¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín! Un año más ya están aquí los Sanfermines, unas de las fiestas españolas más populares tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Cuando los relojes lleguen a las 12, el chupinazo dará comienzo a nueve días de celebración en Pamplona.
Un dispositivo de seguridad con 3.450 policías velará por que estos días sean tranquilos y sin incidentes. El programa oficial de las fiestas de este año cuenta con 410 actos previstos, de los cuales el 67% son musicales y el 22% estarán dedicados al público infantil (solo el 6% serán eventos taurinos).
Pues bien, dicho esto, vamos con siete curiosidades sobre los Sanfermines que quizá no sepas y que te vendría bien conocer antes de ponerte delante de los toros (o de la televisión).
«El Tuli» dará el chupinazo
Por primera vez en la historia de las fiestas, el alcalde ha delegado la elección de quién tira el chupinazo. ¿Y quién ha sido el afortunado? Una leyenda viva de los Sanfermines: el pamplonés Jesús Ilundain Zaragüeta, al que toda la ciudad conoce como «El Tuli».
El Tuli ha salido elegido por votación popular entre seis candidaturas. La suya, propuesta por la Asociación Asociación de Empresarios de Comercio, Hostelería y Servicios del Ensanche de Pamplona y por la Asociación Cultural Gigantes de Pamplona, ha obtenido el 40,3% de los 9.830 votos de personas empadronadas en Pamplona que han participado en la votación.
Jesús Ilundain Zaragüeta, con 85 años, es el socio número 1 de la peña Los de Bronce y lleva toda la vida en los Sanfermines. Tanto, que ha visto con sus ojos el lanzamiento del cohete desde la plaza del castillo y además es la persona que inició la tradición del cántico a San Fermín antes del encierro. Joseba Asirón, el alcalde de Pamplona, le ha descrito como un miembro de la generación que preparó los Sanfermines que disfrutamos ahora.
Desde el balcón de la Casa Consistorial de Pamplona, El Tuli prenderá la mecha que dará comienzo a las fiestas al grito de “Pamploneses, pamplonesas, viva San Fermín, gora San Fermín”. Aquí tenéis el vídeo con las declaraciones de El Tuli justo después de conocer que daría el chupinazo.
El cántico
El Tuli dio inicio a una tradición que se ha convertido en uno de los momentos más emotivos y especiales del encierro. Los mozos y mozas se reúnen a falta de cinco minutos de las ocho de la mañana en la Cuesta de Santo Domingo, a escasos metros de los corrales que guardan a los toros.
Periódico enrollado en mano y frente a la hornacina que contiene la imagen del santo, los pamploneses cantan: “A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición. Entzun arren San Fermin zu zaitugu patroi zuzendu gure oinak entzierro hontan otoi”. Por supuesto, hay que acabar con gritos de «¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!».
La estrofa se repite tres veces consecutivas. La primera vez se canta a cinco minutos para las ocho, luego a tres minutos y por último un minuto antes de que los toros corran calle abajo.
El origen de los encierros
Como tantas otras celebraciones españolas, los Sanfermines tienen un origen medieval. Los pastores navarros traían toros de lidia que había que llevar hasta la plaza mayor, pues no existía una plaza de toros. Los corrales de los animales se encontraban en las afueras de Pamplona, así que había que darse un paseo con los toros por las calles para llevarlos a la plaza.
En un principio, se les acompañaba al amanecer a caballo o a pie desde detrás, además de contar con la ayudad de los cabestros. En 1717 y 1731 se prohibió correr con los animales y en 1776 se construyó un primer vallado. Fue a finales del siglo XIX cuando algunos decidieron que tenía más emoción correr delante de los toros que acompañarles por detrás, sin saber que iban a inaugurar toda una tradición, y ya en 1867 se dictó el primer bando para reglamentar los encierros. A día de hoy, se celebran del 7 al 14 de julio a las ocho de la mañana y cuentan con seis toros salvajes y seis cabestros.
Antideslizante para la calle Estafeta
La curva de la muerte está en Estafeta. El punto donde se encuentra la curva de Mercaderes y la calle Estafeta siempre nos deja imágenes espeluznantes cargadas de peligro. Hasta este punto, los toros suelen ir hermanados, todos juntos y a gran velocidad. Sin embargo, suele ser muy frecuente que los astados se tropiecen en esta curva, chocando contra el vallado y separándose unos de otros. Y aquí empiezan los problemas, pues los toros son más agresivos cuando están solos, y más de una vez alguno se ha dado la vuelta sembrando el terror.
Además, si corres el encierro no se te ocurra pasar por el interior de la curva, pues lo más probable es que los toros te aplasten contra las vallas. Desde hace unos años se aplica un antideslizante en este punto del recorrido para evitar que los toros se caigan y provoquen situaciones de peligro. Aunque está funcionando bastante bien, los Sanfermines todavía nos dejan impactantes imágenes de los bravos tropezando en Estafeta.
A todo esto…¿quién era San Fermín?
San Fermín es el patrón de Navarra (que no de Pamplona) junto con San Francisco Javier. Según cuenta la tradición, allá por el siglo III Pamplona estaba gobernada por el senador Firmus, que tenía un hijo llamado Fermín. El joven se convirtió al cristianismo y recibió el bautismo de mano de San Saturnino en el lugar conocido hoy en día como Pocico de San Cernin.
Pasaron los años y el hijo del senador llegó a sacerdote y obispo de Pamplona. Le entró la vocación misionera y fue a Amiens a predicar el Evangelio. Quizá debería habérselo pensado dos veces, pues lo decapitaron en la ciudad francesa el 25 de septiembre del año 303.
El «famoseo»
Anda que no han pasado caras conocidas por los Sanfermines. Si hay que quedarse con uno, el nombre de Ernest Hemingway es el primero que se viene a la cabeza. Llegó a Pamplona un 6 de julio de 1923 y le gustó demasiado, tanto que acudió ocho veces más hasta 1959. Raro era no verlo por el Hotel La Perla, el café Iruña o el bar Twoko. Su primera novela de éxito, The sun also rises ( titulada Fiesta en España) tiene como escenario principal estas fiestas.
Estas fiestas le deben gran parte de su fama mundial al escritor estadounidense. Tan agradecida está Pamplona que junto a la Plaza de Toros hay un monumento de Hemingway, obra de Luis Sanguino. En él se puede leer: «A Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura, amigo de este pueblo y admirador de sus fiestas, que supo descubrir y propagar. La Ciudad de Pamplona, San Fermín, 1968».
Pero no es el único que se ha dejado ver por allí. Bill Clinton, Margeaux Hemingway (la nieta del escritor), Alfredo Bryce Echenique, Charlton Heston, Ava Gadner, Errol Flynn, Orson Welles son algunos de los muchos famosos que han disfrutado de los Sanfermines.
Pobre de mí, pobre de mí…
Todo se acaba. Y cuando los Sanfermines se acaban, lo hacen por todo lo alto. Desde la Plaza Consistorial se cierran los actos oficiales de las fiestas y el alcalde convoca desde el balcón a los asistentes para que vuelvan el próximo año. Todos los congregados portan velas que iluminan a la multitud y cientos de pañuelos que luego depositan en la verja de la iglesia de San Lorenzo.
Muy bonito, pero era considerado una gamberrada hasta hace no mucho por el ex-párroco de la Iglesia de San Lorenzo. Jesús Labari, que durante 24 años y hasta 2009 fue párroco de la Iglesia que guarda al santo durante el resto del año, acostumbraba a quejarse al día siguiente en el periódico de las manchas de cera que dejaban las velas. Sus plegarias fueron escuchadas y ahora una brigada del servicio de limpieza se encarga de retirar la cera y los pañuelos.