El secretario general del PSOE fue proclamado ayer, por el comité ejecutivo y sin primarias, candidato de los socialistas a la Moncloa, en un acto en el que Pedro Sánchez marcó la hoja de ruta de su partido de aquí a las elecciones generales. La puesta en escena sirvió también para que los dos líderes con más peso en el PSOE –Susana Díaz y el propio Sánchez- firmasen una tregua hasta los comicios de noviembre. Tras casi un año de guerra interna, la presidenta de la Junta de Andalucía se comprometió a dejarse la piel para que los socialistas ganen en las urnas, al tiempo que proclamó que su candidato a la Moncloa es ya “totalmente” Pedro Sánchez.
Ha pasado menos de un mes desde los pasados comicios autonómicos y municipales y las aguas del PSOE bajan más tranquilas de lo que se preveía. Pese a haber obtenido los peores resultados de su historia en unas elecciones de ese tipo desde el año 1979, hay paradójicamente una paz aparente dentro del partido y el secretario no tiene ya contestación interna.
Y todo por el hecho que el PSOE logró el pasado 24-M ser la fuerza hegemónica de la izquierda, de manera que los socialistas gobernarán –gracias a los pactos con Podemos- en siete comunidades autónomas, cuando hasta ahora lo hacían en sólo dos.
Toda esa tranquilidad y satisfacción se pudo respirar ayer en el acto celebrado en el teatro circo Price, de Madrid, donde el partido proclamó a Pedro Sánchez –por aclamación y sin primarias- candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno.
Los barones entierran el hacha de guerra
La tranquilidad para Sánchez la puso al llegar al teatro Susana Díaz, quien anunció sin ambages su decisión de dejarse la piel para que los socialistas venzan en las generales. Eso sí, la presidenta de la Junta de Andalucía se encargó de marcar la principal línea roja de esa aspiración: su partido tiene que salir no a pactar, sino a ganar los comicios.
Susana Díaz -que hasta la fecha ha evitado respaldar ni en público ni en privado a Sánchez en la carrera hacia la Moncloa, a la espera de unas primarias que finalmente no se han celebrado por ausencia de competidores- proclamó ante los periodistas que ya puede decir que el secretario general del PSOE es su candidato “totalmente”. Tras casi un año de guerra interna, las palabras de Susana Díaz suponen que los socialistas andaluces entierran su hacha de guerra hasta las elecciones legislativas de noviembre.
Lo mismo hicieron ayer otras federaciones del partido. Carme Chacón –a quien diversos sectores del PSOE colgaban la etiqueta de rival de Sánchez en el caso de que los socialistas hubieran sufrido un duro batacazo en las elecciones de mayo- se apresuró a subrayar que España necesita un Gobierno responsable, que sea capaz de poner en marcha las reformas que el país necesita y acabar con la corrupción, algo que, a su juicio, significa acabar con los años del PP en la Moncloa, “y eso lo hará el secretario general desde Madrid y yo desde Cataluña”.
Otros barones mostraron también su apoyo a Pedro Sánchez durante la reunión del comité ejecutivo. En opinión de esos dirigentes territoriales del PSOE, el líder socialista está en disposición de liderar el cambio, para lo que ha ido ganando bazas en los últimos meses.
Sánchez se envuelve en la bandera de España
En su discurso ante un aforo abarrotado por dos mil invitados, el secretario general del PSOE se encargó de dar el pistoletazo de salida a la precampaña electoral de su partido y marcar la hoja de ruta de lo que será la estrategia socialista durante ese periodo. Como nota destacada de esa estrategia sorprendió que buena parte del discurso fue leído por Sánchez con una bandera de España sobreimpresionada en una pantalla gigante.
Un hecho que puso a las claras el interés del líder socialista por no ceder ese terreno de defensa de la nación española a su adversario del PP, Mariano Rajoy, quien se ha esforzado como un martillo pilón durante los últimos años en denunciar que el PSOE –tanto el de Zapatero como el de Sánchez- no tiene un discurso común y único en todos los rincones del país. “Construiremos –dijo ayer el secretario general entre los aplausos de los asistentes- una España federal en la que cada cual pueda ser español y catalán, o valenciano, o andaluz, o vasco o madrileño, en el orden que se desee”.
Las líneas maestras de la campaña socialista pasarán, según recalcó Sánchez, por erradicar el paro y la corrupción. Siguiendo el ejemplo de Rajoy –que meses antes de las elecciones del 20 de noviembre de 2011 se fotografió en una cola del INEM diciendo que él acabaría con el paro-, el líder socialista se comprometió a fomentar el empleo con una política económica firme ante los poderosos.
“La política puede cambiar el destino si la política tiene claro a qué decir que no. Y nosotros decimos no a más despidos colectivos en empresas con beneficios. No a más salarios de escándalo para altos ejecutivos que pagan sueldos de miseria a sus trabajadores”, señaló el principal dirigente del PSOE.
En cuanto a la corrupción, se declaró un político limpio. “Por eso –comentó-, en vez de rivalizar sobre quién es menos corrupto, volcaré desde el Gobierno todo el esfuerzo en prevenir, en combatir y en castigar con contundencia la corrupción. No os quepa duda, nunca me tembló ni me temblará el pulso en el combate contra la corrupción”.