Los valencianos despertaban el martes con la publicación de un decreto de la Diputación de Valencia por el que su Presidente, Alfonso Rus, delegaba todas sus funciones en el vicepresidente de la corporación provincial hasta el próximo 20 de mayo. Esta temporalidad, lejos de ser una muestra de una intención de volver al cargo, puede ser el último favor que Rus realiza a sus ya excompañeros de partido.
Desde la mañana de ayer Juan José Medina es el presidente en funciones de la Diputación de Valencia. Su llegada es impecable en lo formal, el vicepresidente primero siempre releva al presidente cuando este se ausenta; polémica en su contexto, ya que llega a causa de un escándalo que afecta al presidente oficial, y sospechosa para muchos al tratarse de una sustitución de apenas ocho días, puesto que el decreto firmado antes de marcharse por Rus especifica que la delegación expira el 20 de mayo. Pero lo cierto es que esta temporalidad es el mejor indicio de que el Partido Popular de la Comunidad Valenciana está cerca de ganar el pulso que les echó Alfonso Rus cuando se negó a dimitir de la presidencia provincial del partido.
Y es que aunque el PP Valenciano quiere deshacerse cuanto antes de la figura de Alfonso Rus al considerarlo un activo tóxico, una dimisión abrupta del cargo del presidente de la Diputación es lo peor que les podría pasar. Un vacío en la dirección de la corporación daría a la oposición política las armas para exigir un pleno en el que elegir un nuevo presidente, algo que preocupa a los populares pues no sólo sería un caos organizativo a estas alturas de campaña electoral, sino que en la práctica sería como celebrar un debate sobre la corrupción a las mismas puertas de las elecciones.
El PPCV tratará de hacer control de daños con la salida de Rus, pero necesita tiempo para minimizar el golpe. Es esta perspectiva la que anima a algunos de los cargos del PP a considerar —en privado puesto que la postura del partido sigue siendo la de mantener silencio sobre Rus— que en la cuenta atrás hacia el 20 de mayo tiene más que ganar el partido que su antiguo presidente.
En Xàtiva, sin embargo, las cosas se ven de manera distinta. A pesar de que la campaña electoral obliga a todos los portavoces de oposición a propugnar su confianza en que el fin de las décadas de dominio de la ciudad por parte de Alfonso Rus es inminente, sus militantes, de nuevo a micro cerrado, consideran que Rus es un enemigo demasiado fuerte como para creerlo cautivo y desarmado, y no descartan que aún sea capaz de realizar un movimiento audaz contra su partido. Antes del 20 de mayo debe conocerse si tienen razón.