Estilistas, los nuevos tiranos

Zapatos Manolo Blahnik

Déspotas y dictatoriales. Con un criterio caprichoso: De repente una bata de fábrica de una conservera es «lo más» y llevar algo azul marino «está super desfasado».Tan pronto un polisón tiene el «encanto vintage» como te lanzan un «basta ya» porque llevas cinturón. Dueños de unos códigos que solo conocen ellos y que no siempre corresponden a un sentido estético atemporal, los estilistas mediáticos son los dictadores de la aprobación social. El programa «Cámbiame» los vuelve a poner de moda.

La televisión nos ha familiarizado con una figura que siempre estaba a la sombra del famoso. Desde el mítico y cultísimo Carlos García Calvo al emblemático Josie. Este último me hizo cuestionarme muchas cosas. Aseguraba que una camisa grande rescatada de un container para «charity» (cita textual) podía ser super fashion con el cinturón adecuado. Y con unos Manolo Blahnik (añado yo).

El programa «Cámbiame» los tiene como protagonistas del eterno cuento de «El patito feo» y «La cenicienta» (Hay que ver cuantos remakes se hacen de los cuentos tradicionales). Esta vez vía exprés porque el programa graba a la vez el arranque y el final en una sola sesión.

La transformación es engañosa. Esa pobre cenicienta por unas horas no tiene la capacidad, dinero ni habilidad para ir maquillada profesionalmente a diario. Ni tampoco un armario digno de una fashion victim. La sesión de maquillaje y peluquería requiere un par de horas. Hagan cálculos de la hora a la que se tendría que levantar cualquier mortal para lucir «divinos» y «divinas» a diario.

Pero vamos a los estilistas: Cristina Rodríguez, Natalia Ferviú y Pelayo Díez. Tienen sobrados currículums en el mundo de la moda y no quisiera desacreditar las distinciones y reconocimientos que tienen en el sector. Pero cuando se ponen petardos, son agotadores. Los estilistas mediáticos centran sus discursos con las siguientes claves: Es un rollo…, es como muy…, tiene un momento… Entonces viene la referencia al personaje mítico: De Jacquie Kennedy a un sátrapa fallecido. O bien a una corriente o referencia del pasado (que puede ser una serie de los 80). Una auténtica tormenta de ideas. Pero no entiendo como la productora, «La fábrica de la tele», habituada a rizar el rizo con sus formatos (son los padres de «Sálvame») no proponen la crueldad de que el espectador mediante encuesta callejera pueda despellejarlos. Quid pro quo.

Juegan a ser impredecibles. Que te quede claro que nunca acertarás porque ese ideal imposible que solo está en sus cabezas. De repente se enamoran de un sayo que lleva una mormona y les parece ideal.

Los estilistas de «Cámbiame» se garantizan elegir al concursante que tenga un posibilidad de cambio más espectacular. Para generar el efecto «hadas madrinas», los artífices de tu conversión. La versión americana del programa, que emite el canal Divinity, adopta un compromiso más duradero: Incluye operaciones de estética. Eso es posible con otro presupuesto y un proceso que requiere de un mes, incluso con asesoría psíquica para adoptar otra actitud ante la vida. Con las nuevas fundas en los dientes, nuevos pómulos y una lipo en los muslos te vas para tu casa. A quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga. Algo te llevas después de haber padecido una autopsia vergonzante ; siempre en nombre de que mejore tu autoestima. Cuando crear inseguridad es el verdadero negocio de la industria de la belleza.

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