España ha pasado por una crisis múltiple. Financiera, inmobiliaria, laboral… y todo eso ha provocado la obligación de reinventarse. En materia empresarial se han lanzado mensajes oficiales para apostar por el emprendimiento y la creación de startups. Poco a poco, ese mantra no alcanza la fuerza necesaria para crear empleo y circulación de capital.
La semana pasada se conoció que la startup especializada en búsqueda de empleo, Jobandtalent, iba a tener más usuarios. Básicamente porque llevaría a cabo una serie de despidos que se añaden a otra tanda que realizó hace unas semanas. Esto provocará que sus propios empleados vayan a ser usuarios de la ‘app’.
Pero lo cierto es que el tema no da para bromas. Lo curioso es que desde hace tiempo llevaba consiguiendo un chorreo de financiación. Ronda tras ronda, como suele ser habitual, consiguieron un hueco en los medios especializados y algunos generalistas. Ahora, tras el tortazo de llegar a la economía real, y con los números en la mano, quizá el concepto de emprendimiento y startups debería revisarse. Sobre todo su utilidad para la economía real.
Según cifras que publica el diario ‘El Español’, el tope de facturación que habría alcanzado esta empresa sobrepasaría en poco el millón de euros. No es, ni mucho menos, unos números que se puedan despreciar. Pero si bajamos al suelo, a España como país, resulta que algo falla.
País de pymes y no de startups
¿Es posible que una empresa dedicada a la venta y distribución de material de fontanería y calefacción facture tres veces más que Jobandtalent? Lo es. Y eso que no tiene el beneplácito de la prensa, ni el flow de tantas y tantas otras compañías como Uber, Cabify, Blablacar, etc., de las que no dejamos de hablar los medios (todos, este incluido).
Con los datos del registro mercantil en la mano, esta pyme modelo de seis empleados y dedicada a la distribución, facturó el año pasado más de tres millones de euros. ¿Y el beneficio? Sí, el beneficio también lo tuvo de cara, no como la escorrentía que se dejó atrás Jobandtalent.
Con este matiz, de una pyme real, no hay crítica al emprendimiento y la creación de startups. Ni siquiera a la importancia de que se ponga en valor su actividad en los medios de comunicación. El problema es que, tras estos despidos, deja la sensación de bluf. De que no es sostenible tener decenas de empleados cuando no se gana dinero, ni se vende nada.
Se trata de un ejemplo, pero uno representativo. El de startups que venden usuarios potenciales, descargas, proyectos, ideas… pero que a la economía real no dejan una circulación de capital ni empleo estable, aunque sea poco. ¿Hasta qué punto puede crecer así una ecomía? ¿Está España preparada para ciertos modelos de negocio?
Surgen preguntas que poco a poco deben tomar semilla de respuesta. Si la crítica hacia España ha sido la de engendrar un país de pymes que generan poco empleo, la solución de una nación de startups que tampoco ayudan al desarrollo de la economía, no parece la solución.
Imagen | ‘Ocu‘