Los bancos españoles son los que más posiciones acumulan en las conocidas como economías emergentes (China, América Latina…). Tanto que la exposición total casi alcanza la mitad del PIB de España, según datos del Banco Internacional de Pagos (BIS).
No por anunciada no ha dejado de provocar un terremoto en los mercados. El cada vez más gripado motor de la economía china provocó este lunes una de las peores jornadas bursátiles que se recuerdan desde la crisis de Lehman Brothers. Los mercados han seguido castigando este martes los parqués asiáticos pese a la bajada de tipos de Pekín (no así los europeos, que sufrieron un fuerte ajustes el lunes y este martes en posible caso de rebote del gato muerto) ante la perspectiva cada vez más compartida de que la economía del gigante asiático podría sufrir un duro ajuste.
«El PIB chino representa el 15% del total mundial (…). No es lo mismo China que Grecia. El ajuste es serio y responde al estallido de la triple burbuja china», explican los analistas de Bankinter en un informe de este mismo martes. En su opinión, las convulsiones de estos días no responden a un ajuste a corto plazo, sino a «algo más serio». Cada vez más inversores perciben que el modelo de crecimiento chino no es sostenible en el tiempo. El Gobierno ha empleado toda una batería de medidas monetarias y fiscales (devaluaciones, incentivos para fondos…) para frenar el declive, pero no parecen haber contentado a los mercados.
Los estímulos no funcionan e indicadores como el precio de las materias primas (que han experimentado una fuerte caída) parecen anticipar que el ajuste será serio. La última devaluación del renminbi/yuan está percibida por analistas como los del Brookings Institute como «un esfuerzo por espolear las exportaciones chinas, una fuente importante de crecimiento económico en ese país, a la vista de que en el resto del mundo hay una demanda más débil, así como una demanda más débil en la propia China, a medida que las bolsas se están cayendo», señalan.
¿Y ahora qué?
El problema al que se enfrenta la economía internacional es gestionar el frenazo económico chino. ¿Cómo será? ¿Un aterrizaje suave o una caída a plomo? Si ocurre lo segundo, y dado el tamaño relativo de la economía china, será más que probable un efecto directo en los llamados países emergentes, toda vez que éstos se caracterizan en general por una fuerte dependencia exportadora con Pekín.
«China ejerce de efecto anuncio de un problema mayor en la economía internacional», señala el economista Santiago Carbó en un reciente post publicado en el blog de Funcas. En su opinión, el gobierno de este país «está arrastrando a toda Asia consigo. Las devaluaciones del yuan son sólo una medida temporal e insuficiente porque China no “compite” con su moneda, sino con duras condiciones laborales, menores controles de calidad y dudas sobre el respeto por las patentes tecnológicas internacionales», indica. Es decir, toca emprender ajustes y reformas estructurales en la segunda economía mundial. Y hasta que no sean efectivas, el motor asiático estará gripado.
Si la crisis resulta ser todo lo grave que algunos analistas anticipan, afectaría en una segunda ronda a otros países emergentes como Brasil, México, etc, toda vez que China ejercía de gran foco de demanda de materias primas y otros productos y servicios proporcionados por estas economías hasta ahora pujantes. Si la demanda del gigante asiático se deprime, lo hará buena parte del sector exportador de los emergentes.
En España el riesgo son los bancos
Para España, que consolida su entrada en una fase de crecimiento, a nivel agregado, el principal riesgo relacionado con una caída de China o los emergentes se encuentra en la banca. Y no es precisamente por una gran exposición inversora en China o Asia. No, en este caso, la principal preocupación se encuentra en América Latina, países en los que Santander y BBVA gozan de una posición de fortaleza.
La agencia de noticias Bloomberg mostraba ayer lunes que los bancos españoles son los que más exposición tienen a posibles turbulencias en los emergentes, por delante de británicos y taiwaneses. En el caso del sistema financiero español, tendría un riesgo acumulado en estas economías equivalente a casi un 45% del PIB. Es decir, más de 450.000 millones de euros en activos invertidos en China, Brasil, México, etc.
Cifras similares, aunque desagregadas, llega el Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS), en un informe de julio de 2015 situaba en 435.000 millones las posiciones de la banca española en los emergentes (Tabla B2), cerca de un 40% del PIB de España. La principal exposición de las entidades financieras españolas no está en China o en Asia, sino en América Latina, que según el BIS acumula un riesgo de 376.000 millones de euros.
¿Y Cómo están los países de América Latina? Hay de todo, pero las proyecciones no van precisamente a mejor. Brasil, por ejemplo, acumula cuatro trimestres consecutivos de caída de su PIB, de forma que se confirma una recesión severa en el otrora motor económico del cono sur. Los analistas de BBVA Research anticipan que a la recesión de 2015 (una caída del -1,5%) le seguirá un estancamiento económico en 2016, con perspectivas de un crecimiento potencial muy bajo.