El presidente de la patronal bancaria AEB, José María Roldán, advirtió esta semana en Santander de que a medio plazo España debe acostumbrarse a consumir menos y ahorrar más a pesar de ser el consumo el principal sostén de la economía. En su opinión, no hay otro modo de contar con una pensión aceptable en el futuro. Alertó también de los riesgos de volver a vender productos inadecuados a los consumidores.
El consumo de los hogares es un ancla cuando el PIB va a la deriva. Ni la crisis ni una tasa de desempleo que lleva 18 trimestres por encima del 20% han logrado que su peso en la economía española baje en ningún momento del 55%. En cuanto el empleo ha empezado a repuntar, los nuevos ingresos obtenidos por las familias se han convertido en consumo y en 2014, el gasto de los hogares supuso ya el 58% del PIB. En cifras absolutas, aportó el año pasado a la economía 14.250 millones de euros más que en 2013, una buena inyección de dinero fresco que hizo que se alcanzaran casi 614.000 millones de euros solo a base de compras en bienes y servicios por parte de los ciudadanos. En el primer trimestre de 2015, el crecimiento sigue, con 3.480 millones de euros más aportados por el consumo de los hogares que en el mismo periodo de 2014. Parece una buena noticia, ¿verdad? Pues la banca dice que, aunque lo sea a corto plazo, a medio no lo es. Que si España quiere pensiones, que se acostumbre a consumir menos y se ponga a ahorrar.
En concreto, fue el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, quien aseguró esta semana en Santander que «en el medio plazo tenemos que llegar a un destino de menos consumo y más ahorro nacional, público y privado, aunque en el corto plazo hemos tomado un desvío que nos aleja, momentáneamente, o en eso confío, de ese objetivo».
España, explicó Roldán, «muestra dos características: por un lado, al igual que otras economías maduras, muestra un envejecimiento de la población que aumentará los gastos futuros en pensiones, lo que supondrá mayor déficit y mayor deuda o un recorte de las prestaciones públicas» y, por otro lado, «un nivel de endeudamiento exterior muy elevado en relación tanto al PIB nacional como a la proporción que muestran otros países de nuestro entorno».
Ambas son un problema y la solución, para el presidente de la patronal bancaria, es que «la economía española deberá consumir menos (y esperemos que no invertir menos) y reforzar bien el ahorro privado, bien el público o bien ambos para poder hacer frente a los desafíos del envejecimiento de la población y reducir nuestro abultado endeudamiento exterior». Nada dijo Roldán sobre en qué invertir si no hay expectativas de incremento de la demanda ni por supuesto de si incrementar las rentas familiares disponibles serviría para mantener el aumento del consumo sin recurrir al endeudamiento. Lo que está claro es que la teoría económica dice que, de la renta disponible, lo que no se dedica a consumir se destina a ahorrar. ¿Qué pasa cuando la renta disponible no da para lograr ahorrar? Según la banca, que toca acostumbrarse a un nivel menor de consumo.
¿Otra vez el riesgo de vender preferentes?
Ahorrar está bien siempre y cuando el dinero no acabe en algún producto complejo y cueste recuperarlo o directamente se pierda. Roldán tuvo duras palabras para pedir a la banca que no vuelvan a vender productos incomprensibles y de alto riesgo al ciudadano de a pie, demostrando que la posibilidad, de nuevo, existe. Sobra dinero, faltan productos para rentabilizarlo sin riesgo y la tentación puede ser fuerte de ponerse de nuevo a derivar capital de los clientes hacia productos que ofrezcan una alta remuneración pero que conlleven un importante peligro.
«No nos engañemos», comentó Roldán. «Si la situación de tipos de interés muy bajos conlleva peligros evidentes para los operadores profesionales del mercado, no es menos cierto que los problemas pueden ser aún mayores para el consumidor. (…) Hoy por hoy, cualquier rentabilidad de mercado positiva conlleva riesgo. (…) Desde el sector debemos extremar la diligencia debida para proteger el genuino interés de nuestros clientes«, advirtió.
El principal motivo tanto del incremento del consumo actual como del riesgo de que se vuelvan a comercializar productos inadecuados para el consumidor es lo que denominan goldilocks economy, «una combinación de políticas monetarias ultralaxas» (que pretenden crear dinero a espuertas por parte de los bancos centrales mientras los tipos de interés se mantienen en cero o cercanos a cero), «una economía y un sistema financiero con liquidez muy abundante» (derivada de esas políticas monetarias) «y unas expectativas de crecimiento positivas impulsadas precisamente por esos factores expansivos».
El aterrizaje de ese viaje a lomos de la creación de dinero barato para fomentar la inversión y el consumo y alejar el fantasma de la deflación «no se va a producir sin efectos negativos», comentó el presidente de la AEB. «Una súbita reversión de los tipos podría provocar efectos devastadores habida cuenta de la fragilidad financiera provocada por la relajación de los estándares» de control de los riesgos que se produce cuando la rentabilidad oficial del dinero es muy baja y se empiezan a buscar destinos más rentables pero también de mayor riesgo.
Los préstamos bullet, o préstamos Gallardón. La intervención de José María Roldán en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander sirvió también para aprender algunos de los términos que usa la banca. Entre ellos citó los «préstamos bullet», préstamos en los que el principal (el capital solicitado) e incluso los intereses se pagan en un solo pago al final del periodo de vida. Este tipo de préstamos, comentó, son «uno de los signos de relajación de los estándares» de control del riesgo. Es evidente, añadió, que la gestión del riesgo es más compleja en este tipo de préstamos que si se los compara «con la estructura clásica de financiación, con amortización y pago de intereses regulares, que conlleva una reducción del riesgo por el mero transcurso del tiempo».
Por poner un ejemplo de laxitud, si alguien usó a placer los préstamos bullet en este país fue el ex alcalde de Madrid y ex ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón. Algunos de los créditos que pidió desde al Ayuntamiento de la capital no han empezado ni siquiera a devolverse, solo pagan intereses hasta que llegue la fecha de amortización en una única cuota que se abonará muchos años después de que Gallardón abandonase el Consistorio. Toda una bala perdida que le puede dar en la línea de flotación a quien se siente en ese momento en el sillón de la alcaldía.