Los ministros de Finanzas cerraron ayer su cita ‘clave’ en el Eurogrupo, donde tenían como misión avanzar y cerrar los detalles técnicos para lograr un acuerdo con Grecia. Le toca de nuevo el turno a las negociaciones políticas entre el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y las instituciones europeas. Con el líder del Ejecutivo heleno en Bruselas tenía poco sentido continuar las negociaciones a nivel ministros cuando aún no estaban cerrados los flecos con los acreedores. El Eurogrupo apenas duró una hora para concluir sin acuerdo y retrasarse hasta esta mañana.
«Sólo hemos informado a los ministros del proceso y el progreso que se ha realizado hasta ahora. Desafortunadamente no hemos llegado aún a un acuerdo, pero estamos decididos a continuar trabajando durante toda la noche si es necesario», afirmaba el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselboem, al concluir. «El seno donde se deciden estas cosas es el Eurogrupo», decía el ministro de Economía español, Luis De Guindos, a su llegada. Sin embargo, aunque técnicamente es cierto, ayer Atenas puso por delante la política.
El propio Tsipras está impulsando que la voz cantante no la lleven los ministros sino los líderes de la eurozona. Sus encuentros con sus homólogos son mucho más dulces que los que han protagonizado los ministros de Finanzas, con el titular de la cartera alemana, Wolfgang Schäuble, a la cabeza del pesimismo.
Tsipras comenzaba ayer por la mañana sus encuentros con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker; el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi; y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, a quien esperaba traer a su terreno antes de que los ministros comenzaran a debatir. No lo consiguió y a las 23.00 horas volvía a intentar un acercamiento de posturas con los acreedores. Por ahora no parece viable que Grecia pueda dejar a un lado al FMI para pactar con los socios europeos de forma separada.
Tsipras está impulsando que la voz cantante no la lleven los ministros sino los líderes de la eurozona. Sus encuentros con sus homólogos son mucho más dulces que los que han protagonizado los ministros de Finanzas.
La noche fue larga para Tsipras y la Troika, mientras los ministros de Finanzas continúan esta mañana sus negociaciones técnicas. No será fácil encontrar una solución intermedia para que se cumplan las reglas y la voluntad política. Pero no parece que haya otra alternativa para Bruselas que alcanzar un acuerdo porque ningún líder europeo quiere pasar a la historia con la reseña del fin del euro durante su mandato.
«Hay tanto vértigo a lo desconocido que no hay otra solución que cerrar un acuerdo», señalaban fuentes diplomáticas. En verdad, Grecia está plantando cara a las instituciones y en Bruselas no hay muchos precedentes. Tsipras acabará cediendo pero se llevará algo a cambio para poder vender entre los suyos que no ha claudicado en vano. Ese aliciente podría ser una mención a una futura reestructuración de la deuda, aunque sólo sea una alusión en un futuro. No es la primera vez que Atenas recibe una extensión en los plazos o una reducción de intereses y tendría cabida si se acepta negociar un nuevo rescate después de la extensión del actual.
«Hay tanto vértigo a lo desconocido que no hay otra solución que cerrar un acuerdo», señalaban fuentes diplomáticas. En verdad, Grecia está plantando cara a las instituciones y en Bruselas no hay muchos precedentes.
Para encontrar una solución para Grecia, como bien decía a la entrada del Eurogrupo de ayer el ministro de Finanzas eslovaco, Peter Kazimir, deberían bastar tres Eurogrupos y dos Consejos. Sin embargo, todo apunta a que se podría convocar una cumbre extraordinaria de los líderes de la eurozona este viernes, que se sumaría a otros dos Eurogrupos extraordinarios, uno el de esta mañana y otro para preparar el posible Eurosummit de mañana. Aprovechando que los jefes de Estado y de Gobierno ya están en Bruselas para debatir temas clave como la inmigración ilegal o las pretensiones de Reino Unido dentro del club, no se descarta que alarguen su estadía para zanjar el drama griego.
Pendiente de aprobación en varios parlamentos
Grecia tiene que ser el primer país en pasar por su Parlamento un acuerdo con las instituciones. Las exigencias de la Troika, que van dirigidas hacia hacer más esfuerzos en los frentes más conflictivos, pensiones e IVA, harán difícil la negociación con el ala más izquierdista de Syriza. El líder de To Potami (el partido de centro liberal), Stavros Theodorakis, aseguraba por el contrario en Bruselas que está dispuesto a apoyar las propuestas de Tsipras.
Los socios que tienen que hacer lo propio querrán ver que el premier griego recibe el visto bueno de su Parlamento antes de pedir la aprobación de sus respectivas Cámaras. Alemania, Holanda, Estonia y Finlandia son los países que tienen que aprobar en su Parlamento la extensión del rescate griego.
Hay máxima expectación para que llegue este momento. Tanto es así que la posibilidad de un acuerdo inminente llevó a las bolsas europeas a dispararse, y a la Bolsa de Atenas, concretamente, a registrar subidas del 9% y del 6% el lunes y el martes. Ayer miércoles cerraba con pérdidas del 2% ante la incertidumbre de la jornada. Con esa misma euforia y moderación se expresaban los ministros de Economía y el Ejecutivo comunitario desde el comienzo de la semana.
Cuatro meses de negociaciones
Desde que el pasado 20 de febrero el Eurogrupo consiguiera que Grecia accediera a aceptar una prórroga del programa actual y el cumplimiento de las condiciones, Bruselas y Atenas se dieron cuatro meses de plazo para renegociar las condiciones del rescate. Una infinidad de viajes de ida y vuelta, ofertas y contraofertas que llegaron con modificaciones siempre in extremis hasta el día de hoy.
La primera fecha límite para que Grecia presentara su lista de reformas fue a finales de abril. Según se iban cumpliendo los plazos, ambas partes negociadoras apaciguaban los ánimos asegurando que quedaba tiempo y margen para llegar a un acuerdo. El intercambio entre Atenas y Bruselas era continuo hasta que llegó un punto de estancamiento en las negociaciones.
Para salvar el primer plazo del 28 de febrero, fueron necesarias cuatro horas de encuentros bilaterales previos para que los 19 titulares de Finanzas se reunieran en la misma sala. Adelantar trabajo era la meta de cara a presentar un texto consensuado al resto de ministros. Para ello, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, y el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, se reunieron de forma separada con los ministros de Alemania y de Grecia, de los que obtuvieron su aprobación al texto finalmente consensuado por todos.
Para la cumbre de hoy se presenta más que necesario ese trabajo bilateral de Tsipras para intentar volver a encontrar lo que su ministro Varoufakis definió como la combinación entre «la lógica y la ideología», que ya funcionó en febrero.
Para la cumbre de hoy se presenta más que necesario ese trabajo bilateral de Tsipras para intentar volver a encontrar la combinación que funcionó en febrero entre «la lógica y la ideología». Esa frase del ministro de Economía griego, Yanis Varoufakis, daba alas a Grecia, que se veía como líder de un movimiento revolucionario. «La relación entre Grecia y Europa se da entre iguales», decía entonces.
Estos cuatro meses han dado para retirar al propio Varoufakis de las negociaciones con la Troika y para volverlo a situar en la primera línea de la negociación. Para hablar de Grexit desde la distancia o con resignación y sin miedo, para volver a presentar ofertas y contraofertas y cambiar la pelota tantas veces de tejado que ni quien la lanza sabe de quién es el turno. Ahora ya quedan días para que Grecia acepte un acuerdo con la UE o acariciar el default (suspensión de pagos). La fecha límite es el próximo martes 30 de junio, cuando concluye su rescate actual y día en el que tiene que hacer frente al pago de 1.600 millones de euros al FMI.
IMAGEN: Sébastien Bertrand en Flickr