La actividad de los cruceros en Barcelona tiene un impacto económico de 413 millones y genera más de 6.700 empleos, según un estudio del Puerto de Barcelona que llega tras la amenaza del Ayuntamiento de poner coto a las llegadas de cruceristas a la ciudad.
El nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, comandado por Ada Colau, se ha mostrado más que dispuesto en varias ocasiones a poner freno a la masificación del turismo en la ciudad. Las quejas de los ciudadanos por la saturación en algunos puntos de la ciudad derivaron en la aprobación de una moratoria de un año para la concesión de licencias a hoteles y a apartamentos turísticos.
Y desde el consistorio –tanto por boca de la alcaldesa como de alguno de sus concejales- se ha apuntado la necesidad de estudiar vías para limitar los efectos que producen la llegada masiva de turistas cuando atracan los cruceros. La actividad crucerística se ha disparado en Barcelona en los últimos años, hasta convertirse en uno de los grandes centros del sector de toda Europa, y los problemas ligados a ella… también. El objetivo: no acabar convirtiéndose en Venecia.
Antes de que se tomen medidas para restringir la actividad, el Puerto de Barcelona ha elaborado un informe para medir el enorme impacto económico que las llegadas de cruceros genera en la ciudad. Los responsables del estudio insisten en que no se trata de una respuesta a las amenazas de Ada Colau y subrayan que el análisis se encargó en febrero, antes de la llegada de la líder de BcnEnComú a la Plaça de Sant Jaume. Pero el mensaje que transmite el informe es claro.
Casi 800 millones de gasto directo e indirecto
El impacto económico que generan los cruceros en Barcelona es enorme. Según el estudio del Puerto de Barcelona –encargado a la Universitat de Barcelona-, los gastos directos, indirectos e inducidos vinculados a la actividad crucerística ascendieron a 796 millones de euros el año pasado (a razón de casi 2,2 millones al día); la aportación al PIB fue de 413 millones; la recaudación fiscal por impuestos nacionales y regionales fue de 152 millones de euros, la actividad genera 6.759 empleos… Y aunque se insiste en que el informe no se trata de un mensaje para nadie, lo cierto es que los autores subrayan que el 75% del impacto económico redunda sólo en la economía de la ciudad de Barcelona.
Sólo el año pasado, un total de 2,36 millones de cruceristas llegaron a Barcelona en los 764 buques que atracaron en el puerto de la ciudad. La inmensa mayoría de los que llegaron también aprovecharon para ver la ciudad (1,8 millones). La mayor parte de los que se decidieron a bajar el barco se conformaron con dar un paseo de algo más de cuatro horas de media por sus calles, y un 24% también hicieron noche en la Ciudad Condal antes o después del crucero (de media, 2,6 noches pasaron en un hotel).
Según los datos facilitados ayer en rueda de prensa por el presidente del Puerto de Barcelona, Sixte Cambra, y el catedrático de la UB Jordi Suriñach –responsable del informe-, las navieras que explotan los cruceros generaron gastos por importe de 121,2 millones, los propiso cruceristas gastaron 315,8 millones, y las tripulaciones de los buques, 5,5 millones de euros.
La estrategia a contracorriente del Puerto
Frente a la pretensión del Ayuntamiento, el Puerto de Barcelona, muy al contrario, subraya que sus planes pasan por lanzar iniciativas para fidelizar a las navieras que han elegido Barcelona para sus cruceros y, sobre todo, a las que lo tienen como puerto base (como inicio o final del trayecto), a que el impacto económico que generan es aún mayor que las que utilizan la Ciudad Condal como etapa intermedia del viaje.
De hecho, aunque en el estudio se reconoce el problema de congestión de turistas que puede llegar a producirse en la ciudad por la llegada de cruceros (dado que los viajeros se concentran en las principales atracciones turísticas de la ciudad más o menos a la vez), Puerto de Barcelona hace hincapié en la importancia de convertirse en puerto base, ya que con ello se reparten más las visitas.