Pequeños y grandes se alimentaron de la magia y las palabras de los cuentos de Federico Martín

Federico Martín es un hombre con cara de cuento, un defensor de la dimensión cultural del ser humano y un proveedor de palabras para alimentar las almas y dar la oportunidad a otros de vivir otras vidas. Al menos, esta es la filosofía en la que cree este septuagenario que contando cuentos a grandes y pequeños reconstruye la infancia que no le dejaron vivir.

“La gente está muy sola y le gusta reunirse para que le cuenten historias y vivir otros mundos, por eso nunca se perderá la costumbre de contar cuentos”. Prueba de ello, el éxito de esta actividad organizada por el Patronato Municipal de Cultura de Alcázar de San Juan para conmemorar el Día del Libro y el mes de la lectura de la que se pudo disfrutar el sábado, 22 de abril, en el Salón Noble del Ayuntamiento.

La mañana del sábado se llenó de musicalidad, palabras y cuentos gracias al saber hacer del cuentacuentos Federico Martín que cautivó a pequeños y grandes en el Salón Noble del Ayuntamiento alcazareño. Dos horas de magia que acercaron la literatura a niños y niñas de todas las edades, así como a sus padres, madres, abuelas y abuelos que disfrutaron tanto o más que ellos con los mundos imaginarios que Martín extrajo de los libros.

Federico recuerda que su historia comenzó en Toledo, “estudiando latines y cantos”, la forma poética en la que define su formación en lenguas clásicas y arte dramático. Nunca pensó que encontraría su camino contando cuentos a niños, porque su intención era trabajar en la Universidad, “pero no me dejaron, como no me dejaron jugar en mi infancia”. Eran años difíciles y, por sus ideas, fue expedientado por la dictadura y se le cerraron las puertas para ser profesor. “La dictadura cambió mi vida”, sentencia, aunque en el cambio inició una aventura por el mar de las palabras y las historias que le condujo a fundar una escuela a escondidas, ‘Travenco’, donde comenzó a trabajar con niños. Más tarde, huyendo de esa misma dictadura, llegó hasta Francia, un país que cuenta “me salvó de la muerte del alma”.

Desde entonces y hasta ahora, como intrépido marinero, ha conducido su velero de magia por todo el mundo contando cuentos a todo tipo de públicos, reconstruyendo su infancia mientras juega con los más pequeños y constatando, felizmente, que “nunca se perderá la costumbre de contar cuentos, porque los seres humanos somos verbívoros, nos alimentamos de palabras. Necesitamos las historias de los libros para vivir otras vidas diferentes a las que la naturaleza nos obligó a vivir”. Historias como ‘El Quijote’, ‘Romeo y Julieta’, ‘La Casa de Bernarda Alba’ o ‘La Odisea’ de Homero.

La esencia de todas las vidas vividas por Federico Martín a través de los libros se dejó notar nuevamente en Alcázar de San Juan, ciudad con la que el cuentacuentos tiene su particular historia personal, ya que la conoce desde hace 30 años; no sólo como cuentacuentos, también como formador de profesores. Alcázar lo recibió, una vez más, con los oídos y los ojos bien abiertos para absorber sus historias y valorar la magia de esas palabras que “nombran todo lo que hay, lo que hubo y lo que habrá”.

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