener que innovar para ofrecer autos interesantes y con precios ajustados al bolsillo chino. Al menos, es lo que pretende el gobierno.
No obstante, con un petróleo en caída libre, tanto los consumidores como las marcas de coches pueden postergar su interés por el vehículo eléctrico. Será cuestión de apostar con energía por los coches verdes.
Foto: Flickr – Tefl Search