Que Estados Unidos y China son la viva imagen del perro y el gato es algo innegable: por un lado, tenemos los ciberataques de los asiáticos; por el otro, los problemas que ponen los norteamericanos a las empresas chinas.
Hace un par de meses EE.UU. sufrió el robo de información personal de trabajadores federales tras el acceso a los datos que recopila la agencia gubernamental (OPM). Los responsables de esta violación, como no podía ser de otra forma, parecen ser piratas informáticos al servicio de China.
El gobierno de Obama ha determinado que debe tomar represalias contra el país asiático tras el ataque que ha dejado al descubierto los datos de más de 20 millones de estadounidenses, aunque todavía está estudiando la solución más adecuada para evitar desencadenar una ciberguerra, según informa The New York Times.
Y es que entre las acciones a llevar a cabo se barajan algunas simbólicas, como la realización de protestas diplomáticas o la expulsión de conocidos agentes chinos, ya que otro tipo de castigo podría acabar desatando un conflicto ente los dos países. Sin embargo, hay quien ha manifestado que sería mucho más correcto no entrar en su juego y emplear ese esfuerzo en reforzar la seguridad informática de los EE.UU.
Obama no ha dado demasiados datos, ya que prefiere ser cauteloso. Pues vale que los Estados Unidos no sean los mejores amigos de China, pero mientras no pueda demostrarse, achacar el ataque a los asiáticos puede ser peligroso. Aunque claro, teniendo en cuenta que China en otras ocasiones ha realizado actos de espionaje similares, es normal que se encuentren en el punto de mira.
Sufridores del conflicto
Imposible evitar hablar de conflicto, pues las restricciones que los EE.UU ponen a muchas de las empresas tecnológicas chinas que tratan de abrirse camino en el mercado norteamericano son una clara prueba de los problemas que existen entre ambos países. EE.UU no quiere a los chinos cerca.
Sin embargo, el mercado de la tecnología se extiende a nivel mundial, por ello contar con clientes en todos y cada uno de los países es lo ideal, y si el iPhone de Apple triunfa en China, ¿por qué Huawei, Lenovo o ZTE no podían cosechar éxitos en EE.UU?
Más allá de las cuestiones de patentes y de la infinidad de requisitos a cumplir para poder comercializar en los Estados Unidos, las compañías chinas se encuentran con el problema de ser catalogadas como sistemas de espionaje del gobierno asiático. Una amenaza para la seguridad del país, eso siginifacaban para EE.UU en 2012, Huawei y ZTE, y por ello se debía dejar de hacer uso de sus equipos. «Es imposible garantizar que las dos empresas sean independientes del Gobierno chino y, por lo tanto, pueden ser utilizadas como herramienta para quebrantar la seguridad de los EE.UU. China tiene los medios y la motivación para usar a estas compañías con fines maliciosos», explicaba en un documento la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes estadounidense.
Tanto ZTE como Huawei habían conseguido entrar en territorio estadounidense, aunque le costase una acusación tras otra, algo que a Lenovo le costó algo más: tuvo que comprar Motorola para idear cómo entrar en EE.UU. vendiendo a través de su nueva adquisisción de smartphones de gama baja.
EE.UU también jugó como China
¿Tienen los EE.UU miedo a China? Depués de los ataques sufridos y viendo que sus sistemas informáticos son algo más vulnerables de lo que pensaban, la respuesta seguramente sea sí. Sin embargo, cabe destacar que ese miedo no solo está justificado por un sentimiento de víctima, sino también por el de venganza, ya que EE.UU sabe muy bien cómo se hace eso de hackear y robar archivos informáticos.
Ha sido desde China desde donde se han producido los ataques más importantes a corporaciones estadounidenses para robarles información, pero hay que recordar casos como el de Google, los Estados Unidos y sus aliados (Israel) para darse cuenta de que en Norteamérica saben muy bien y por experiencia propia que la tecnología puede convertirse en una excelente herramienta de espionaje.