Euskaltel está en una posición muy delicada. Los fondos de inversión que la apoyan están replanteándose sus posiciones después de una serie de decisiones tomadas por la cúpula del operador por motivos mucho más políticos que económicos, como el relevo de su consejero delegado, Fernando Ojeda. Mientras, las bolsas mantienen el castigo a la operadora, muy por debajo del precio de la OPV, que se llevó a cabo hace ya un año, en julio de 2015.
“El nuevo consejero delegado no ha llegado a tomar el mando y, realmente, va a dar igual, porque a nadie escapa que todas las decisiones las está tomando y las va a seguir tomando Alberto García Erauzkin, muy ligado a Kutxa –es vicepresidente del patronato de su fundación– y al PNV”, explican fuentes próximas a la compañía, que lamentan que durante los próximos meses todas las decisiones “se van a basar más en criterios populistas, de cara a las elecciones que se celebrarán antes del 20 de noviembre, que en argumentos económicos”.
Desde el entorno de la compañía coinciden en que el despido de Ojeda y la contratación de Arteche, exdirectivo de Microsoft sin experiencia en el sector del cable, tendría como objetivo contar con un consejero delegado flexible a las demandas de un presidente deseoso de recuperar el control del grupo. Se le fichó por eso, y porque cumplía con las exigencias nacionalistas por su condición de ingeniero donostiarra.
Si bien es cierto que Arteche cuenta con una dilatada experiencia multinacional en compañías tecnológicas, no lo es menos que es un fichaje “nacional” que encaja con las políticas de Kutxa, más empeñada en fomentar una compañía vasca en un sector estratégico que en tener la mejor empresa posible.
No ayuda a la paz social que la dirección de la compañía no haya conseguido resolver aún la pelea existente entre los socios que vendieron parte o totalmente su participación –entre ellos el Gobierno vasco– con Trilantic e Investindustrial, a quienes reclaman 41 millones de euros por la plusvalía que estos fondos de inversión lograron el pasado verano por el pelotazo de la oferta pública de venta (OPV).
Otra prueba de la politización existente tiene que ver con el proceso de integración de la gallega R. Ojeda tenía el objetivo de mantener ambas compañías bajo una marca corporativa común que pudiera aglutinarlas, manteniendo las enseñas regionales, lo que permitiría incluso facilitar una hipotética integración futura de Telecable.
Erauzkin en cambio, no se anda con medias tintas. Para él, Euskaltel es mejor, más vasca, más importante que R, y piensa gestionarla directamente y sin atender demasiado a las especificidades regionales. Sí, en público seguirá diciendo que “R es más gallega desde que la compró Euskaltel”, pero la verdad será otra. Especialmente porque, diga hoy lo que diga, en algún momento habrá que hacer ajustes de plantilla y veremos dónde caen.
La mejor noticia que han podido recibir los fondos se la contamos hoy aquí: a pesar de que Euskaltel había mostrado interés en qué pasos dar para tener fútbol a partir de la próxima temporada, ese barco ya zarpó. Euskaltel no podrá tener fútbol en el mercado residencial. Para algunos clientes, no tener fútbol puede ser malo, pero lo cierto es que mientras estuvo Ojeda al frente no hubo apenas pérdida de clientes debida a este concepto, y que lanzarse a esa aventura hubiera podido suponer un gasto de más de 30 millones de euros por temporada, con el consiguiente “palo” para el Ebitda del grupo, el parámetro que más importa a los fondos.
Algunos, como Blackrock, que llegó a ser el tercer accionista del grupo, han reducido drásticamente su participación en la compañía. Otros, como Franklin Mutual, también han vendido. ¿Qué harán otros como Abanca o Corporación Alba si la situación bursátil sigue deteriorándose?
Una alternativa que está sobre la mesa pasa por adquirir Telecable. Pero, por más que Erauzkin diga que es un objetivo viable, en realidad no lo es si piensas en la asturiana sólo como algo que deglutir.
La cablera regional astur sigue controlada por la sociedad de inversión Zegona, que sigue definiendo su proyecto en España. Hasta que no se cierre la compra de Yoigo por MásMóvil no van a dejar de mirar esa operación con el rabillo del ojo, a sabiendas de que en cualquier momento podrían tener que volver a poner su oferta sobre la mesa. Pero, pase lo que pase en ese frente, que nadie espere que los ingleses vendan Telecable. Simplemente, no es una opción para ellos.
El gran obstáculo
Uno de los problemas de los inversores de Euskaltel es que se toparon con una compañía con un fuerte bloqueo. Cualquier compañía que entre tendría que estar dispuesta a aceptar el veto vasco en numerosas cuestiones clave tanto en la junta de accionistas como en el consejo. Sus estatutos sociales exigen una mayoría del 75% para decisiones tales como la modificación del domicilio fiscal, el nombre de la compañía, el uso de la marca Euskaltel en el País Vasco, el objeto social o la modificación del régimen de toma de decisiones en la junta y el consejo de administración.
En todo caso, que nadie espere grandes movimientos corporativos de ningún tipo hasta después de las elecciones vascas. Bastante lío tiene el PNV después de haber perdido en las generales a manos de Unidos Podemos.
Imagen | Junta de accionistas – Efe