Pese a la considerable pérdida de poder de PP en las elecciones del pasado domingo y a la cercanía de los comicios generales, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se niega a escuchar a los barones territoriales que le recomiendan un giro drástico en la política gubernamental y de partido. No habrá, por lo tanto, golpe de timón. Rajoy se mantiene en sus trece en su intención de ser el candidato a la Moncloa y, tal y como adelantó SABEMOS el 14 de abril, no acometerá una crisis de Gobierno ni cambios en el partido.
Con semblante serio, Rajoy se presentó ante los medios tras presidir la reunión del Comité Ejecutivo del PP. No comparecía en una rueda de prensa en la calle Génova desde dos años atrás. Y ayer lo hizo para decir que es incuestionable su victoria, aunque su partido, como no podía de ser otra manera, no está satisfecho con los resultados del 24-M.
No fue un cónclave fácil para los populares. El PP, pese a ser la fuerza más votada en 39 de las 50 capitales de provincia y en 9 de las 13 regiones, perderá buena parte de su poder territorial a manos de los pactos entre las fuerzas de izquierda. Estos malos datos –“unos resultados que no son los que nos hubiera gustado tener”, los calificó Rajoy- otorgan pocas opciones a los populares. Previsiblemente, perderán el bastón de mando en todas las grandes capitales y sólo podrán gobernar en cuatro comunidades autónomas –Madrid, Castilla y León, La Rioja y Murcia-, siempre y cuando lleguen a acuerdos con el partido de Albert Rivera.
Así las cosas, durante todo el día del lunes se pudieron escuchar voces muy críticas dentro del PP con la forma en que Rajoy ha enfocado los comicios. La censura de los barones, tanto en público como en privado, no es cosa nueva. Tuvo lugar tras las elecciones europeas y arreció con los resultados de los comicios andaluces. Barones como Alberto Fabra afirmaban ante los medios que el problema del PP es de “comportamientos y actitudes”, mientras del PP catalán atribuía sus malos datos a un voto de castigo contra el Gobierno.
Si algo dejó claro Rajoy en su comparecencia es que, pese a las críticas, rechaza dar un golpe de timón. No hará crisis de Gobierno ni cambios en el partido. Es más, se encargó de respaldar con sus palabras el trabajo realizado durante la campaña por la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y su número dos, Carlos Floriano. “No me parece que el problema se corrija con cambiar o dejar de cambiar”, sostuvo el jefe del Ejecutivo ante las preguntas de los periodistas
Tampoco habrá cambios en su intención de volver a presentarse como candidato de los populares a la Moncloa. “Estoy cómodo y tranquilo. Llevo muchos años en el PP y lo conozco bien”, dijo, intentando zanjar en pocas palabras la cuestión que le planteaban los medios. Esta vez, el presidente del Gobierno hizo menos bromas con esta cuestión que hace un mes, cuando dijo aquello de “confíen en mí; les irá bien”.
Puede que Rajoy coincida con algunos de los barones en que la pérdida de poder de su partido se debe a ciertos comportamientos y actitudes. Él lo achaca a dos motivos concretos: en primer lugar, el desgaste en la labor de Gobierno para gestionar la crisis con medidas impopulares y ajustes y, en segundo término, a los casos de corrupción en los que se han visto inmersos diversos cargos del PP.
Las líneas rojas de los pactos
El presidente del Gobierno cree que se puede dar un giro a la situación con pocas modificaciones en su política. Sólo habló de ser más próximo y cercano a la gente y de comunicar más y mejor. En su opinión, el PP volverá a ganar las elecciones generales porque los españoles sabrán reconocer el esfuerzo que su Gobierno ha hecho para sacar al país de la quiebra económica, en uno de los momentos más críticos de nuestra historia reciente.
Consciente de que su partido necesita de Ciudadanos para conservar la parcela de poder autonómico y municipal que el domingo le otorgaron las urnas, Rajoy aprovechó la rueda de prensa para marcar las líneas rojas de esos acuerdos. Para el presidente de los populares, sólo habrá pactos si son transparentes y estables y se marcan tres objetivos prioritarios: la recuperación económica, la creación de empleo y el control de las cuentas públicas. Además, eso sí, Rajoy garantizó que el PP respetará que gobierne la lista más votada en ayuntamientos y autonomías.