‘American Ultra’: Espías como nosotros

'American ultra'

Dentro del muy nutrido subgénero de las películas de fumados, que existen y tienen un público fiel desde… bueno, desde que la marihuana se convirtió en parte indisociable de la cultura popular, hay un par de rasgos que florecen en American Ultra con sorprendente eficacia.

Por una parte, la tendencia a la parodia de este subtipo de comedias: ya las fundacionales películas de Cheech & Chong tenían algo de parodia documental, pero en los noventa y dosmiles, de Scary Movie y demás comedias de los hermanos Wayans a Colega, ¿dónde está mi coche?, pasando por Dos colgaos muy fumaos, los guiños a películas de éxito y la burla de géneros dispares se sucede sin descanso. Por otra parte, y aquí ya entramos en un terreno mucho más estrafalario, tenemos la asombrosa tendencia, sobre todo en las muestras del género más de última generación, como Superfumados o Resacón en Las Vegas, de desplegar ocasionales y sorprendentes muestras de violencia gratuíta (que es la más graciosa).

La fórmula de American Ultra estaba, pues, clarísima: una parodia fumada de las películas de Bourne (el referente está tan claro que la ciudad donde viven los protagonistas se llama Liman, como el director de la primera película de la saga de Matt Damon) que no renunciara a la acción explosiva y bombástica propia de las películas de género. El resultado es insólito y estimable pese a algunos desequilibrios, aunque su descalabro de taquilla en Estados Unidos pueden convertirla en un experimento lamentablemente aislado.

American Ultra experimenta con las texturas de la comedia boba pero emotiva y la acción ultraviolenta de última generación. Cuenta la historia de una pareja de perdedores, interpretados por Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, que se ven envueltos en un inopinado lío con la CIA cuando la agencia activa un programa que hibernaba en la mente de él, convirtiéndole en un letal asesino.

El humor viene de que Eisenberg, por supuesto, nunca podría protagonizar su propio spin-off de Mission: Impossible, pero el guion de Max Landis (destacado analista de la angustia teenager en Chronicle) carga de humanidad a un par de personajes que podrían ser meros bufones. Eisenberg y Stewart, que de hecho ya coincidieron en una de las comedias ocultas más abrumadoramente bellas de los últimos años, Adventureland, encuentran rápidamente un tono patético y emotivo que funciona mejor en las secuencias más íntimas. De hecho, es mucho más interesante la lamentable vida de perdedores de la pareja -con momentos álgidos como la preciosa conversación del coche y el árbol, un estribillo que se va repitiendo a lo largo del metraje- que la transformación de Eisenberg en un terminator, tratada de forma más formulaica.

Sin embargo, la película de Nima Nourizadeh (que debutó hace un par de años con Project X) basa todo su funcionamiento en el equilibrio entre ambas partes. Y aunque las explosiones de violencia son apropiadamente desfasadas (de balas que rebotan en sartenes a esforzados planos secuencia de acción sin freno), uno casi desea que la complicada trama concluya para que los protagonistas vuelvan a drogarse y a hablar de naderías. Un deseo que nunca termina de llegar, pero que aún así se concede lo suficientemente a menudo como para que American Ultra se convierta en una propuesta original y digna de atención.

ficha

American Ultra
Nima Naurizadeh
2015

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