Hay un instante de calma en esta fabulosa película danesa de licantropía silenciosa que se estrenó en salas en 2014, pero que está llegando en los últimos meses a distintas plataformas de VOD como Filmin .
Se trata de un aparentemente inane momento en el primer día de trabajo de nuestra protagonista, la apocada Marie (extraordinaria Sonia Suhl), en una factoría donde despedaza y clasifica, junto a muchos otros trabajadores, cantidades ingentes de pescado. Como es su primer día, tiene que ir a tirar a un contenedor enormes bolsas con restos que no sirven, y lo hace después de haber tenido un grave conflicto en el comedor con un compañero. Cuando está subiendo por una escalera al contenedor, alguien la empuja al interior, cayendo a un repugnante marasmo de agua helada y cabezas de pescado. Cuando sale, asustada él y asustado el espectador porque cree que está contemplando una agresión, vemos que el resto de los compañeros de Marie (incluidos los jefes) están aplaudiendo y aprobando lo que hemos visto, afablemente, sin la menor agresividad. Es una pequeña broma para los novatos. Marie se retira, como hará tantas veces en la película, en silencio, abrumada por una situación que le supera.
Ese es el tema de la película: cómo en una pequeña comunidad, la masa enfurecida más letal puede tomar la forma más inocente. Desde ese punto de vista, estamos ante una inteligente reformulación del horror gótico de la Universal, pero pasado por el inevitable tamiz de las películas de hombre-lobo de los ochenta, Un hombre-lobo americano en Londres en cabeza.
En Cuando despierta la bestia se nos cuenta con todo detalle cómo la buena de Marie siente el surgir del monstruo interior, pero lo hace con una calma y una serenidad que recuerda, como es lógico, a la ya clásica Déjame entrar. Cuando despierta la bestia no es, quizás, tan inteligente y sutil como aquella cruel historia de vampirismo infantil, y en sus prietos ochenta minutos no le da mucho tiempo de ahondar en las sutilidades de una historia que, por otra parte, tampoco quiere despegarse demasiado de los códigos de la monster-movie asilvestrada -aunque más fina: los parajes helados de los escenarios son de una belleza apabullante-. Pero sí que sorprende con unos cuantos dardos de sutileza poco habitual en una historia de este tipo: la feminidad de los licántropos (que conecta con aquella obrita maestra llamada Ginger Snaps); la insistencia en los errores, sobre todo románticos, que comete la protagonista; la peculiar relación de la monstruosidad con la religiosidad nórdica, tan extraña y esotérica; y, sobre todo, la mencionada masa linchadora silenciosa e integrada en la pequeña localidad donde se desarrolla la película. Letal con el diferente, poderosa a la chita callando, peligrosa por asumida e indiscutible.
Siempre se ha dicho que el hombre-lobo es el más ramplón y obviamente metafórico de las criaturas de horror clásico (el monstruo interior, el mal que todos llevamos dentro, etcétera), pero Jonas Alexander Arnby ha conseguido algo insólito. Cuando despierta la bestia, a estas alturas, demuestra que el mito aún tiene capas de significado que mostrar.
Cuando despierta la bestia / Når dyrene drømmer
Jonas Alexander Arnby
2014