La alcaldesa de Barcelona lo dijo antes de serlo: «Hay que aplicar una moratoria sobre nuevos hoteles y pisos turísticos, hacer un censo y hacer una política preventiva antes de que se desmadre». Y, con desmadre o no, el Ayuntamiento ha anunciado hoy la suspensión durante año, prorrogable por otro más, de la concesión de nuevas licencias de todos tipos de alojamientos turísticos.
El nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona gana tiempo para encontrar una solución para la enorme carga de turismo en la ciudad. La nueva alcaldesa, Ada Colau, ya había advertido de que había que encontrar fórmulas para poner coto a un aluvión de turistas que estaba despertando las quejas de los vecinos y ya había anticipado que habría moratoria a la expansión de nuevos alojamientos. Y así lo ha hecho. El consistorio barcelonés ha decidido suspender durante un año, prorrogable por otro más, la concesión de nuevas licencias de todo tipo de alojamientos en la Ciudad Condal y aprovechar ese parón para la elaboración de un plan especial de regulación del sector turístico en la capital catalana.
Colau paraliza así la concesión de licencias para la apertura de nuevos hoteles, apartamentos turísticos, pensiones, hostales, apartahoteles, residencias de estudiantes, albergues juveniles… y también de viviendas de uso turístico, que han proliferado por decenas de miles en Barcelona al calor de las plataformas online como Airbnb, Homeaway o Wimdu. La moratoria aprobada ya se ha publicado hoy en el Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona (BOPB). La medida afectará a una treintena de hoteles ya en proyecto o en tramitación (entre ellos, la implantación de un hotel Hyatt en la Torre Agbar, tras la adquisición del inmueble por Emin Capital; así como los nuevos establecimientos de lujos que se preparaba en la Torre Deutsche Bank y en la antigua sede de Henkel).
El Ayuntamiento subraya que pretende abrir un proceso de reflexión y participación para elaborar un Plan Especial de Regulación de Alojamientos Turísticos, «establecerá los criterios para una gestión global de los alojamientos y del turismo que permita preservar la calidad de Barcelona como destino turístico» y que garantice que «esta actividad no represente ninguna fuente de conflicto con los vecinos y vecinas de la ciudad» y, con ello, «garantizar la calidad de vida de los ciudadanos y evitar alteraciones del orden público». No se trata, según ha subrayado Colau en rueda de prensa, de paralizar el sector turístico, sino de parar la cesión de nuevos licencias para poder tener un «debate tranquilo» para regular los alojamientos turísticos.
«El objetivo final es obtener una radiografía fija del parque de alojamientos turísticos en la ciudad que permita evaluar y diagnosticar la oferta existente y el impacto social que tiene sobre el acceso a la vivienda, ocupación del espacio público, movilidad, diversidad de usos y producción y gestión de residuos». El objetivo del equipo de gobierno de Ada Colau es disponer de una propuesta inicial de Plan Especial de Regulación de Alojamientos Turísticos en el primer trimestre de 2016 para «crear un marco normativo que proteja el turismo, tanto desde la vertiente del visitante como del ciudadano».
Mimar el turismo para hacerlo sostenible
El Ayuntamiento dice que debe aprovecharse la riqueza que genera el turismo en la ciudad, equivalente a un 14% del PIB municipal, pero al tiempo compatibilizarlo «con el día a día ciudadano e impedir que genere externalidades negativas, como problemas de convivencia, alteración del tejido social y económico de barrios enteros y la banalización o saturación del paisaje urbano». A partir de ahora, el consistorio quiere buscar fórmulas que «favorezcan un reparto equitativo de los beneficios del turismo en los 73 barrios de la ciudad, así como medidas para descongestionar las zonas sometidas a una presión ambiental y social más grande».
Según ha apuntado Colau en rueda de prensa, el turismo es «uno de los principales activos de la ciudad, pero que también es una responsabilidad colectiva cuidarlo, mimarlo y hacerlo sostenible en el tiempo. «Hacía falta gobernar de forma democrática el turismo y lograr que sea sostenible para las próximas décadas por el bien de todo el mundo».
Barcelona no quiere ser Venecia
Hace ahora un mes, Ada Colau ya había advertido en una entrevista con El País la necesidad de que aplicar esta moratoria. «La situación está fuera de control en los lugares donde hay más presión turísitica. Hay que aplicar una moratoria sobre nuevos hoteles y pisos turísticos, hacer un censo y hacer una política preventiva antes de que se desmadre», dijo entonces Colau, que ya apuntaba que la moratoria estaría aprobada en los primeros seis meses de la legislatura y que tendría carácter general. «Hay que hacer un plan de turismo pensando en los vecinos y vecinas. No podemos tener una burbuja turística después de la inmobiliaria».
En los últimos meses, las quejas de los barceloneses por la enorme afluencia de turistas se han multiplicado. Y también se ha venido denunciando la existencia de problemas de convivencia por la proliferación de los apartamentos turísticos de alquiler por días en determinadas zonas de la ciudad. ¿Es posible limitar el número de turistas que llegan a Barcelona? «Hay que mirarlo seriamente», responde la líder de Barcelona en Comú, que propone un nuevo plan estratégico del turismo de la ciudad que «debe servir también para ver cuál es el límite de carga, porque alguno habrá», dijo Colau, entonces alcaldable y hoy alcaldesa. «Si no queremos ser Venecia, algún límite de carga del turismo habrá que poner en Barcelona», subrayaba. «Podemos crecer más, pero no sé hasta dónde».