Se empiezan a acumular los indicios de que el entorno de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se encuentra sumido en sus horas más bajas, tras el batacazo del PP en las elecciones del 24-M. Con el nombramiento de Íñigo Méndez de Vigo como nuevo titular de la cartera de Educación y Cultura, Mariano Rajoy ha acabado con las aspiraciones del sector sorayista, que pretendía hacer ministro del ramo a uno de sus más destacados miembros: José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura.
El golpe dado por Rajoy se suma a otros que los sorayistas han sufrido durante las tres últimas semanas. El primero fue la orden dada por Rajoy para que cesaran de manera inmediata las hostilidades entre el bando de la vicepresidenta y el de la secretaria general del PP, lo que motivó que Sáenz de Santamaría tuviese que salir a respaldar públicamente el trabajo de María Dolores de Cospedal.
Después llegaron las filtraciones interesadas a los medios de comunicación de que Rajoy había perdido a confianza en su número dos en el Gobierno y que pensaba retirarle la portavocía del Ejecutivo, algo que era impensable hace algunos meses y que finalmente no se produjo. Lo más doloroso para el sector sorayista fue que esa filtración se publicó en uno de los periódicos más cercanos a la vicepresidenta.
Además, en la crisis en el PP, los seguidores de Sáenz de Santamaría no lograron situar a alguien de su cuerda entre los rostros que conforman la nueva dirección del partido. Y se tuvieron que conformar con mantener a Javier Arenas como vicesecretario en la sede de la calle Génova.
Más tarde se registró la deserción de Jaime Pérez Renovales -uno de los más destacados miembros del sector sorayista y de la autodenominada La Gloriosa, la generación de abogados del Estado a la que pertenece el marido de la vicepresidenta –-, que por sorpresa y a pocos meses de las generales, decidió dejar su cargo de subsecretario del Ministerio de la Presidencia para irse a la empresa privada.
El último golpe, que se sepa, a los intereses de la facción sorayista tuvo lugar en la noche del pasado jueves, cuando Rajoy anunció desde Bruselas que el nombre elegido para entrar en el Gobierno era el Íñigo Méndez de Vigo. Se cerraba así la puerta a que Lassalle relevase a su jefe José Ignacio Wert en la cartera de Educación.
Desde que se supo que el anterior ministro de Educación quería marcharse a París para acompañar a su actual esposa, los partidarios de Sáenz de Santamaría no han dejado de hacer campaña en favor del secretario de Estado de Cultura, hasta situar el nombre de Lassalle en todas las quinielas como el principal favorito para sustituir a Wert. En algunos medios se le llamaba el “sucesor virtual” del anterior ministro de Educación.
Desde hace años el actual secretario de Estado de Cultura es una de las personas de la máxima confianza de la vicepresidenta. Amigo del gran valedor de Sáenz de Santamaría –el ya fallecido Francisco Villar-, Lasalle formaba parte de la guardia pretoriana con la que se rodeó Soraya cuando desembarcó en la portavocía del Grupo Popular, allá por el año 2008.
Lassalle, en el entorno más cercano de la vicepresidenta
Además de Villar y Lassalle, pertenecían al núcleo duro de la dirigente popular nombres como los de José Luis Ayllón, Fátima Báñez, Álvaro Nadal y Cristóbal Montoro. Meses después se incorporó a ese grupo el actual ministro de Sanidad, Alfonso Alonso. Sin contar con un puesto en la dirección del Grupo Popular, Lassalle asistía a casi todas las reuniones preparatorias del trabajo parlamentario que convocaba Sáenz de Santamaría, durante los cuatro años que ésta estuvo al frente de la portavocía en el Congreso.
Con el nombramiento de Méndez de Vigo –que tiene un perfil de europeísta dialogante-, demuestra Rajoy que quiere rodearse en este final de legislatura de ministros de su máxima confianza y no conflictivos.
Tal vez la etiqueta de conflictivo es el motivo por el que Rajoy no ha querido contar con Lassalle como nuevo ministros, pues sonoras fueron en su día las peloteras que el secretario de Estado de Cultura tuvo con su jefe Wert. Tan es así que Lasalle iba por libre dentro del Ministerio.
Parece que al presidente del Gobierno no le ha gustado la actitud de Wert durante los últimos meses, haciendo caso a determinadas por voces dentro del PP que censuran al ya ex ministro por querer abandonar el barco del gabinete cuando quedan pocos meses para el final de legislatura.
En este sentido, Rajoy aseguró ayer en una rueda de prensa –la novena desde que el PP se dio el batacazo en las elecciones municipales y autonómicas, batiendo el record absoluto de comparecencias ante los medios desde que es el principal inquilino del palacio de la Moncloa- que no hay ninguna decisión tomada acerca del posible nombramiento del ex ministro de Educación como embajador de España ante la OCDE. El jefe del Gobierno reconoció que tomó la decisión de relevar a Wert porque él mismo se lo pidió hace tiempo por razones personales.