Parece imposible que un partido político entre en una caída libre tan pronunciada como la que desde hace tiempo afecta al PSOE, que casi con seguridad lo arrastrará a dejarse en las urnas del 26-J gran parte de las ya escasas plumas que le quedan. Concurren una serie de circunstancias fatales de las que, posiblemente, unas sean simple coyuntura; pero otras amenazan convertirse en crónicas, sin solución ni marcha atrás, capaces de llevarlo hasta la marginación y la irrelevancia. Para entendernos, a un desenlace al estilo del PASOK griego, cuyos posicionamientos han pasado en su país de ser esenciales a provocar una indiferencia pasmosa.
Nunca el histórico partido de Pablo Iglesias (el Senior, para entendernos) se ha recuperado del triste fin de la etapa felipista, envuelta en corrupción rampante, el paro más desenfrenado sufrido por España, enfrentamientos internos cainitas entre los “renovadores” y los “guerristas” (los de la beautiful people, la guardia pretoriana de González, que decidían todo y de todo se beneficiaban, y unas bases invadidas por una decepción galopante con las que sólo se contaba a la hora de votar).Los unos y los otros, provocados, estimulados y tensionados hasta lo insoportable por las manipulaciones del líder, de “Dios” en feliz definición del entonces secretario de Organización José María Benegas.
EL HUNDIMIENTO DE LA IMAGEN DE FELIPE
Y estaban las acusaciones de “traición” repetidas mil veces desde la UGT dirigida por Nicolás Redondo, el hombre al que el fenecido “Isidoro” debía su elección como Secretario General en Suresnes. Redondo pilló pronto la tendencia de González al hedonismo, la buena vida, los lujos propios de millonarios, que, superada la etapa del amiguito del alma Sarasola que le sirvió para disimular, lo condujeron a convertirse en un bróker al servicio de los intereses –decentes unos, aunque reñidos con la ética; vidriosos otros, como muestran su carta a un sanguinario dictador recomendando a un turbio empresario iraní, publicada hace un par de semanas por “El Mundo”, y las conexiones que viene manteniendo desde décadas con toda clase de buhoneros de los negocios- de cualquiera que le llevase de aquí para allá en mega jets privados y pasara por taquilla. Hoy, este hombre ha pasado de referente del socialismo español y mundial a ser alguien a quien hay que ocultar en el rincón más oscuro del sótano y amordazado para que mantenga cerrada la boca, no sea que siga dando lecciones que mueven a risa.
LA “DESGRACIA” ZAPATERO
Pareció después que aquella camada de jóvenes lobos que auparon a la Presidencia a José Luis Rodríguez Zapatero restablecería la ilusión entre quienes creían, y creen, en los valores progresistas de una socialdemocracia con criterios sólidos. Por desgracia, el resultado del experimento, fuera de algunas leyes de avance social en su mayoría sin financiación viable, significó una catástrofe para la vida económica de los españoles y un caos para la estructura territorial del país. En lo primero, algo se ha corregido el rumbo en la Legislatura pasada; en lo segundo, gracias a los flipes de aquel iluminado con su deslumbrante idea de convencer a los nacionalistas catalanes para pedir un nuevo Estatuto, pero éste de máximos, tenemos el Estado manga por hombro. Y sin perspectivas de solución.
Después ha venido una cascada de descuajeringues, despropósitos, choques de ambiciones personales, descubrimiento de saqueos de los dineros públicos –el desenlace de los EREs con dos Presidentes de la Junta de Andalucía y media docena de consejeros procesados en medio de defensas de su inocencia por los jerarcas, incluida la “tocada y casi hundida” Susana Díaz, lo prueban- son hoy el remate de una situación que ha devenido en imposible. Se pongan como se pongan, para la calle es lo mismo que el PP hizo con Bárcenas, Camps, Matas, Barberá, etc.
Y está la debilidad de un liderazgo de Pedro Sánchez cuestionado desde buena parte de las baronías. Es persona presa de un perenne desconcierto que le lleva a decir una cosa hoy y la contraria mañana, persiguiendo sin descanso una desesperada ambición de ser Presidente.
Su mayor problema consiste en que ya todo el mundo sabe que ése, y no otro, es el objetivo que le mueve. Y cada día se extiende más la decisión de negarle el capricho a quien se ve, casi en general, como “un listillo” de escasos escrúpulos y nulos méritos.
EL PP TIENE GARANTIZADO UN SUELO, EL PSOE NO
Por eso no se toma en serio la ocurrencia milagrosa e imposible que plantea cada día. Y por eso el 26-J puede terminar en catástrofe para él, lo que sería sólo un problema para los señores de Sánchez y el núcleo de oportunistas de la misma escuela que forman su estado mayor de Ferraz, y para el Partido Socialista. Cosa que sí sería una muy mala noticia para España.
Muchos ciudadanos se preguntan: ¿cómo es posible que el socialismo en la oposición a nivel nacional haya sufrido un desgaste mayor que una derecha pringada en mil corruptelas y en el ejercicio del poder, siempre expuesto al juicio público?
La explicación es más sencilla de lo que parece, partiendo del dicho de que los ciudadanos siempre esperan de la derecha una elevada eficacia en la gestión y de la izquierda un superior respeto de la ética. Lo cierto es que en la España actual ni lo uno ni lo otro se ha cumplido.
Pero volvamos a la explicación: los electores de la derecha, si quieren seguir votando derecha porque coincidan con sus postulados, apuesten por su gestión o a causa de su rechazo de lo que representa la izquierda, no tienen otra opción que el Partido Popular. Albert Rivera se creyó que con su acuerdo con Sánchez para intentar vender un talante de entendimiento ese elector le agradecería la buena voluntad y le trasvasaría su apoyo. No va a ser así. Sólo ha generado una desconfianza que le va a impedir crecer, más allá un pequeño pellizco.
Por el contrario, al PSOE le ha salido el formidable forúnculo una izquierda, confusa sin duda, pero muy bien diseñada. El 20-D no se produjo el tan mentado “sorpasso” porque Podemos se presentó sólo, y haciendo promesas de transversalidad que llevaron a muchos a desconfiar de sus verdaderas intenciones. Ahora, con la OPA a Izquierda Unida, cubre todos los frentes: el mensaje marxista ortodoxo del que se encargarán Alberto Garzón y, desde la nube, el gurú Julio Anguita, y el populista radical, pero cada vez de tono más amable con el Sistema, de Iglesias y su corte.
Un “quítate tú, que me pongo yo” al que el PSOE va a tener muy difícil, si no imposible, sobrevivir como una fuerza principal. Claro está que siempre le quedará París, como a Ricky en “Casablanca” y convertirse en un complemento auxiliar de los morados, a cambio de algunas migas de pan.