Tras ver en pantalla su peor cara, Paul Gascoigne, leyenda del fútbol inglés, pidió redimirse con un documental que se ha estrenado este verano en Gran Bretaña.
Hace dos años, un documental de Independent Television (ITV) mostró cómo Paul Gascoigne trataba de superar sus momentos más bajos. Se titulaba Being Paul Gascoigne y, por lo que contaba, no parecía que el célebre ‘Gazza’ lo hubiera logrado del todo. El programa incluía el vídeo que había hecho saltar las alarmas unos años antes: un acto benéfico en el que le ayudaban a subir a un escenario, donde apenas podía sujetar el micrófono con su mano temblorosa para soltar un discurso ininteligible. Esto hizo que varios futbolistas, entre otras personas, le pagaran la estancia en una clínica de desintoxicación de Arizona. Calcula que ha pasado por más de diez centros desde que dejó el fútbol.
Being Paul Gascoigne mostraba escenas cotidianas: sus charlas a otros alcohólicos en su antigua clínica de Bournemouth, sus visitas al cirujano para tratar de rejuvenecer a base de botox y cremas faciales… También una barbacoa familiar en Newcastle. Gazza peloteaba en la calle con su sobrino, demostraba que donde pone el ojo ya no pone el balón y se caía de culo al tratar de controlar la pelota.
Gazza sigue siendo un hombre apagado, lejos del futbolista arrollador que fue, pero sigue rematando cada frase con un latiguillo: “You know?”.
Tras ver el resultado, Gazza llamó a la directora, Jane Preston, y le propuso volver a grabar, esta vez para hablar sobre su carrera deportiva. Una buena idea: no vaya a ser que, con su catálogo de adicciones, su interminable lista de escándalos y recaídas, se nos olvide que ha sido uno de los mejores futbolistas ingleses de la historia. Así surgió Gascoigne, estrenada el mes pasado en Gran Bretaña. Mejorado físicamente respecto al anterior documental, Gazza sigue siendo un hombre apagado, lejos del futbolista arrollador que se dio a conocer al mundo en Italia 90. Cualquiera diría que son dos personas distintas de no ser porque, como entonces, remata cada frase con un latiguillo: “You know?”.
La nueva película cuenta con otros tres testimonios: Gary Lineker, Wayne Rooney y José Mourinho. El de éste parece más bien promocional, pues de Gazza apenas sabe lo que le pudo contar Bobby Robson, el seleccionador que confió en él en Italia 90. Con Rooney, que le considera el mejor futbolista inglés, sí coincidió en el Everton. Rooney estaba en el juvenil y los veteranos no solían siquiera dirigirles la palabra a él y sus compañeros. Por eso le sorprendió que Gazza les preguntara si alguno tenía pensado salir por ahí aquella noche a tomar algo. Rooney contestó que sí y Gazza le dio 40 libras.
Las lágrimas de Turín
Lineker sí conoció bien a Gascoigne, primero en el Tottenham y luego en la Selección que alcanzó las semifinales de Italia 90, la mejor participación inglesa en un Mundial fuera de casa. La noche de la eliminación, Gascoigne lloró dos veces sobre el césped de Delle Alpi: la primera, tras ver la tarjeta amarilla que le habría impedido jugar la final; la segunda, tras la victoria alemana por penaltis. Con sus lágrimas rodando mofletes abajo, llorando con todo el país, nació un símbolo. Y también la ‘Gazzamanía’: su imagen aparecía por todas partes: edredones, juegos de mesa, libros, discos, futbolines… “We want Gazza!”, cantaba la multitud.
Terry Wogan, presentador de la BBC, le entrevistó un par de meses después y comparó la expectación a la entrada de los estudios con la que habrían despertado Michael Jackson o -recuerden: estamos hablando de 1990- los New Kids On The Block. Y como se recoge en el documental, Wogan soltó a Gazza un par de frases premonitorias: “Muchos hombres dirían que estás viviendo un sueño, pero desde mi punto de vista, tras haber experimentado una pequeñísima parte de la atención que estás despertando tú, puede convertirse en una pesadilla. […] Los mismos periódicos que te están elevando a los cielos se preguntan si serás capaz de gestionar esta fama”.
Ya sabemos que no lo fue.
Luego vino su grave lesión en la final de Copa de 1991, que le tuvo casi un año en blanco y retrasó su millonario fichaje por la Lazio, récord de la época en Italia. Y allí, la segunda lesión grave de su carrera. Lineker cree que ambas causaron un daño enorme a una persona que amaba tanto el juego: “Gazza era especial porque no tenía miedo de que las cosas pudieran salirle mal”. Y empezaron a salirle fatal.
El consumo de alcohol fue en aumento, aunque asegura que no se enganchó a la cocaína hasta años después. Tras dejar Italia se redimió un tiempo en el Glasgow Rangers y, sobre todo, en la Eurocopa 96 con su obra de arte ante Escocia. La película se detiene ahí, aunque luego jugó en Middlesbrough, Everton, Burnley y hasta pasó por China. Cada vez menos fútbol y más escándalos. El único sitio en el que se ha sentido siempre seguro es el campo porque allí no podía pasarle nada realmente malo. Lleva 20 años de alcoholismo, cuenta que ha estado dos veces cerca de morir y asume que convivirá con ello toda la vida. Signifique eso lo que signifique.