Los críticos de PP y PSOE abrirán el debate sucesorio si hay hecatombe electoral

La pérdida de la comunidad y el ayuntamiento de Madrid supondría un duro varapalo para Rajoy

No se someten al veredicto de las urnas, pero Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se juegan más que nadie en las elecciones municipales y autonómicas que se celebran hoy. Ambos salen a salvar los muebles, pero un mal resultado global en los comicios pondría en la picota sus liderazgos. No faltan adversarios en sus respectivos partidos que están ya con la escopeta cargada para abrir el debate sucesorio.

Rajoy y Sánchez tienen sus respectivas líneas rojas. La principal de cada uno es salir derrotado en el número total de votos en las elecciones municipales. Hay que tener en cuenta que ambos arrancaron la campaña en empate técnico, según la encuesta del CIS, cuando hace cuatro años la diferencia real alcanzó los diez puntos a favor del PP.

Es evidente –y así lo dicen los sondeos- que el partido de la gaviota bajará en número de votos. La irrupción de partidos emergentes hace que sea imposible para los populares repetir el éxito obtenido en mayo de 2011: 8.474.031 votos en el total nacional, lo que representó el 37,54 por ciento de los sufragios.

La clave estará en conocer de cuántos puntos es la caída. Todo lo que sea por debajo del 25 por ciento de los votos –ése es el porcentaje que le dio el CIS en el barómetro de abril- resultaría una hecatombe para el PP y dejaría claro que los populares se encuentran en caída libre cuando quedan seis meses para las elecciones generales.

Los socialistas, por su parte, arrancaron la campaña con una estimación de voto del 24,3 por ciento, tres puntos por debajo de los resultados de 2011, que fueron para el PSOE las peores municipales de su historia (6.276.087 sufragios y el 27,79 por ciento). Todo lo que sea por debajo del 24,3 por ciento sería un fracaso claro de la Ejecutiva de Pedro Sánchez.

Vistos los resultados de las andaluzas, los socialistas esperan buenos datos en Andalucía (con porcentajes superiores al 40 ciento) y malos en el resto de España (con cifras inferiores al 20 por ciento). Esta posibilidad dejaría en mal lugar a Sánchez pues pondría en evidencia que su gran rival para hacerse con el liderazgo del PSOE –Susana Díaz- es la que tiene tirón dentro del partido y es la única que moviliza al electorado de izquierda. Susana Díaz vería apuntaladas sus aspiraciones si consigue recuperar los ayuntamientos de Sevilla, Málaga y Huelva, donde los socialistas tienen aspiraciones de gobernar.

Además de la victoria sobre el PSOE en las municipales, los populares se han puesto otras líneas rojas para salvar los muebles en las autonómicas. La primera, quedar como fuerza más votada en nueve de las trece comunidades autónomas en las que el CIS les otorga la victoria (todas menos Asturias, Navarra, Extremadura y Castilla-La Mancha) y esperar que la política de pactos –especialmente, con Ciudadanos y fuerzas regionalistas- les facilite el acceso al Gobierno.

La segunda línea roja sería conservar la comunidad y el ayuntamiento de Madrid, por el valor simbólico que tienen estos dos baluartes populares, en manos del partido –con repetidas mayorías absolutas- desde hace más de veinte años. El PP arrancó la campaña con el 34,7 por ciento de los votos en la comunidad y el 34,5 en el ayuntamiento, según el CIS, por delante de los otros tres partidos, muy igualados entre ellos: PSOE (20 y 18,8). Podemos (17,3 y 20,8) y Ciudadanos (16,3 y 14,9).

El hecho de que los sondeos internos del PP le dan subidas en estimación de voto durante la campaña y la posibilidad de una amplia fragmentación del voto, hace que Rajoy y sus dos candidatas tengan ciertas garantías de conservar estos dos feudos, aunque fuese gobernando en minoría. Sólo un alianza de los otros tres partidos podrían arrebatarles los dos gobiernos. Es por eso que Rajoy azuzó en el cierre de campaña en Madrid al voto del miedo ante un frente común de PSOE, Podemos y Ciudadanos.

La tercera línea roja para el PP estriba en que María Dolores de Cospedal, conserve el gobierno de Castilla-La Mancha. Se juega mucho la secretaría general del PP, El CIS le otorga la victoria en escaños, pero no en número de votos, que sería para el PSOE. Un triunfo claro de Cospedal, que le haría mantener la presidencia de la comunidad autónoma, lanzaría a esta dirigente hacia cotas más altas de poder, incluida la posibilidad de optar con garantías a la sucesión de Rajoy. Una derrota, en cambio, sería utilizada por sus críticos para apartarla de la secretaría general del partido. Rajoy ha apoyado en todo momento a su número dos en el partido, acudiendo en dos ocasiones durante la campaña a la comunidad castellano-manchega.

El presidente del Gobierno ha convocado a la taurina hora las cinco de la tarde de mañana al Comité Ejecutivo del PP para analizar los resultados de los comicios. Si se traspasas algunas de las líneas rojas, la reunión será tensa. Tal y como publicó SABEMOS antes del comienzo de la campaña, algunos barones del partido sondean apoyos en la Junta Directiva Nacional para forzar la convocatoria de un congreso extraordinario con el objetivo de debatir sobre el liderazgo de Rajoy.

Las líneas rojas del secretario general del PSOE

Pedro Sánchez, por su parte, también tiene sus propias líneas rojas en el PSOE. La primera de ellas es lograr la hegemonía de la izquierda. En el barómetro del CIS correspondiente al mes de abril, los socialistas arrebataron el segundo lugar en estimación de voto a Podemos, lo que supuso un balón de oxígeno para Sánchez tras los malos resultados del sondeo de enero, donde los el partido del puño y la rosa perdió posiciones con respecto a la fuerza morada. El desastre que supondría para el PSOE no tener la hegemonía de la izquierda podría abrir una crisis de incalculables proporciones en la sede de la calle Ferraz.

La segunda línea roja es que los socialistas no consigan buenos resultados en la comunidad de Madrid. Si el candidato Ángel Gabilondo, una apuesta clara y decidida del aparato del PSOE –cuya designación se llevó por delante el liderazgo de Tomás Gómez-, se queda sin pisar moqueta en la región sería tomado como un fracaso personal de Pedro Sánchez.

La tercera línea roja es que el PSOE se quede sin ser la fuerza más votada en las autonomías en que las pronósticos de las encuestas le dan la primera posición: Asturias, Extremadura y Castilla-La Mancha. Si fuera así, los socialistas perderían todo poder autonómico, algo que no había ocurrido en toda la historia del partido y abriría otra importante crisis en el PSOE.

El objetivo de Pedro Sánchez es salvar los muebles en los comicios de hoy y poder llegar a las primarias de julio como único aspirante a la Moncloa. Si se traspasan todas esas líneas rojas –o algunas de ellas-, el camino se llenará de obstáculos y las miradas de los barones del partido se dirigirán entonces a Susana Díaz. En el caso de que la presidenta en funciones de la Junta decida quedarse en Andalucía, rivales declarados de Pedro Sánchez, como son Carme Chacón, Eduardo Madina y Tomás Gómez estarán a la espera de posibles movimientos y apoyos.

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