La misma semana en la que Infolibre y CTXT anuncian un acuerdo para compartir contenidos, el diario El País da a conocer un acuerdo con la revista de cultura Jot Down para publicar una nueva edición de papel. ¿Es la colaboración la nueva normalidad?
La crisis económica que arrasó con buena parte de la capacidad productiva española tuvo un efecto especialmente masivo en la prensa escrita. Lo tuvo porque junto a la crisis que sufrían el conjunto de los ciudadanos (que se tradujo, para los medios, en menor inversión publicitaria) se desencadenó una crisis específica del periodismo en paralelo.
Una crisis relacionada con la forma de consumo de los medios nacida a partir de la proliferación de los dispositivos móviles y las redes sociales; una crisis relacionada con la pérdida parcial del monopolio de la información por parte de las grandes cabeceras; y una crisis al fin y al cabo por una cierta pérdida de credibilidad. Si la crisis política vivida en España ha puesto en duda los tres poderes del Estado, tampoco se ha librado el conocido como cuarto poder.
De las cenizas de aquella crisis, sin embargo, han surgido pequeños (y no tan pequeños) proyectos periodísticos alternativos al tradicional planteamiento de la prensa española: se acabaron las cabeceras auspiciadas por grandes grupos empresariales y mediáticos. Los nuevos medios surgidos durante la crisis están caracterizados (sobre todo) por llevar por bandera la independencia financiera, orgánica o ideológica.
Gracias a este maremágnum podemos hoy disfrutar de nuevos medios: Desde El Diario a El Español, pasando por SABEMOS, Infolibre, Ahora Semanal, CTXT, Jot Down, 5W, Mongolia, Bezdiario o Yorokobu. Nuevas formas de hacer periodismo. O nuevas formas de hacer sostenible el periodismo de siempre, que también es válido.
Nuevas coordenadas
Los nuevos medios nacen con grandes ventajas respecto de los tradicionales: menor tamaño, son nativos digitales, son más flexibles, son más baratos… pero también son potencialmente más débiles. Todo el nuevo ecosistema se basa en la premisa de conseguir, al menos, los ingresos necesarios para seguir hacia delante.
Mientras eso ocurre unos tiran de las indemnizaciones por despido que recibieron en el ERE que les dejó en la calle; otros tiran del capital de unos socios; otros han conseguido convencer a miles de pequeños inversores de que merece la pena rascarse un poco el bolsillo por ver un nuevo medio en el mercado. Son todas alternativas al nuevo modelo, que al fin y al cabo está en crisis, pero sigue siendo el predominante.
En este contexto de lucha feroz por los anunciantes o los suscriptores (clientes) se antoja una idea a tener en cuenta la posibilidad de llegar a acuerdos (me gusta llamarlos federaciones) entre distintos medios. Algunos de los primeros en apostar por este modelo fueron, si no me falla la memoria, El Diario, Jot Down, Mongolia y Líbero (que han compartido contenidos), o 20minutos, que llegó a alianzas con revistas de prestigio en papel como Forbes y Esquire.
Esta semana hemos conocido dos nuevas de estas federaciones: La primera es el acuerdo entre dos jóvenes proyectos digitales (Infolibre y CTXT) en favor del «periodismo libre»: el semanario digital dirigido por Miguel Mora publicará en la web del diario de pago dirigido por Jesús Maraña tres historias destacadas. El segundo acuerdo es entre todo un veterano (El País) y un modelo de éxito en periodismo cultural: La revista Jot Down comenzará a publicar una nueva revista mensual (a la venta todos los primeros domingos de mes).
Todos los medios implicados han corrido a asegurar que su independencia y su sello de identidad no se verá alterado. No tengo por qué creer que eso no será así. Lo que no tengo tan claro es si esta oleada de operaciones corporativas es un avance de algo mayor, o si son dos hechos anedóticos. Lo cierto es que la crisis del periodismo no ha dejado de agudizarse: el diario gratuito 20minutos (del que yo formé parte siete años) ha sido vendido al zaragozano Heraldo de Aragón, que ha llevado a cabo un profundo recorte de plantilla. Esta misma semana, por si fuera poco, han saltado los rumores acerca de un posible proceso concursal en El Confidencial Digital. Y es que pese a los ajustes y la ilusión, el periodismo sigue siendo algo caro y que parece que no todos están dispuestos a pagar…