Un joven de 21 años, Dylann Roof, puso esta semana en evidencia que la bestia del racismo sigue activa en Estados Unidos. El lugar elegido por el (presunto) asesino para cumplir con su misión de “matar a los negros” fue la Iglesia Episcopal Metodista Africana (AME), de Charleston, en Carolina del Sur, un verdadero símbolo histórico de la lucha contra la esclavitud y el racismo que llegó a ser frecuentado por el mismísimo Martin Luther King.
«El cobarde que mató a nueve feligreses en una iglesia ha establecido un nuevo y depravado estándar de inhumanidad. Nosotros, como estadounidenses, con nuestra resolución, determinación y compromiso, vamos a establecer un estándar infinitamente más alto de humanidad». Ésta ha sido la reacción al crimen de Charleston por parte de la Asociación Nacional para el Progreso de la Población de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), la organización más antigua y extensa de derechos civiles de Estados Unidos, creada en 1909.
Lo cierto es que aún queda un buen camino por andar. En 2012, una encuesta revelaba que el 51 por ciento de la población blanca tenía prejuicios raciales contra la población negra (o afroamericana, como prefieran), un grupo que constituye en la actualidad el 13 por ciento de la población total de Estados Unidos y que, de mantenerse las actuales tendencias (alrededor del 50 por ciento de los norteamericanos menores de 18 años pertenecen a minorías no blancas), de aquí a 2042 podría llegar constituir un alto porcentaje de la población absoluta del país.
Superados los años de la esclavitud, de las manumisiones posteriores a la guerra civil y de los terribles años de plomo y esperanza de la década de los sesenta del siglo XX, la realidad sigue siendo deprimente y muy preocupante en esta enorme potencia mundial que, en 2009, otorgó el poder al primer presidente negro de su historia.
El KKK cuenta con alrededor de 10.000 miembros repartidos en más de 70 grupos
Según Southern Poverty Law Center (SPLC), una organización filantrópica que trabaja en favor de la justicia para los sectores más vulnerables (citada por la página web de la cadena de televisión NBC), en 2014 había en Estados Unidos al menos 784 grupos incitadores del odio, un delito definido por la Hate Crime Statistics Act of 1990 como “crimen con manifiesta evidencia de prejuicios basados en la raza, el género o la identidad de género, la religión, las discapacidades, la orientación sexual o la etnia”.
El número de grupos de este tipo se disparó precisamente como reacción de la elección de Barack Obama como presidente y tras los desastres causados por la actual crisis económica y financiera. De hecho, en el pico de la crisis, llegaron a registrarse en Estados Unidos más de mil grupos de estas características, y la Oficina de Estadísticas Judiciales, que recoge datos sobre este tipo de violencia desde 2003, también registró un pico en los crímenes por odio entre 2011 y 2012, durante los peores momentos de la depresión.
Por ejemplo, según datos del centro internacional de investigación Global Research, la tristemente conocidísima organización racista Ku Klux Klan (KKK) contaba en un año tan reciente como 2012 con más de 10.000 miembros, los cuales, por lo que parece, no se contentan con cantar las siniestras “glorias de sus antepasados”.
El pasado mes de junio, por ejemplo, el diario Topeka Capital-Journal informó de que varios vecinos de la ciudad de Topeka habían recibido amenazas firmadas por los Caballeros Tradicionalistas Americanos del Ku Klux Klan, un grupo cuya presencia estaba confirmada en Alabama y Misuri, pero no en Kansas, el estado del que es capital Topeka.
Una de las amenazas recibidas en Topeka
La SPLC ha recopilado toda una lista de “grupos autodenominado patriotas, que se definen a sí mismos como opuestos al Nuevo Orden Mundial, que se adhieren a teorías conspiratorias carentes de base o que defienden doctrinas extremistas antigubernamentales”. La lista registra numerosos grupos “de odio» en todo el país, en especial en los estados de California (57), Florida (50), Nueva York (44), Nueva Jersey (40), Pennsylvania (38), Texas (36), Tennessee (29), Georgia (28) y Ohio (27).
En Carolina del Sur, donde se encuentra Charlotte, se han registrado al menos 19 grupos activos, entre los que se encuentran los Caballeros Leales Blancos del Ku Klux Klan, los Caballeros Jinetes Originales del Ku Klux Klan, el grupo nacionalista blanco Consejo de Ciudadanos Conservadores y los neonazis del Movimiento Nacional Socialista de Liberación, del Movimiento Nacional Socialista y la Alianza de la Creatividad.
En total, SPLC ha localizado al menos 72 grupos activos vinculados al KKK, 142 grupos neo-Nazis, 115 movimientos nacionalistas blancos, 119 grupos racistas skinhead, 113 separatistas blancos, 21 grupos identificados como cristianos y otras 165 asociaciones “de odio” en general.
En 2013 se registraron casi 3.500 agresiones racistas, el 66,4 por ciento contra afroamericanos
En cuanto a las actuaciones de estos movimientos, los datos de la Policía Federal (FBI), encargada de hacer cumplir la citada Hate Crime Statistics Act y de recopilar las estadísticas relacionadas con ella, indican que en 2013 se registraron en Estados Unidos al menos 5.928 incidentes “de odio”, que causaron 7.242 víctimas.
En el periodo correspondiente a 1995-2012, según los datos del FBI, el número de incidentes raciales pasó de alrededor de 6.000 a 3.500 al año, el 54 por ciento de cuyas víctimas pertenecían a la raza negra. En 2013, el 66,4 por ciento de las víctimas de las 3.497 agresiones racistas registradas por el FBI eran afroamericanos.
Agresiones racistas registradas por el FBI
En este contexto de violencia social contra la población afroamericana, las autoridades no predican precisamente con el ejemplo. Según datos recogidos por grupos activistas contra el racismo, el 37 por ciento de las personas detenidas en el país por delitos relacionados con las drogas pertenecen a la raza negra y el 57 por ciento de los presos por delitos de estupefacientes en las prisiones estatales son también afroamericanos, todo ello a pesar de que la población de color constituye tan sólo el 14 por ciento de los consumidores totales de drogas.
En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, el 80 por ciento de las detenciones policiales corresponden a negros o latinos, frente a un ocho por ciento de blancos. Estadísticamente, los afroamericanos tienen un 33 por ciento más de probabilidades de ser encarcelados que un blanco también en Nueva York, y, en 2010, una Comisión estadounidense sobre Sentencias informó de que la población negra sufría condenas federales un diez por ciento más largas que la blanca exactamente por los mismos delitos. Un informe de 2009 revelaba que dos de cada tres condenas a cadena perpetúan recaían en personas de raza no blanca, una estadística que en Nueva York se eleva al 83 por ciento.
Imágenes | THAD ALLTON/THE CAPITAL-JOURNAL y NBCNews