El candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, el mismo hombre que ha basado buena parte de sus políticas de inmigración en imitar al paródico villano de Machete; el tipo que piropea al presidente ruso, Vladimir Putin, casi tanto como a su mujer; el señor que ha llegado a protagonizar ensayos sobre la imbecilidad, no sabe cómo funciona Internet.
Menuda sorpresa. Estamos hablando de un individuo que llegó a proponer, básicamente, apagar Internet para combatir a Daesh. Un ser humano –aparentemente– que no duda en sugerir que tal vez sería buena idea que los fanáticos de las armas de su país hiciesen algo con Hillary Clinton para allanarle el ascenso al poder.
El problema es que el 1 de octubre se tomará una decisión importante para el futuro de Internet y el fanático populista, remedo de político, que se presenta a las elecciones presidenciales de EEUU está metiéndose en medio como un elefante rabioso en una cristalería.
«Trump se opone al plan del presidente Obama de rendir el control estadounidense de Internet a los poderes extranjeros. (…) Está comprometido a preservar la libertad de internet del pueblo americano y de los ciudadanos de todo el mundo», subraya el demencial comunicado de su candidatura, que no deja de ser una repetición, ampliación y distorsión de la afirmación de su rival por la nominación republicana, Ted Cruz, que afirmó recientemente que el inminente cambio de control de Icann permitirá a Rusia y China censurar Internet. Lo que es, por cierto, una mentira flagrante.
Icann, la corporación de internet para la asignación de nombres y números, es una organización no gubernamental con sede en California que ha supervisado los dominios web desde 1998 bajo la responsabilidad del Departamento de Comercio de EEUU. En octubre, si todo va bien, el Ejecutivo de EEUU será sustituido por una comunidad más amplia que incluirá agentes de la comunidad técnica de las empresas, de la sociedad civil y de los gobiernos.
El llamado ‘padre de Internet’, Tim Berners Lee, que lleva años insistiendo en la necesidad de eliminar al Gobierno de EEUU de la ecuación desde hace más de una década, insistía recientemente en sus tesis. La censura en Internet por estados represivos es lamentable y existe, pero Icann no tiene ningún control sobre ella. China, Egipto o Pakistán se las pintan solos para reprimir a sus respectivas poblaciones.
Por supuesto, Trump no podía dejar de subirse a este caballo de guano y tratar de ensuciar a su rival demócrata. «Los demócratas de Hillary Clinton se niegan a proteger al pueblo americano al no proteger Internet«. Mentira, claro.
A Trump no le importa la verdad sobre Internet. No comprende Internet ni le interesa, más allá de su explotación sistemática de los peores instintos de la masa a través de los medios y las redes sociales. No le interesa la realidad, sólo transmitir una apariencia de la misma ajustada a sus intereses partidistas y completamente ajena a los hechos.
Lo paradójico de todo este asunto es que realmente hay motivos para vigilar la transmisión del control a Icann. El más importante es asegurarse de que la nueva organización esté a la altura de su mandato. Pero eso no tiene nada que ver con la libertad de expresión o con la censura por parte de gobiernos extranjeros. Es un tema aburrido sobre gobernanza de Internet que, analizado con detalle, no tiene mucho interés para arrancar un solo voto.
Así que les ha salido más a cuenta inventarse toda una polémica y contaminar un debate importante que afecta a todos los usuarios de Internet. Pero no como ellos dicen. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.