En la nueva versión del clásico de la BBC Poldark asistimos a una práctica común de las ciertas zonas costeras en la Inglaterra del siglo XVIII: El pillaje, conocido en inglés como wrecking o plundering. Ante un naufragio cerca de la costa, las poblaciones civiles se aprovechaban de la situación para saquear todo lo posible, a menudo de forma muy violenta. Se llegaban a colocar luces falsas para atraer a los navíos hasta zonas intransitables y provocar el accidente.
Pues bien, el PSOE está en pleno naufragio y PP y Podemos se preparan para recoger los pedazos de cara a las próximas elecciones, en caso de que éstas se lleguen a celebrar.
El problema de la división en el Partido Socialista es que es ideológica. Los dimitidos de la ejecutiva quieren abstenerse y permitir el gobierno del Partido Popular para sacar España del bloqueo y evitarnos nuevas elecciones.
Por su parte, los fieles a Sánchez buscan alternativas para formar gobierno y se niegan a participar en el entronamiento de un Rajoy que, sistemáticamente, ha respaldado a protagonistas de casos de corrupción, y a quien no consideran una opción viable para seguir dirigiendo el país.
No se puede simplificar hablando de «partidarios de Rajoy» contra «enemigos de Rajoy», pero lo cierto es que sí hay una parte del PSOE partidaria de mantener el turnismo bipartidista tradicional en España durante los últimos años, y otra dispuesta a hacer muchos cambios y sacar a Rajoy de la ecuación a toda costa.
¿A quién beneficia todo esto?
Principalmente, a PP y Unidos Podemos, que son las fuerzas centrífugas que han dividido en última instancia a un Partido Socialista más «partido» que nunca.
Ahora los socialistas que hablaban de la división en Podemos tienen que estar borrando sus tuits, porque entre un breve intercambio en redes sociales y una guerra civil en toda regla hay un mundo.
En realidad no importa quién tiene razón. Tampoco si la nueva ejecutiva de Schrödinger –nadie sabe si existe o no– debe seguir al frente del barco. ¿La comisión de ética y garantías? Lo mismo da.
Sólo importa una cosa: Una parte del PSOE ha demolido el partido, con razón o sin ella, para forzar un acuerdo con el PP y evitar elecciones. Las haya o no, los socialistas han boicoteado su propio proyecto con esa locura cainita que la izquierda española conoce tan bien.