El desarrollo del 5G ha pasado de ser un concepto de futuro, a una realidad de presente. Los actores del sector teleco empiezan a tomarse en serio lo de que en 2020 deberá ser una realidad, aunque cada uno lo haga a su aire. El último ejemplo lo protagonizan Orange y Ericsson.
La compañía sueca y la francesa han firmado un acuerdo para colaborar en el desarrollo y las pruebas de uso de la tecnología de telefonía móvil 5G. Es decir, el estándar de comunicación que tendrán los dispositivos móviles de todo tipo y que, con cierta presión de la Comisión Europea, los operadores deben implementar dentro de cuatro años.
Las pruebas de uso se basarán en la red de Orange y en la tecnología 5G de Ericsson. En cuanto al acuerdo, incorpora los elementos básicos: pruebas de concepto y programas piloto de la tecnología en toda Europa, lo que permitirá a Orange ensayar los servicios y capacidades 5G a partir de 2017. Entre los casos de uso figurarán el Internet de las Cosas masivo, las soluciones de cobertura móvil a gran escala y los coches conectados. La colaboración abarcará también la evolución de las soluciones desde la tecnología 4G a la 5G.
Hasta aquí la novedad. ¿Pero por qué esta situación marca un problema en el desarrollo del 5G? Cada vez más voces se unen a la tesis de que se está desarrollando un 5G fragmentado en el que cada compañía está mirando sus intereses. De ahí que Bruselas siga luchando por armonizar la situación. Por ejemplo, en el caso de los operadores, durante el último año cada uno ha llegado a sus propios acuerdos, con sus propias condiciones. Y eso multiplicado por 28 mercados (27 cuando no esté Reino Unido).
Así, en febrero supimos que Telefónica, también junto a Ericsson, estaba trabajando en el desarrollo de esta tecnología. Investigación propia, pruebas propias… Misma situación con Vodafone. En este caso se trata de la filial en suelo alemán. Pero igual acuerdo con Ericsson, y misma situación: prototipos propios, experimentos de conectividad con terminales… Cada uno a lo suyo.
En busca del estándar perdido
Durante el pasado 30 Encuentro de Telecomunicaciones y Economía Digital celebrado en Santander, desde SABEMOS pudimos hablar con el vicepresidente de Qualcomm España. El directivo asume que hay diferentes criterios sobre la temporalidad exacta que tendrá el 5G, pero sí tiene claro cuál es la otra pata que lo vertebra: “Hay unanimidad en que no debe existir una fragmentación en los estándares, para que esta tecnología no pierda su economía de escala y llegue a una masa crítica. Si no existen estándar de actuación puede llevar al retraso en la implantación y la pérdida de economía de escala”.
Consultado sobre si esto de verdad puede generar un problema, Félix González cree que “el mercado ya tiene experiencia, y a hay un interés común por que no haya fragmentación en la industria. Puede haber intereses contrapuestos, pero si no existe esa estandarización, no se dará un 5G de forma masiva”.
Pero este no es el único problema que está surgiendo. Hace unos meses, el comisario europeo Andrus Ansip fue muy tajante al asegurar que el Mercado Único Digital debe ser una realidad para que las startups de nueva creación puedan desarrollar mejores servicios. Dejó claro que no es lo mismo tener un mercado común de 500 millones de potenciales clientes, que 28 mercados pequeños y atomizados.
Situó a la compañía sueca Spotify como ejemplo de startup que ha tenido que trasladar su centro de actividad a Estados Unidos porque Europa se convierte en un mercado poco atractivo. Por eso, Ansip es muy tajante, y espera que no se comentan errores que ha habido en el pasado, por ejemplo, con respecto a la licitación de espectro.
Ni Orange lo tiene claro
Lo curioso de este acuerdo entre Orange y Ericsson, es que la propia compañía naranja ya ha manifestado que quiere ir con pies de plomo en el desarrollo del 5G. En concreto, el director general de Orange para Europa, Gervais Pellissier, advirtió haces unos meses en una comparecencia pública que no quiere que se les vuelva a acusar de invertir en una tecnología antes de que su uso se generalice, como sucedió con el 3G. Por el momento Bruselas ya está promoviendo un segundo dividendo digital para que en los próximos años quede libre la banda de espectro de los 700 Mhz, que es donde el 5G tendrá mejor calidad.
Ante este escenario, el directivo francés manifestó que deben ser cautos a la hora de invertir, y no se debe empezar tan pronto. Cree que lo fundamental es analizar las necesidades reales de los usuarios y ver cómo será el consumo de banda ancha móvil a partir de 2020.
Quizá Pellissier no vaya desencaminado. Una simple búsqueda en Google sirve para mostrar esa desmesura a la hora de lanzar proyectos e inyectar dinero en una tecnología a la que restan varios años hasta que sea de uso normalizado.
“Primer evento global para promover la estandarización del 5G“, “Huawei finaliza las pruebas sobre el terreno de la interfaz aérea 5G“, “La conexión 4G+ llega a Madrid como antesala del futuro 5G“… fabricantes, operadores, todos están metidos de lleno en esa carrera por ser los primeros. Se trata de una lucha para, llegado el momento, anunciar en algún spot innovador que son los primeros en ofrecer una tarifa con 5G. ¿Pero tiene sentido?