Sé que no soy original si digo que una de mis series favoritas es The Big Bang Theory. Quizá yo sienta especial afinidad porque llevo los últimos 20 años de mi vida rodeado de científicos, incluso a veces hasta parezco uno de ellos. Por eso reconozco muchas de las actitudes y situaciones que, aunque a mucha gente le pueden parecer exageradas o forzadas para buscar el humor, puedo asegurar que en muchos aspectos se queda cortas cuando describen el carácter obsesivo, la capacidad de abstraerse del entorno, la falta de empatía, de socialización o el frikismo de muchos científicos.
La serie está bastante bien documentada y científicos reconocidos han realizado diferentes cameos. No obstante, desde el punto de vista científico, comete un error atroz. En las cortinillas, esas imágenes fugaces que separan una trama de otra, aparece lo que pretende ser un átomo, formado por cuatro bolas en el núcleo de dos colores diferentes y una bola exterior unida a una especie de alambre, que se supone marca la trayectoria. Si se supone que es un átomo se parece tanto como Falete a la Reina Letizia.
Para empezar el átomo es algo esencialmente vacío, un enorme espacio diáfano, que diría un decorador. Para hacernos una idea, si un átomo fuera tan grande como la catedral de Santiago, el núcleo tendría el tamaño de una abeja que volara por el interior, y los electrones bordearían holgadamente sin chocar con ninguna torre, con un tamaño 1000 veces menor. Otro error es que los electrones no siguen ninguna trayectoria definida. Muchos tenemos en la cabeza que un átomo es similar al sistema solar, con los electrones orbitando alrededor del núcleo, pero no. Para empezar los electrones se sitúan en diferentes niveles de energía. Los más cercanos al núcleo tienen forma de esfera y los más alejados son apepinados, como globos de fiesta o elipsoides, ninguno es como la órbita de un planeta. Además los electrones no se guían por las leyes de la mecánica de Newton como los planetas, los coches o todo lo que nos rodea en nuestro mundo macroscópico, sino por la mecánica cuántica, que no tiene nada que ver con nuestra experiencia. Un planeta sigue una órbita concreta que podemos calcular. Un electrón, no. El electrón se rige por probabilidad y como mucho podemos hablar de la probabilidad de que esté en determinado lugar en determinado momento; las zonas de máxima probabilidad son las que definen la forma de los orbitales, que es por donde se situarán los electrones. Va en contra del sentido común, vale, pero quién necesita sentido común cuando estudia la mecánica cuántica. Es así y punto.
Por lo tanto, haber dibujado una simple esfera hubiera sido más correcto que el átomo que aparece en la serie ya que podría haberse asumido que es un átomo de hidrógeno o helio. Lo raro es que Sheldon Cooper no se haya quejado.