¿A la tercera va la vencida? No siempre. Al menos no ayer. En el tercer Eurogrupo extraordinario de la semana, Grecia rechazó la oferta de las instituciones europeas para cerrar un acuerdo y volvió a presentar otra contraoferta. Un cruce de documentos que lleva dándose entre Bruselas y Atenas casi desde que comenzaran las negociaciones. Estos papeles de ida y vuelta han llevado al gremio periodístico en Bruselas a acuñar un nuevo término: paperology , la disciplina en el intercambio de papeles. Se esperan los definitivos para la cuarta reunión de ministros, que se ha convocado de urgencia para el sábado a las cinco de la tarde, cuando quedarán tres días para la suspensión de pagos.
En el contenido de los textos continúan las mismas trabas. En cuanto a la parte técnica, no hay una posición común en materia de pensiones, ni de IVA, ni de gasto militar, ni de impuestos a las empresas. La voluntad política sigue pasando por mantener a Grecia dentro del euro si cumple con sus compromisos. Dos horas dedicaron los líderes a la crisis griega en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, después de que el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, diera el reporte de lo acontecido en el Eurogrupo a su jefe. Para dejar el Consejo, su naturalidad griega sorprendía saliendo por la sala de prensa donde trabajan más de 400 periodistas acreditados. El primer ministro griego, Alexis Tsipras, se quedaba dentro donde no perdió la oportunidad de lanzar su tema para conseguir cómplices entre sus socios.
La canciller alemana, Angela Merkel, quiere una solución antes del lunes. Sería la única forma de evitar un desastre en la apertura de las Bolsas europeas si no se consigue cerrar un acuerdo finalmente durante el fin de semana. Sus deseos los comparten todos los que llevan afincados en Bruselas toda la semana enfrascados en las negociaciones, periodistas incluidos. La crónica de un acuerdo anunciado dura más de lo que cabía esperar.
Angela Merkel quiere una solución antes del lunes. Sería la única forma de evitar un desastre en la apertura de las Bolsas europeas si no se consigue cerrar un acuerdo.
Tsipras tiene que cerrar un acuerdo con la Troika como primer paso. Y cuando esté listo, los ministros de Economía lo aprobarán el sábado, requisito fundamental para que Grecia pueda recibir el último tramo del rescate, que le daría un respiro financiero valorado en 7.200 millones de euros. La librarían de una suspensión de pagos que tendría lugar si antes del miércoles no puede afrontar el pago de 1.600 millones al FMI.
Hacia dónde suben o bajan los porcentajes de la subida del IVA o el impuesto de sociedades lo determinará la voluntad política. Sobre la mesa, Bruselas sigue pidiendo a Grecia que aplique un 23% de IVA a restaurantes y hoteles, mientras el Ejecutivo heleno se resiste para que sigan pagando un 13%, como ya ha sido aceptado por la Troika para otros sectores como la electricidad y los productos básicos. En materia de pensiones, tiene que ajustarse el porcentaje de ingresos que se quieran obtener sobre el PIB. Grecia ofrece empezar en 2016 y la UE, de inmediato.
En cuanto al trato a las empresas, Grecia quiere ir más allá de lo que la UE le permite. La creación de una tasa que grave los grandes beneficios empresariales con el 12% no cae muy bien en el seno de la Troika, que busca su eliminación. Atenas ha ido ampliando el límite de beneficios para aplicar este impuesto, que empezó para ganancias por encima del millón de euros y ha acabado con una propuesta para que lo paguen aquellas empresas que ganen más de medio millón de euros. Tampoco hay acuerdo sobre dónde situar el porcentaje del impuesto de sociedades, si en un 28%, a la europea, o en un 29%, a la griega.
Populares y liberales griegos en Bruselas
Como norma habitual, antes de cada cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, los grupos políticos europeos aprovechan para reunir a sus líderes. Populares, socialistas y liberales se dan cita por separado en congresos de sus respectivos partidos a nivel europeo. Los griegos Antonis Samarás, ex primer ministro heleno en la bancada de los populares, y el líder de To Potami en el grupo de los liberales, Stavros Theodorakis, se han dejado caer por la capital europea para apaciguar los ánimos sobre la aprobación de un inminente acuerdo con Grecia por el Parlamento.
Sería muy improbable que el Fondo Monetario Internacional (FMI) declarara un impago de Grecia si tiene la garantía de que recibirá dinero europeo y la institución es uno de los firmantes del pacto.
Si finalmente el acuerdo llega el sábado, habría tiempo para poder aprobarlo por el Parlamento el lunes. En cualquier caso, fuentes europeas reconocían que si se consigue alcanzar un acuerdo, con esa base la fecha límite del 30 de junio no sería tan estricta como para tener que cumplirla sí o sí. Sería muy improbable que el Fondo Monetario Internacional (FMI) declarara un impago de Grecia si tiene la garantía de que recibirá dinero europeo y la institución es uno de los firmantes del pacto.
El BCE da un respiro a los bancos griegos
El Banco Central Europeo ha vuelto a aliviar a los bancos griegos, aprobando la financiación de emergencia que desde Atenas se había solicitado. Reuters avanzaba en este sentido que si fuera necesario, su consejo de gobierno podría reunirse de nuevo «en las próximas 24 horas». Las retiradas de efectivo en cadena hacen peligrar el mantenimiento de la banca griega y es una de las principales preocupaciones para cerrar un acuerdo urgente.
Quién no hace ninguna concesión es el Bundesbank, que no duda en culpar al Gobierno de Tsipras precisamente de esa fuga de capitales que sufre Grecia. «Las decisiones políticas griegas han provocado las fugas de capitales y las retiradas de efectivo a gran escala», cargaba su presidente, Jens Weidmann, contra el Ejecutivo heleno.
Según el Bundesbank, la línea extraordinaria de liquidez que mantiene el BCE con los bancos helenos, es un sistema de financiación prohibido según los reglamentos internos de la UE de la forma en que se está utilizando con Grecia.
Su disposición es más bien contraria a la del BCE. Para el banco central alemán, el Emergency Liquidity Assistance (ELA), que es como se llama en inglés la línea extraordinaria de liquidez, es un sistema de financiación prohibido según los reglamentos internos de la UE de la forma en que se está utilizando con Grecia. «Cuando los bancos que no tienen acceso a los mercados, y además sus títulos de deuda soberana tampoco han sido aceptados dentro del programa del BCE, utilizar el ELA para prestar liquidez a esas entidades supone un preocupación financiera seria», señalaba en declaraciones a Bloomberg.