Rajoy aún puede (y debe) pedir perdón

Mariano Rajoy

Si es cierto que somos animales pensantes , deberíamos demostrarlo de aquí a fin de año, quizá con el otoño todavía de estreno, si Rajoy se decide a adelantar las elecciones generales, posibilidad desmentida de momento. Y la primera prueba del algodón para una mayoría de la españoles de la audaz hipótesis que planteo en la primera línea debería consistir en dejar de elegir para enderezar la cosa pública a un núcleo de criptochavistas hábiles abusadores de un adanista cabreo ciudadano, nacidos y criados en unas aulas de la Universidad Complutense controladas por el Comisariado Político dirigido, exportado y hasta facturado en Caracas por el Camarada Monedero. Y esto es así, lo niegue Agamenón o su porquero.

Pienso que no se hubiera llegado a la situación actual si, en vez de escuchar las profecías tontas de Pedro Arriola que ya le han costado al PP el  grueso de su poder municipal y autonómico, Mariano Rajoy hubiese atendido, o atendiera para las generales, a las líneas básicas que un antiguo simpatizante de la izquierda, posteriormente desengañado por el continuo trampear del felipismo y finalmente espantado por la inmensa vacuidad del zapaterismo (antecedente directo de Podemos, aunque más de aficionados), le hizo llegar a principios de enero. No movido por una especial ilusión de que el político gallego rectificase tanta memez y arrasara, sino con la esperanza de que no se llegase a le desestabilización actual, que amenaza con devolvernos al vórtice mismo de la crisis haciendo paquete con los desafiantes griegos.

Tengo copia del documento en mis manos y paso a reproducir algunos de sus párrafos más significativos:

“Creo que se ha desdeñado el factor clave a que hemos llegado: el de una bola de nieve rodando montaña abajo en que se ha convertido la sensación de “ofensa colectiva” de un importantísimo sector empobrecido del pueblo (en especial, de la clase media) por el goteo incesante de noticias sobre la corrupción.”

“Se ha combatido tal estado de ánimo vendiendo datos optimistas sobre los claros signos de recuperación económica y el acierto de la estrategia seguida en la rectificación de los desmanes de Zapatero & Company. Ambas cosas son ciertas, y ahí está el paulatino saneamiento de los datos macroeconómicos, sin el cual sería imposible enderezar el circulante de las familias.”

“Pero eso no basta. La incorporación de esa mejoría a la realidad doméstica de los afectados llega, y aún llegará, con cuentagotas durante un tiempo difícilmente predecible. Y, como directa consecuencia, los que se ven en precario se vuelcan en manifestar su indignación por las tropelías de la tribu corrupta, y salpican de sospecha a todos los dirigentes…”

“Hay ejemplo de esas prácticas (de  amparo a la tribu corrupta) que conciernen a gentes del Partido (Popular) hasta aburrir, lo que ya sería motivo suficiente para que se dispusiera de una provisión de vendas con que cubrir las heridas, y se desarrollara una estrategia de rectificación creíble. Se han producido, por el contrario, apoyos institucionales a algunas de esas gentes que han agravado las heridas. Y no debe servir de consuelo que esa lacra afecte por igual a todos los partidos históricos, pues todos se encuentran en la misma, o peor, cuerda floja electoral…”

“Con alguna entrada en prisión, determinadas aperturas de juicio oral, procesamientos, fianzas, etc., la sensación de “ofensa” ha disminuido algo. Pero únicamente entre los incondicionales. Y sólo con ellos no se ganarán las próximas convocatorias a las urnas…”

“La nuestra es una sociedad laxa en asuntos de ética y moral cuando se siente instalada en la euforia y predomina el optimismo acerca del futuro, pero se vuelve rencorosa e implacable cuando ve el presente chungo y el porvenir en el alero. Se deja entonces arrastrar por la ira y se le despierta un deseo de revancha contra quienes identifica como culpables. Aún somos un pueblo pendular…” Yo añadiría aquí que por suerte, pues si no nos tomarían por borregos.

“Llegados a este punto, las advertencias de Bruselas, Merkel o el FMI le importan una higa…Hay una generación de parados entre los 45 y los 65 años que se considera perdida y sin futuro y piensa que la posible salida final de la crisis no llegará a tiempo para ella. Y existe otra generación joven…que se ve frustrada y sin perspectivas. Y, por si fuera poco, se le habla en un lenguaje que no es el suyo”.

El memorándum señala la tolerancia en la financiación ilegal de los partidos como el punto de arranque del actual hartazgo social. El problema estalló a causa de que sus responsables “confundieron con un todo vale (la recaudación alegal o ilegal de fondos destinados a apuntalar instituciones aún frágiles) con un culto al bolsillo propio y una exhibición hasta lo insoportable de la riqueza mal adquirida, moviendo a la indignación, la envidia y la rabia a quienes pasaron del optimismo, fundamentado en la prosperidad general, a una sensación de ruina sin remedio. Se sienten víctimas, y son millones. No van a perdonar sin recibir una satisfacción mínima para lo que estiman su dignidad herida hasta lo más hondo”.

El autor del memorándum sugiere, en síntesis, las siguientes medidas a adoptar:

  1. Excusas públicas presentadas por el propio Presidente del Gobierno, reconociendo sus graves errores cuanto menos “ad vigilando” sobre importantes dirigentes nacionales y regionales del Partido Popular. Siempre tendría el argumento de que hubo de volcar su tiempo en trabajar para remediar el innegable desastre dejado por la Administración Zapatero. Pero al menos se mostraría una contrición, se asumiría como imprescindible una cura de humildad y se afirmaría solemnemente la decisión de rectificar. La sociedad no está acostumbrada a que los poderosos admitan sus errores y tiende a ser sorprendentemente generosa las rarísimas veces en que lo hacen. El mensaje, por supuesto, habría de ser sincero y hasta emotivo para resultar creíble.
  2. Exclusión rotunda de imputados, y hasta de sospechosos notorios a serlo, de las listas electorales. La contrición no basta si no va acompañada de un férreo y demostrable propósito de enmienda, así como de sancionar cualquier desmán cometido.

 

A partir del acto de contrición y propósito de enmienda, el memorándum recoge que sí cabe la exposición de una serie de hechos positivos que sin duda existen. Pero que sólo por sí mismos no resultarán eficaces porque tanto las elecciones municipales y regionales como las generales estarán marcadas por elementos “emocionales” (transmisión del cabreo popular por el prolongado mensaje de menosprecio enviado por buena parte de la clase dirigente) y no por el manejo de cifras que se encogen y estiran cual goma de mascar, según quien las maneje. Esta es, precisamente, la base estratégica del arriolismo dominante. Pero acabamos de constatar a dónde conduce. Con esa filosofía (es una forma de hablar), el PP no motivará al voto útil ni a los que se han abstenido ni a quienes han favorecido a la marca blanca del centro derecha, Ciudadanos.

De aquí a septiembre o noviembre (según se convoque), y lo que sigue ya corresponde a mi análisis de hoy,  hasta las más optimistas proyecciones de crecimiento  llegarán tarde para ser aceptadas por los muchos  millones de parados y subempleados furiosos, con poco o nada que perder. Suena a fácil que se dejen dominar por la “tentación griega” de laminar a los llamados partidos históricos y eleven al poder al populismo de la extrema izquierda emboscada pensando que, después de unos cuantos meses de repartos, subvenciones y brutal gasto público, es posible que España acabe en quiebra, pero que les quiten lo bailado.

No hay que desdeñar que, en determinadas circunstancias históricas, un viento de locura arrastre a la mayoría social a la opción desesperada. No sería la primera vez.

 

 

Foto: Partido Popular Europeo en Flickr

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