Los mitos campan a sus anchas. Y la tecnología móvil no iba a ser menos. Desde que el uso de internet en los teléfonos inteligentes se ha convertido en una realidad, todo el mundo cree que ya solo se utiliza para subir fotos a Instagram o poner tuits. Aunque nada más lejos de la realidad, ahora se habla más que nunca y, paradójicamente, el SMS continúa viviendo con mucha fuerza.
Pese a ello, no hay duda de que el móvil ahora mismo tiene un valor muy claro. Según un estudio de Deloitte, en 2016 el 26% de los usuarios de smartphone en los mercados desarrollados pasó hasta una semana entera sin hacer una sola llamada convencional.
No es que hayan dejado de comunicarse. Es solo que sustituyen las llamadas de voz tradicionales por una combinación de mensajería (que incluye el SMS), y servicios de voz y de vídeo over the top (OTT). Este grupo supuso el 22% de todos los usuarios de smartphone en 2015, y el 11% en 2012, según estima la consultora.
Lo más curioso son las contradicciones que se dan en el uso del móvil. En los últimos años ha habido dos tendencias contrapuestas en cuanto a los servicios de voz. La primera consiste en que los volúmenes de voz a través del móvil medidos en minutos han aumentado un 20% entre 2012 y 2015, probablemente debido al abaratamiento de los minutos de voz o el aumento en la contratación de paquetes de voz ilimitados.
La segunda tendencia consiste en que los patrones de uso de la mayor parte de los propietarios de smartphones son ahora más intensivos en datos, y el porcentaje de tiempo pasado en actividades que no son servicios de voz ha aumentado considerablemente; en algunos mercados, como en el Reino Unido y EE.UU., parece que incluso ha llegado a triplicarse.
Lo que puede estar ocurriendo es una polarización en el uso de la voz en el móvil: algunos usuarios están incrementando sus volúmenes de llamadas de voz; mientras que, en el otro extremo de la escala, un porcentaje cada vez mayor ha dejado de utilizarlas totalmente.
Un mundo comunicado sin voz
Un catalizador clave que explica la caída en el porcentaje de personas que hacen llamadas de voz en sus smartphones ha sido probablemente la proliferación de opciones para comunicarse sin necesidad de hablar. Las conversaciones telefónicas con amigos y familiares, por ejemplo, han sido suplantadas en cierta medida por las redes sociales, que ofrecen múltiples posibilidades frente a una conversación tradicional, como la capacidad para enviar audios y vídeos.
Las redes sociales, la mensajería instantánea, el correo electrónico y otras formas de mensajería también permiten tener control sobre cuándo responder: son asíncronos, mientras que la conversación de voz obliga a dar una respuesta en tiempo real.
Sin embargo, estas realidades no solo están usurpando conversaciones privadas. Existen aplicaciones que pueden sustituir las llamadas que habríamos hecho anteriormente para pedir comida para llevar, llamar a un taxi, reservar una cita o hacer una transferencia bancaria.
A lo largo del mismo periodo en que han disminuido las llamadas de voz, la mayor parte de las formas de comunicación por datos, como la mensajería instantánea, las redes sociales e incluso el correo electrónico, ahora de la “vieja escuela”, se han vuelto más populares.
Un mundo lleno de mensajes
La mensajería instantánea ha sido la que ha registrado la acogida más rápida entre los consumidores desde 2012; el porcentaje de adultos que la utiliza se ha duplicado con creces, desde el 27% en 2012 al 59% en 2015, y los volúmenes se han disparado desde 7 billones en 2012 a 43 billones en 2015.
Cabe destacar que los mensajes de texto, una forma de comunicación por datos relativamente barata y sencilla, siguen siendo ampliamente utilizados por aquellos que no hacen llamadas de voz. A mediados de 2015, el servicio de datos más popular era el SMS, con un 60% del uso total, seguido muy de cerca por la mensajería instantánea, el correo electrónico y las redes sociales.
A mediados de 2015, el grupo de edad con el mayor porcentaje de entusiastas de los datos era el de 18-24 años, el 31% de los cuales (en países desarrollados) manifestó no haber hecho llamadas telefónicas en una semana, mientras que el porcentaje medio correspondiente de adultos era de un 22%.
Imagen | ‘Marco Giumelli‘