El dopaje: Las medallas tenían un precio

Ahora que empiezan los Juego Olímpicos vamos a oír hablar mucho del dopaje. El uso del doping es cualquier cosa menos reciente. En la Guerra de Cuba los americanos ya utilizaban cocaína para combatir las difíciles condiciones climáticas. Las anfetaminas para evitar la sensación de cansancio y aumentar el rendimiento se han utilizado en las guerras mundiales. Gran parte de la popularización de las drogas se la debemos a los veteranos de guerra que al reintegrarse en la vida civil seguían siendo adictos a drogas que habían utilizado durante el conflicto como la morfina o la heroína para calmar el dolor de las heridas, etc.

En la época actual tenemos unas guerras light que son los partidos de fútbol o las competiciones deportivas en general, y si no te lo crees, oye la narración de cualquier competición deportiva, mira las caras de la gente y verás la agresividad y los instintos más primarios desatados. El mundo del deporte es ultracompetitivo, por lo tanto la tentación de utilizar cualquier ayuda farmacológica es muy alta. Ganar o perder un partido, o tener un mejor o peor rendimiento, no es solo cuestión de gloria y de reconocimiento, de copas o medallas. Puede ser un factor decisivo para embolsarse un premio o renovar un contrato de millones de euros.

Siempre ha existido dopaje. Todos pensamos que deportes como el atletismo o el ciclismo son más propensos al dopaje que otros, pero no es cierto. Los especialistas en el tema suelen decir que no hay deportes más limpios que otros, sino deportes donde se hacen más controles que otros. De hecho, los controles antidoping en muchos deportes profesionales en Estados Unidos son muy laxos. Y en otros europeos dejan mucho que desear.

En general las sustancias dopantes son sustancias con otra finalidad que circunstancialmente aumentan el rendimiento deportivo. Obviamente el dopaje no es gratuito, y los excesos físicos juntados con las drogas pueden tener consecuencias fatales a corto o a largo plazo.

Por ejemplo las anfetaminas. El primer caso que llamó la atención de su uso y la necesidad de controlarlo fue el fallecimiento del ciclista británico Tom Simpson durante una etapa del Tour en el año 1967. En el bolsillo de su maillot se encontraron 3 frascos de anfetaminas, uno vacío, que además había mezclado con alcohol. Sin embargo, no fue el primero. Ya había casos de fallecidos por dopaje en el ciclismo. En 1896 el ciclista galés Arthur Linton y dos ciclistas más murieron por la utilización de cafeína y de estricnina. Todos compartían el mismo entrenador Shoppie Warburton. En los JJOO de Roma falleció el danés Knud Enemark Jensen y en la Vuelta a Alemania de 1961 el italiano Alessandro Fantini, en ambos casos se detectaron altas concentraciones de anfetaminas.

En los ’70 y ’80 era bastante normal que en algunos mundiales de atletismo u olimpiadas apareciera alguien desconocido del bloque del este, hiciera unas marcas impresionantes, y luego despareciera. Hoy hemos sabido que muchos fallecieron prematuramente debidos a los excesos con el dopaje… y también tenemos ejemplos recientes de atletas y deportistas occidentales fallecidos prematuramente.

El caso más sangrante es el de la antigua República Democrática Alemana donde había un programa estatal de dopaje programado, al que estaban obligados a someterse todos los atletas [1], y el zenit del dopaje en atletismo fueron las olimpiadas de Moscú. Valga un ejemplo, la marca de lanzamiento de peso femenino en el mundial de atletismo de Osaka en el 2007 fue de 20,54 por la neozelandesa Valerie Vili. Con esa marca, hubiera ocupado el sexto puesto en Moscú 80, y las cinco primeras hubieran sido del bloque oriental. Desde la caída del muro se han podido conocer las historias, muchas de ellas dramáticas, como la de Heidi Krieger, lanzadora de peso que fue obligada a tomar hormonas masculinas desde los 16 años. Finalmente, decidió cambiarse el sexo y hacerse hombre, y hoy hay una medalla de lucha contra el dopaje que lleva su nombre. Otras campeonas olímpicas de natación de la Alemania Democrática como Bárbara Krause, Rica Reinisch o Petra Schneider sufren problemas de salud derivados de su dopaje.

Pero las anfetaminas y los opiáceos fueron solo el principio.

[1] Franke, W.W., Berendonk, B.. Hormonal doping and androgenization of athletes: a secret program of the German Democratic Republic government, Clin Chem. 43(7):1262-79, 1997.

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