Volkswagen, Mercedes Benz: reputación y ruleta rusa

Desde el comienzo de la industrialización, finales del S. XIX y principios del XX las marcas que fabricaban productos de calidad de manera continuada y permanente lograban una buena reputación, atributo que contribuía lógica y consecuentemente a incrementar sus logros comerciales.

Esa buena reputación robustecía la imagen de marca del fabricante, le distinguía de la competencia y, con el tiempo y en los mas destacados casos, creaba incluso una leyenda. Numerosos ejemplos de lo anterior se encuentran en la industria automovilística tanto la europea como la estadounidense o japonesa.

Actualmente existe una tendencia defendida con enardecimiento por parte de algunos pescadores especializados en lanzar el sedal en ríos sin caudal y que consiste en la pretensión de crear una reputación de manera artificial y sintética. Tal adefesio mental proviene de determinados individuos que creen, igualmente, que la imagen se puede crear olvidando que la imagen es una proyección de la realidad. Es posible trabajar en la mejora de esa imagen tratando de que se corresponda con la realidad, cuando es buena, o en el caso de corregir situaciones accidentales provocadas interna o externamente. Una empresa reputada puede tener un problema episódico que afecte a su imagen siendo posible su tratamiento y corrección porque la fortaleza no está en la imagen sino en la realidad. Pero una buena campaña de imagen nunca podrá cambiar una mala realidad aunque en el corto plazo se pueda engañar a una parte del público provocando con esto, encima, el enfado y la reprobación de los engañados. Y eso si que es difícil de corregir.

Irresponsables comportamientos

A propósito de algo que antes se dijo, la reputación de algunos fabricantes de automóviles, hay dos marcas alemanas que hasta hace poco gozaban de una excelente reputación e incluso llegaron a ser legendarias: Volkswagen y Mercedes Benz, marca perteneciente a Daimler Group fundado por Gottlieb Daimler y Carl Benz.

Algunos coches fabricados por Volkswagen alcanzaron la categoría de leyenda: Golf, Beetle-Escarabajo o la furgoneta Kombi de los años 50/60. En el caso de Mercedes la marca es en sí mismo una leyenda y tanto uno como otro alcanzaron tan distinguidas posiciones por fabricar productos de gran belleza y personalidad y con altas calidades lo que proporcionaba seguridad y confianza al conductor.

Por ello y considerando lo costoso que es alcanzar una buena reputación y mantenerla resulta muy difícil de entender que ambos fabricantes se hayan jugado su prestigio en una especie de ruleta rusa sin sentido y que ha creado disgusto, preocupación e incluso consternación a muchas personas en el mundo entero.

Y lo mas inquietante es que no se trata de una merma en la calidad de sus vehículos sino de un engaño, una especie de truco del almendruco con el que han querido burlar a las autoridades de los Estados Unidos, en concreto la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) o en su propio país, Alemania,  la Oficina Federal de Vehículos a Motor (KBA).

 

Y en ambas situaciones el fraude consistía en trucar el dispositivo que proporcionaba el dato de contaminación, aportando información falsa pero que cumplía, indebidamente, con las exigencias legales o normativas.

En concreto Volkswagen lo hizo en 11 millones de vehículos con motor diesel vendidos entre 2009 y 2015 que, según se desprendió de las investigaciones llevadas a cabo en EEUU emitían hasta 40 veces el límite legal de óxidos de nitrógeno.

La jugarreta le costó VW, solo en Estados Unidos, 17.500 millones de dólares para compensar a los engañados clientes y una multa que le impuso en departamento de Justicia de 4.300 M de $. Mas lo correspondiente a Europa.

Mercedes también

La contumacia forma parte de la condición humana pero menos en aquellos que dedican grandes esfuerzos y recursos a analizar lo que hacen y van a hacer contando para ello con algunos de los mejores profesionales de cada especialidad. O eso era lo que ocurría porque hace pocos días se ha sabido que nada menos de Mercedes Benz se ha visto obligada a llamar a sus talleres a cerca de un millón de coches por idéntico motivo, la manipulación del control de emisiones de contaminantes. 280.000 en Alemania y 700.000 en el resto de Europa. Todo parte de la intervención de la Oficina Federal de Vehículos a Motor (KBA) de Alemania.

Y están un bue número de modelos y de todos los tipos: coupé CLS, furgonetas Vito y V, todoterreno GLE y GLC o de los cla se C, entre otros algunos de los cuales se venden actualmente.

Unas empresas que cuentan con departamentos propios y ajenos que auditan y controlan todo lo que hacen, que revisan procedimientos y se cuestionan permanentemente su labor en aras de la calidad y la seguridad.

¿Alguien pensó que no los iban a pillar? ¿A quien querían engañar?, además de a sus clientes.

Da la impresión de que no han valorado ni considerado el mundo en el que viven y, en cualquier caso, los responsables de estos comportamientos han sido muy irrespetuosos con su propia empresa, sus accionistas, sus trabajadores y sus clientes, además de desconsiderados con las autoridades.

Es frecuente ver a algunos políticos, sobre todo en España, utilizar y arriesgar los recursos públicos, los de los ciudadanos, como si fueran propios. Pero una compañía no es de sus directivos. Ellos administran sus recursos y bienes entre los que se encuentra en lugar preferente la confianza otorgada por los usuarios de sus productos. Y una mala administración no solo puede acabar con los fondos de una empresa sino también con esa confianza siendo formando ambos dos junto con otros el propio capital de la corporación.

Otros que han lanzado el sedal a un río sin agua.

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