Ayer mismo comenzaba en un tribunal de primera instancia de Madrid el juicio que tenían pendiente Yoigo y Pepephone por las demandas cruzadas entre ambas compañías tras la accidentada situación que llevó a la migración de Pepephone a la red de Movistar, hace casi dos años ya, tras la incapacidad de la compañía de la «verdad, verdadera» de cumplir el compromiso que había adquirido con Pepephone de darle servicios mayoristas de operador móvil virtual.
La fecha llevaba meses fijada y, aunque aún no ha trascendido información sobre lo sucedido en la sala, todas las partes tenían claras sus respectivas versiones desde hace meses. Entre medias, «sólo» se ha producido un pequeño cambio: MásMóvil ya ha comprado Pepephone y está ultimando la adquisición de Yoigo, de manera que está siendo obligada a presenciar una pugna entre sus propias filiales, cuyos principales directivos están, a la vez, enfrentados.
Afortunadamente para el nuevo cuarto operador, el juicio no tendrá impacto para sus intereses pues la repercusión del mismo afectará sólo a los antiguos accionistas, Telia y el equipo formado por Javier Hidalgo y Rosauro Varo.
La compañía del macarra de lunares siempre ha defendido que Yoigo le engañó cuando firmó con ellos el contrato para el suministro de servicios mayoristas de móvil, al dar por sentado que no necesitaba de la aprobación de Movistar cuando de facto, así era. Fuentes próximas a Telefónica consultadas por SABEMOS corroboraron dicha versión hace más de dos años, antes incluso de que Pepephone y el operador azul decidiesen saltarse el intermediario y unir sus destinos. Los azules no sólo no estaban dispuestos a permitir a Yoigo revender su red sino que estaban especialmente ofendidos por el hecho de que la entonces filial de Telia se arrogase el derecho a hacerlo cuando ellos les habían advertido específicamente de que no lo hicieran.
«Yoigo sabía perfectamente que no estábamos dispuestos a que revendiesen nuestra red antes de firmar el contrato con Pepephone», confirmaban ayer fuentes del operador azul.
La compañía que dirige Eduardo Taulet, por su parte, denuncia al operador del macarra de lunares por presunto incumplimiento de contrato. Para ellos, Pepephone tenía que haberse aguantado y pasar meses sin 4G y pendientes de un hilo durante todo el tiempo necesario para que la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) resolviera, a su ritmo, el conflicto. Estuvieron pensándoselo más de siete meses y sólo dejaron de hacerlo, para cancelar el procedimiento, cuando Pepephone firmó con Movistar. Esto hizo que la CNMC cancelase, antes de pronunciarse, el procedimiento en octubre de 2014. Yoigo lo había presentado en marzo de ese mismo año.
El problema es que Pepephone, que a fin de cuentas no deja de ser poco más que una pyme, no podía permitirse ser sólo un instrumento de Yoigo para conseguir ante el regulador acceso a la reventa mayorista de Telefónica. Necesitaba prestar servicio de 4G a sus clientes lo antes posible y, ante el incumplimiento sobrevenido por parte de Yoigo, que no era capaz de cumplir lo firmado ante la negativa de los azules, buscaron una salida aliándose directamente con Movistar.
Para colmo, lo cierto es que un informe preliminar de la rama de telecomunicaciones de la CNMC daba la razón a Pepephone, si bien el consejo retrasó tanto tiempo la decisión que forzó la situación.
Toda esta situación ha provocado, para colmo, que la presencia de los CEOs de Yoigo y de Pepephone en una misma compañía no sea compatible y ha puesto tensión sobre la operativa de Pepephone. Incertidumbre que también existe entre muchos de sus clientes, que desde que se hizo pública la compra por MásMóvil comenzaron a abandonar el barco de lunares.
La única ventaja para MásMóvil, además de que no se juega nada en la pelea de sus hijos pequeños, es que teniendo en cuenta los ritmos de la Justicia española, cuando el caso esté zanjado en un sentido o en otro, lo mismo ha superado en facturación a Vodafone que se ha arruinado.