Los drones son esos aviones no tripulados que perfectamente podrían entregarte en tu casa la última compra que realizaste en Amazon. Una idea brillante que parece haber inspirado a más de uno: ¿por qué no introducir droga en la cárcel mediante el uso de drones?
En la cárcel del Mansfield (Ohio) ya saben de qué va todo esto, ya que el pasado 29 de julio un dron dejó caer en el patio de las instalaciones un paquete, que según los funcionarios de la prisión, contenía marihuana, tabaco y heroína. Lo que ocurrió después fue una multitudinaria pelea entre los presos.
El uso de drones para este tipo de acciones supone un nuevo problema para la seguridad en las prisiones, ya que hasta ahora el contrabando de drogas y objetos no autorizados se realizaba de mano en mano a través de visitantes y guardias. Con esta nueva forma de actuar nos encontramos con la dificultad de identificar al mensajero.
En Inglaterra se detectaron hasta 7 intentos de introducción de droga mediante el uso de aviones no tripulados en tan solo cuatro meses.
Sin ningún tipo de inscripción en el paquete que permita identificar la fuente encargada de realizar el envío es muy complicado dar con las personas involucradas. Por ello el paso de droga con la utilización de drones se convierte en una práctica bastante segura y contra la que deberán aprender a luchar en las prisiones de todo el mundo.
Son las noticias como esta, la del suceso en la cárcel de Mansfield, así como los casos que se han registrado en Inglaterra, las que vuelven a poner en entredicho la funcionalidad de los drones. Sobre la mesa vuelven las preguntas relacionadas con el terrorismo, el contrabando y la violación de intimidad.
Esas cosas ilegales que no debería hacer un dron
Como hemos visto, los drones dan pie a la realizacion de actos ilegales, del mismo modo que podrían llevarlos a cabo un ordenador, un cuchillo jamonero e incluso un osito de peluche (sí, un tierno y adorable muñeco también puede llenarse de droga, estallar en mil pedazos, y hasta grabar si se le coloca una cámara). Cuando se trata de saltarse la ley, cualquier objeto es válido.
Pero centrándonos en los aviones no tripulados, cabe señalar algunas de esas acciones ilegales:
- Transporte de droga. Ya hemos visto cómo los drones pueden convertirse en el perfecto ‘pasador de droga’ de las organizaciones en las cárceles.
- Ataque a aviones civiles. El año pasado, un avión estuvo a punto de chocar contra un dron en Reino Unido, un suceso que las autoridades calificaron como un gran peligro ya que podría haber desencadenado una tragedia.
- Violación de la intimidad. Un dron tiene facilidad para acceder a cualquier lugar, lo que convierte al dispositivo en el paparazzi perfecto, sino que se lo digan a George Clooney, cuya boda fue grabada y retransmitida por un dron.
Esas cosas legales que sí debería hacer un dron
Desde luego todo lo anterior nos da que pensar si no sería mejor prohibir los drones. Sin embargo, no hay que olvidar que igual que son capaces de hacer cosas muy malas, los drones también pueden hacer cosas muy buenas:
- Salvar vidas. Un claro ejemplo lo tenemos en los drones socorristas que este verano han llegado a algunas playas de España. También destacar su función en zonas de catástrofe, ya que su privilegiada visión les permite recoger imágenes sobre el estado en el que ha quedado el lugar, así como la posibilidad de avistar supervivientes.
- Entrega de paquetes. Una actividad que llevan algún tiempo probando las empresas de transporte y que presenta grandes ventajas como el acceso a cualquier lugar y evitar el tráfico por carretera. Aunque hay que tener en cuenta que tan solo pueden transportarse paquetes pequeños y poco pesados, nada de lavadoras ni estanterías.
- Control de multitudes. Los drones permiten controlar mejor desde el aire las manifestaciones, conciertos,.. ya que en muchas ocasiones la aglomeración de gente puede suponer un peligro. De este modo, mediante la utilización de aviones no tripulados, podemos vigilar que no se produzcan altercados, que no haya ningún desfallecimiento, etc.
Imagen | Don McCullough en Flickr