Por muy repetida que sea la historia de David y Goliat siempre tiene sentido. El pequeño contra el grande, una cervecera artesanal contra el Grupo Heineken, Sagra contra Sagres… o lo que es lo mismo, la historia de una similitud fonética con final feliz.
La historia empieza hace más de tres años cuando la compañía cervecera portuguesa Sagres, perteneciente al Grupo Heineken, interpuso una denuncia contra una pequeña fábrica toledana porque el nombre con el que comercializa su producto podía incurrir en un presunto delito de propiedad intelectual al creer que imitan su marca y además suena parecido.
Se trata de Sagra, que bajo el ímpetu emprendedor de Carlos García ha conseguido ganarse el corazón de muchos fieles devotos en Castilla La-Mancha y otros lugares de la geografía española gracias a su cerveza artesanal. Desde SABEMOS hemos hablado con Carlos para abordar el asunto en profundidad y ver cómo puede afectar este tema legal a su empresa.
Antes de nada, en medio de esta enrevesada historia, y “surrealista” como la califica Carlos, hay algo extraño: Sagres apenas comercializa su cerveza en España, salvo en lugares muy concretos de Extremadura. ¿Entonces por qué esa obsesión con Sagra? Es imposible de adivinar los motivos, más cuando Sagres se dedica a la producción industrial para su venta en masa, y Sagra se caracteriza por su toque artesanal para distribuidores y restauración.
“Nosotros no queremos problemas, solo queremos hacer buena cerveza y vender”. De toda la historia, Carlos tiene muy clara esta parte. ¿Pero en qué punto está la situación? Ahora mismo todavía no hay sentencia en firme, ya que está recurrida por parte de Sagra ante el Tribunal Supremo. De momento, lo que dice la sentencia, en este caso favorable a los portugueses, es que “la utilización del solo denominativo Sagra, como elemento denominativo principal de la marca, puede generar riesgo de confusión ante el consumidor español, respecto de la marca oponente Sagres”.
Pase lo que pase, Carlos tiene el plan perfectamente trazado. “Para no entrar en ningún tipo de catastrofismo, hay que dejar claro que nosotros vamos a seguir comercializando con nuestra imagen corporativa actual que es la que está registrada con el logotipo, y al final depende de la sentencia, lo único que variará es que tendremos que poner un La, con lo cual pasaríamos a ser La Sagra”. Y es que según aclara Carlos, la sentencia dice que poniendo el La delante, ya habría una diferencia con Sagres a nivel fonético.
¿Con eso valdría? El director de Sagra especifica que tienen que poner el La de manera significativa, “no valdría en pequeñito, para que la convivencia de las marca fuera legítima”. En este sentido, comenta Carlos, que también tienen “registrada la marca La Sagra aunque no hayamos comenzado a comercializar nada con ella hasta que no se formalice la sentencia”. De hecho, entre bromas, es consciente de que la gente popularmente a la hora de dirigirse a la cerveza la llama “la Sagra”, por lo que es muy optimista ante cualquier posible cambio y a nivel empresarial y corporativo no le preocupa.
Culpa de ser toledanos
La pregunta, aunque sin sentido, ya que se trata de un rival que ni si quiera compite en España, hay que hacerla. ¿Había intención de copiar? Carlos ante esto en muy simple. “Nos fastidia que ocurra un caso surrealista como este, por dos motivos: nosotros no buscamos parecernos a una marca industrial portuguesa, sino que nuestro nombre es porque estamos en la comarca de La Sagra en Todelo (pueblo de Numancia de la Sagra), igual que ellos son Sagres porque su región es esa. Y en segundo lugar, sucede que Sagres no ha conseguido acreditar su uso de marca en España”.
Además, para que todo parezca más confuso, resulta que, según nos cuenta Carlos, la denuncia se ha hecho solo contra la marca española, pero no contra la que ellos mismos exportan, por ejemplo, al resto de Europa. Y no solo eso, también ha notado en este periplo que el apoyo hacia una pequeña marca española frente a un grupo empresarial extranjero ha sido nulo.
Por otra parte, Carlos está un poco indignado porque cuando montaron la fábrica pusieron al día todos los registros en la oficina de patentes y marcas, y tienen perfectamente todo reglado en este sentido.
¿Quién pierde y quién gana?
“A nosotros no nos interesa que nos confundan con Sagres, nosotros hacemos algo artesanal, no industrial”. En un tono casi de broma, y con vuelta de tortilla de por medio, Carlos cree que realmente ellos saldrán ganando si cambian el nombre. Primero porque habrá una imagen negativa hacia “el grande que se mete con el pequeño”, y segundo porque “el 99% de imagen corporativa seguirá igual”, por lo que su marcha será la misma.
“No estamos nada preocupados con el asunto, y estamos seguros de que todo va a seguir igual. La imagen corporativa, si hay cambio, será insignificante. Ni el consumidor ni los distribuidores notarán el cambio”. Aunque sin duda el mensaje más claro que quiere dejar Carlos es que “No nos han robado la marca”.
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