El destituido portavoz municipal, Jesús Presencio, dio positivo en un control de alcoholemia con el triple de la tasa máxima permitida. Pero este incidente no es más que el final de un show continuo desde que el partido aterrizó en el Ayuntamiento vallisoletano. El que era número uno no se habla con la número dos ni con la dirección regional. Dijo que no iba a cobrar la portavocía pero solo era un simple gesto para la galería. Ciudadanos intenta gestionar desde Barcelona una situación que se le escapa de las manos porque solo ha conseguido forzar su dimisión como portavoz pero le mantiene en el puesto de concejal en una actitud que choca con el ideario de regeneración política que exige el partido en sus Estatutos.
Apenas dos meses después de la composición del Pleno Municipal en el Ayuntamiento de Valladolid, Ciudadanos afronta una crisis de órdago que pone en entredicho su proyecto en la principal capital de Castilla y León, una Comunidad donde la formación naranja suscribió un protocolo de regeneración política con el Partido Popular cuando las urnas dejaron a Juan Vicente Herrera a un escaño de la mayoría absoluta y buscaba los apoyos más lógicos para garantizar la gobernabilidad. De igual forma, Ciudadanos ha sido la llave para que el PP mantenga el gobierno de la Diputación Provincial.
La rocambolesca situación de Ciudadanos en Valladolid ha movilizado al Comité Ejecutivo del partido e incluso al gabinete más cercano a Albert Rivera, conscientes todos ellos de la erosión que ha causado el incidente de su ex portavoz municipal en el municipio vallisoletano. Pero el positivo de Jesús Presencio por triplicar la tasa de alcoholemia al volante solo ha sido el último episodio de un auténtico tebeo por entregas. Tanto que Ciudadanos forzó desde Barcelona la dimisión de Presencio aunque la disfrazó de una decisión por motivos personales y ahora espera un paso más para expulsarle y que devuelva su acta de concejal. Lo han pedido todos los grupos políticos de Valladolid; lo desea su propio partido.
Esta auténtica casa de los líos ha vivido este capítulo sonrojante de su cabeza visible en evidente estado de embriaguez. Arrojó una tasa de 0,80 (la máxima permitida es 0,25) y mantuvo en todo momento un comportamiento altivo que abochorna dentro de Ciudadanos. Cuando el caso saltó a los medios de comunicación, Presencio llamó a todos los portavoces municipales del Ayuntamiento para explicarles su versión del incidente, pero no se puso en contacto con su única compañera de escaño en Valladolid, Pilar Vicente. No es extraño. Desde la composición municipal, cuando Jesús Presencio asumió la portavocía de Ciudadanos, la comunicación es inexistente. No se hablan. Tampoco con la dirección regional del partido, que ha gestionado esta crisis por teléfono con Barcelona sin hablar directamente con el implicado.
Presencio ya protagonizó una campaña electoral muy peculiar. Marcado por su discutida llegada al partido, que se interpretó como una imposición desde la Ejecutiva Nacional, fue protagonista en los primeros debates políticos a los que asistió por sus salidas de tono. Después decidió unilateralmente no acudir a ninguno más “porque no me aportan nada”, pero Ciudadanos en Castilla y León le desautorizó y envió a otros miembros de la lista. Ese comportamiento tuvo su reflejo en las urnas, con un resultado en Valladolid muy por debajo de las expectativas al conseguir solo dos concejales. Una vez en el Ayuntamiento, el show ha sido continuo.
Una renuncia al sueldo disfrazada
“Nos va a dar muchos días de gloria este personaje”, comentaban los portavoces de otros grupos municipales. No tardó. En su primer discurso dijo que renunciaba a su sueldo como portavoz municipal (57.746 euros brutos anuales), pero este posicionamiento tenía truco. Como prejubilado del Banco Santander percibe un salario superior sujeto a cuestiones de incompatibilidad. De esta forma, mantenía esta retribución y le sumaba los 11.000 euros al año que, aproximadamente, perciben los concejales sin responsabilidad por asistencia a plenos y comisiones. Otras informaciones apuntan a que, sin embargo, había solicitado un informe a la asesoría jurídica municipal para conocer si el salario como portavoz era compatible con su prejubilación. En caso positivo, tenía intención de empezar a cobrarlo.
Más allá del individuo en cuestión, su actitud ha puesto en jaque el proyecto regenerador de Ciudadanos que obliga a sus cargos a firmar un protocolo de correcta actuación ligada a su ideario donde se recoge que todos sus miembros deben “cumplir con los deberes que las leyes democráticas nos imponen”. El artículo 2.8 de sus estatutos apunta que “los cargos públicos están obligados a mantener una perfecta honradez y probidad en su conducta”. “Los cargos públicos orgánicos del partido deberán poner su cargo, y en su caso el acta, a disposición del Comité Ejecutivo si, entre otros casos, resultase acusado por el Ministerio Fiscal por la comisión de cualquier delito».
La actuación de Jesús Presencio, no solo por la tasa que recogió el control de alcoholemia, sino por la actitud que mostró con la Policía, choca con esos ideales de un partido que, sin embargo, no le ha expulsado de su militancia amparado en esperar la resolución judicial de un caso que, por su gravedad, ya está en manos del Juzgado de Instrucción número cinco de Valladolid y que podría suponer una petición de prisión de tres a seis meses, además de la retirada del permiso para conducir vehículos a motor.